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Un gobierno difamador

Anotaciones FAES 39

El Gobierno con su presidente a la cabeza se ha convertido en una fuente incesante y agravada de difusión de bulos con una iniquidad creciente. No se trata sólo de informaciones deformadas sino de mentiras infamantes con las que trata de contrarrestar la extensión de la mancha séptica de corrupción, utilización del poder en provecho propio y deslizamiento caudillista y autoritario que lo definen.

La portavoz del Gobierno miente de manera delirante comentando una decisión judicial que abiertamente contradice las pretensiones de Sánchez para evitar la investigación sobre las actividades turbias de su mujer. Ministros como Bolaños, López y el propio Sánchez calumnian a la presidenta de la Comunidad de Madrid insultándola como corrupta, al hermano de esta, –libre de toda responsabilidad en sus negocios legítimos– y a la propia pareja de Ayuso que ha llevado al fiscal general del Estado al borde de la imputación por revelación de secretos que afectan a la presunción de inocencia de aquel. El Gobierno y su servil coro mediático concertados en una operación de rescate de emergencia de Sánchez concentran en José Luis Ábalos –ese que presentó la moción de censura contra Rajoy como remedio contra la corrupción– la responsabilidad de una trama corrupta que tiene todos los elementos que caracterizan a la corrupción socialista, desde Roldán al “tito Berni”, desde los ERE en Andalucía a la trama de la FAFFE, un patrón que combina el beneficio económico con la voracidad sexual.

No, Sánchez no es un pobre inocente asediado por los jueces, sino un “killer” político sin escrúpulos con la sola obsesión de mantenerse en el poder a costa de lo que sea. No, Begoña Gómez no es una lumbrera de las ciencias sociales a la que se disputan las mejores universidades del mundo, sino alguien carente de habilitación académica alguna mínimamente relevante que parece haberse prevalido de su condición de “mujer de” –paradoja feminista, por cierto– para montar una pretendida cátedra de contenidos irreconocibles envueltos en la sonrojante logorrea de “la presidenta” (copyright Patxi López).

Sí, hay caso Begoña Gómez; hay caso fiscal general; hay caso –y mucho– Ábalos; y puede que estos casos crezcan. No, no hay caso Ayuso, ni caso hermano de Ayuso, ni caso Peinado, ni caso de la hermana del primo de un amigo de Feijóo. Por haber, debería haber caso Abogacía del Estado, cuyo prestigio, hasta hace poco inobjetable, ha caído en el abismo arrastrado por la aquiescencia de sus máximos responsables a los despropósitos jurídicos de Sánchez.

Si alguien quiere saber lo que es “lawfare”, basta con que lea la última resolución judicial que rechaza en los términos más severos que se puede pensar la querella contra el juez Peinado presentada por la Abogacía del Estado en nombre de Pedro Sánchez, quien se transmuta de hombre enamorado a institución presidencial según le convenga. En esa resolución se explica perfectamente lo que significa “lawfare”, en este caso, la utilización de recursos judiciales con fines intimidatorios para los que han de juzgar.

Hasta Sánchez y un Gobierno que confía su continuidad a su alianza con la mentira deberían tener límites. Es más, cuando la mentira se convierte en abierta calumnia o en falsedad patente, quienes las promuevan y las propaguen deberían avistar la respuesta penal que merecen si no queremos que este Gobierno arrastre a todo el sistema institucional y a la democracia misma al lodazal en el que se revuelve.