El eurodiputado y director de la Fundación FAES, Javier Zarzalejos, ha mantenido en Bruselas un diálogo con el vicepresidente del PPE y jefe de la delegación francesa en el PPE, el político, publicista y ensayista, François-Xavier Bellamy. Una conversación de especial interés en un momento muy complicado para Francia, después de las elecciones parlamentarias en ese país, con una agenda difícil de mantener. Para toda Europa es muy importante que Francia funcione bien.
JAVIER ZARZALEJOS
Me gustaría empezar pidiéndole una lectura global de los resultados. En principio, parece muy sencillo. Se dice que es un gran éxito para Mélenchon y un fracaso bastante decepcionante para Le Pen y Macron, que puede atribuirse el mérito de haber decidido convocar unas elecciones anticipadas. El cordón sanitario ha funcionado muy bien y el principal peligro de un Gobierno de Le Pen parece haberse evitado. Seguro que hay un análisis mucho más matizado de las elecciones, y por eso me gustaría que me lo contara.
FRANÇOIS-XAVIER BELLAMY
Es un gran honor compartir algunas ideas con usted. Como dice, la situación en Francia es muy difícil. Ya lo era incluso antes de que Macron decidiera lanzar este proceso de elecciones anticipadas en Francia. Se parecía mucho a la apuesta de Sánchez que quiso retomar el control de una situación en la que había perdido porque estaba claramente en minoría. Así lo demostró en las elecciones europeas, donde con los cinco partidos que constituían la mayoría en Francia, sólo alcanzó el 14% de los votos en las elecciones europeas. En ese momento, decidió que convocaría elecciones anticipadas, lo que nadie había previsto.
El resultado es, en efecto, un poco matizable, porque, en primer lugar, no es una victoria de Mélenchon. En realidad, la extrema izquierda ha perdido algunos escaños en estas elecciones. Pero lo cierto es que fue una sorpresa general que esta alianza de la izquierda llegara en primer lugar a la segunda vuelta de estas elecciones. Lograron en pocos días esta unidad de la izquierda, que es bastante vergonzosa para el Partido Socialista porque decidieron unirse a la extrema izquierda con los Verdes con un programa que sería absolutamente desastroso tanto para Francia como, por supuesto, para Europa.
Asistimos a esta extraña situación en la que un antiguo presidente socialista de la República, François Hollande, se presentaba como candidato bajo la misma bandera que candidatos que habían sido condenados por discursos antisemitas sobre la situación en Israel, por ejemplo, o personas que excusaban la violencia política. Sé que en España también se da la situación de que la extrema izquierda, muy radical en cierto modo, está llevando a toda la izquierda a una terrible tragedia moral. Superamos estas elecciones en las que muchos observadores predijeron que desapareceríamos, aunque ganamos algunos escaños. Así que no perdimos nuestro puesto en la Asamblea Nacional. Incluso lo aumentamos un poco. Ahora estamos en un momento en el que no podemos saber qué posible coalición podría formarse para dirigir un Gobierno francés mañana, porque ni la extrema derecha ni la izquierda, ni siquiera la antigua mayoría macronista tienen la posibilidad de construir este tipo de coalición.
J. Z.
Esa es una cuestión que quería plantearle porque Les Républicains han demostrado una resistencia notable. Creo que ustedes merecen mucho crédito por ello, dado que han librado estas elecciones en las peores condiciones posibles, con crisis en la dirección de su partido. Aunque es cierto que la inmensa mayoría de los candidatos se han mantenido fieles a las posiciones que ustedes han defendido con tanto ahínco. Creo que es importante saber cuál es el papel que van a tener Les Républicains en este panorama político, porque parece que van a ser un componente necesario en cualquier posible coalición que se pueda formar en Francia.
F. X. B.
Creo que en lo que concierne a nuestro papel, tenemos que hablar de dos temporalidades diferentes. A corto plazo, ya hemos dejado claro que no participaremos en un Gobierno. No necesitamos cargos para nosotros. En primer lugar, necesitamos reconstruir nuestra oferta política. Pero estamos dispuestos a mantener la estabilidad de la situación política en Francia y, además, por todos los medios, a hacer todo lo posible para evitar que la izquierda tome el control de la situación política. No tienen legitimidad para ello porque, aunque la alianza de izquierdas quedara primera, no tienen mayoría por sí mismos. Lo que queremos hacer y decir es que estamos preparados. Si se forma un Gobierno, es responsabilidad de Macron, es decir del presidente, nombrar un Gobierno. Así que nosotros estamos listos para ofrecer nuestras propuestas políticas en términos de legislación sobre migración, seguridad, economía, finanzas y los principales temas en los que Francia tiene tanto que trabajar. No queremos que Francia pierda tres años antes de 2027, cuando tendremos las próximas elecciones presidenciales.
Después, a largo plazo, nuestra principal tarea es reconstruir. En 2017, Macron llegó al panorama político con una formulación muy simple. Su explicación fue que las fuerzas gubernamentales tradicionales habían fracasado y que el debate izquierda-derecha también había fracasado. Por lo tanto, él sería al mismo tiempo la izquierda y la derecha.
J. Z.
Eso me suena.
F. X. B.
De esa forma, los que quedaran fuera de este espectro serían sólo los extremistas. El nuevo debate político sería entre populistas y progresistas. Entre el centro y los extremos. En ese momento ya estaba seguro de que ese tipo de escenario llevaría a un aumento de los extremos, de las fuerzas que están fuera de una voluntad de seriedad, de verdad, de razón. Sé que ustedes resistieron. Para nosotros, el PP es un modelo. Ahora en Francia tenemos que seguir ese modelo. Ustedes también atravesaron esta crisis.
J. Z.
Así es, en efecto.
F. X. B.
Es lo que le tocó vivir a nuestras fuerzas políticas y ustedes se recuperaron. Ahora son ustedes la fuerza que está preparando la alternativa para España. Esperamos que sean capaces de ofrecer a España la esperanza que este país merece y que también sean el pilar español para Europa. Porque ahora sabemos que la política de Sánchez está perjudicando a toda la Unión Europea.
J. Z.
Queremos serlo y es una idea muy importante. De hecho, hay cierta ironía en esta situación en la que una campaña electoral alimenta la polarización, una confrontación muy fuerte. Pero luego, una vez celebradas las elecciones, empieza la búsqueda de un candidato moderado. Hemos tenido que escuchar los discursos políticos más extremos. Pero luego todos buscan un moderado que pueda ser admisible. Usted ha dicho que el nombramiento de un primer ministro es responsabilidad principal de Macron. Como presidente de la República Francesa, Macron conserva mucho poder. Pero también vemos las enormes complejidades y tiene que ganar tiempo. Probablemente las Olimpiadas y otros eventos pueden ayudarle en esa estrategia. Pero tarde o temprano, tendrá que enfrentarse a la realidad y comprometerse a elegir un primer ministro. ¿Hasta qué punto Macron ha salido perjudicado de estas elecciones? ¿Hasta qué punto puede controlar el proceso político? Porque aún quedan tres años para las próximas elecciones presidenciales. Y eso es mucho tiempo.
F. X. B.
Está claro que va a vivir momentos de gran debilidad en los próximos años por tres razones. La primera es que redescubriremos nuestra Constitución, que otorga la responsabilidad principal al Parlamento. De hecho, lo que tenemos un poco olvidado y esto lo saben aquellos que siguen la situación constitucional en Francia, es que hace unos años se tomó la decisión de alinear la agenda de la Asamblea Nacional con la de la elección presidencial. Desde hace unos mandatos, vivíamos una situación en la que el Parlamento era en gran medida la consecuencia de la elección presidencial y eso daba una mayoría al presidente que se formaría gracias a su propio éxito. Otorgaba un poder gigantesco al presidente. Ahora el poder volverá a la Asamblea Nacional.
La segunda razón es que, si entramos en una situación de cohabitación, en la que la mayoría no tiene el mismo color político que el presidente, la disputa sobre quién tiene la responsabilidad de cualquier tema será constante. Lo vemos a nivel europeo, por ejemplo, a la hora de nombrar un comisario para Francia. Se debate si es el Gobierno o si es el presidente quien detenta esa responsabilidad. Debilita al presidente. El último punto es que Macron no podrá presentarse a las próximas elecciones porque está en su segundo mandato. Constitucionalmente, no tiene derecho a presentarse a un tercero. Y creo que su propio campo político ha decidido pasar página. No se consultó a nadie sobre estas elecciones anticipadas y su propia mayoría, la antigua mayoría, tiene un claro resentimiento político contra lo que hizo. La gente que le siguió, que le apoyó, que no fue mi caso, se siente ahora traicionada por un presidente que decidió que enviaría a su mayoría a un choque político evidente sólo porque quería utilizar su poder constitucional para presentarse a unas elecciones anticipadas.
J. Z.
Lo que es seguro es que esta situación es muy desafiante y exigente para la clase política francesa. Se han oído algunas bromas sobre el manual belga para las coaliciones y cosas parecidas. Pero obviamente Les Républicains no van a distanciarse del destino de Francia. Se sienten responsables de ello y de la contribución que pueden hacer. Esto supone un gran reto para los partidos políticos y para la clase política. ¿Hasta qué punto es también un reto para Ensemble? O pueden decir, bueno, hemos perdido las elecciones. No tenemos nada que ver con eso. Eso es todo. Les toca a los republicanos, a los socialistas, a Mélenchon y a Macron, intentar pegar las piezas del jarrón.
F. X. B.
Creo que tienen que asumir la responsabilidad de haber perdido las elecciones. Lo que me llama la atención es que Emmanuel Macron, siempre quiso tener frente a él a Marine Le Pen y al Rassemblement National, porque era el mejor rival posible. Porque es el partido que siempre pierde en la segunda vuelta. En Francia tenemos un sistema electoral de dos vueltas, tanto para las elecciones legislativas como para las presidenciales. En la primera vuelta puedes tener una base política muy fuerte. Pero si pierdes siempre en la segunda vuelta, si eres incapaz de reunir el 50% de los votos más uno, entonces estás traicionando a tu propio electorado.
Y eso es exactamente lo que ha ocurrido en estas elecciones. El Rassemblement National tuvo una dinámica muy fuerte en la primera vuelta, y quedaron primeros. Tras la primera vuelta, todos los observadores en Francia esperaban que ganaran estas elecciones, pero no lo consiguieron. ¿Por qué? Porque en la segunda vuelta nunca son capaces de unir a la gente, porque no son creíbles, no les funciona. Lo vemos también en el Parlamento Europeo. Al final no se puede construir una oferta política basándose solo en el enfado de la gente. Entiendo ese enfado. Entiendo que la gente sienta que la clase política en Francia no ha cumplido sus promesas en migración, en seguridad, en el coste de la vida. Mucha gente en Francia se enfrenta ahora a un empobrecimiento del país.
Si sólo explotas la ira eso te da mucho espacio en la primera vuelta para ser el primero. Aun así, no consigues unir al país en la segunda vuelta. Esa es la razón por la que el Rassemblement National siempre ha sido el mejor socio posible para la izquierda. De hecho, Emmanuel Macron ha continuado con la estrategia de la izquierda en los últimos años. Él siempre quiso utilizar esta máquina que en cierto modo ya inventó François Mitterrand, en la que la extrema derecha sirve como pretexto para triunfar en la segunda vuelta.
Pero yo tengo muy claro que desde el domingo pasado tenemos una confirmación de lo que siempre he creído y en lo que estamos trabajando, incluso en el Parlamento Europeo. La verdadera fuerza de la alternancia en Francia, la verdadera alternativa es el centro derecha. La alternativa es la reconstrucción de la fuerza política de derechas, razonable, seria, que dice la verdad sobre la situación, que rechaza cualquier tipo de demagogia y que opta por ofrecer a los electores una alternativa capaz de unirlos frente a estas políticas de izquierda.
J. Z.
Lo llaman el Nuevo Frente Popular. Pero en realidad la política del Frente Popular en Francia es bastante antigua. Yo no mencionaría sus orígenes. Básicamente se trata una estrategia del comunismo en Europa. Siempre ha sido una catástrofe porque siempre está en manos de los más radicales, nunca de los más moderados. Los socialistas son conscientes de eso, de que siempre han pagado el precio del Frente Popular. Siempre son ellos los que pagan la factura del Frente Popular.
F. X. B.
Creo que están haciendo una apuesta a corto plazo. Pero esta apuesta es una traición. Sobre todo, después de las elecciones europeas. En las elecciones europeas, este Frente Popular, esta unidad de la izquierda con la extrema izquierda, se creó por primera vez en la historia reciente, en 2022, después de las elecciones presidenciales, donde el candidato socialista obtuvo el 1,5% de los votos. Fue un mínimo histórico, sólo el 1,5% en las elecciones nacionales.
J. Z.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, es de origen español.
F. X. B.
Así es. En ese momento decidieron que se presentarían a las elecciones legislativas apoyando a Jean-Luc Mélenchon y de la extrema izquierda. Y como consecuencia, se pagó con un alto precio político y moral, si se puede decir de esa manera. Porque la extrema izquierda en Francia se encuentra ahora en una situación política terrible en la que, como he dicho antes, justifican la violencia política, alimentan el antisemitismo, excusan también el separatismo en el país y ponen en peligro -y esto es común con la situación española- la unidad del país, la unidad de la comunidad política. En esta estrategia están en juego los principios básicos. Los socialistas decidieron ponerse de su lado, lo que fue absolutamente escandaloso.
En las elecciones europeas, nuestro colega en el Parlamento, Raphaël Glucksmann, lideró una campaña para decir que no volverían a hacerlo. Dijeron que habían entendido la lección, que irían bajo su bandera y que defenderían su línea socialista. Eso le valió una gran estima por parte de la opinión pública y, de paso, obtuvo un resultado bastante bueno en las elecciones europeas. Pero llegaron las elecciones anticipadas y, al día siguiente de las elecciones europeas, en tan sólo unas horas, se reunieron con la extrema izquierda.
Es una clara señal de que los socialistas no tienen ningún tipo de línea política moral. Creo que esto tendrá un enorme precio político. Si nos fijamos en la victoria del Partido Laborista en Gran Bretaña, vemos que hicieron exactamente lo contrario. Decidieron expulsar a los defensores del antisemitismo para evitar cualquier tipo de programa radical, incluso en términos de políticas básicas. En la campaña del Front Populaire en Francia prometían 50.000 millones de euros más en impuestos para este verano. En Francia, que ya detenta el récord mundial de impuestos, prometen acabar con el pacto del mecanismo europeo de estabilidad para destruir también la Unión Europea.