Anotaciones FAES 54
En España ya no es hiperbólico preguntarse si realmente vivimos en un régimen parlamentario tal y como lo definen la ciencia política y la propia Constitución. Sin derogaciones formales, vaciando contenidos y pervirtiendo prácticas, está volatilizándose el “espíritu de las leyes” sin cambiar una coma de su letra. Y así, cuando no se tiene una mayoría adicta en el Senado, se mutilan competencias suyas esenciales. Se gobierna por decreto y se legisla sorteando los procedimientos que implican supervisión de órganos consultivos; si es que puede hablarse de “legislación” para referirse a la recurrente libranza de cheques al portador en pago del único refrendo parlamentario auténtico en tres años: el voto de investidura. Convertido por el sanchismo en aval perpetuo cuyo único límite será la enojosa necesidad de disolver las Cámaras cuando la legislatura agote su plazo o cuando Sánchez vea agotado el civismo de la nación.
Estábamos advertidos. Esto era “gobernar sin el legislativo”. Es lo que tienen las coaliciones negativas: un Gobierno sin mandato que solo puede contar con una falsa mayoría para bloquear la alternativa e ir viviendo a costa del capital histórico, político y financiero de la nación mientras sean compatibles un interés personal y partidario –el de Sánchez y los socialistas– con el interés particular y particularista de minorías hostiles a la posibilidad misma de definir ningún “interés general”.
Cuando los debates parlamentarios arriesgan desencuentros en el bloque de ruptura, la solución es muy sencilla: ahorrarse el trago y sustituir el Parlamento por una rueda de prensa. Si para la ministra de Hacienda mil doscientos millones “no eran nada”, para Sánchez diez mil millones son calderilla. ¿Vamos a ponernos a discutir por algo así? ¿Vamos a someter a las Cortes modificaciones presupuestarias cuando llevarles un proyecto de Presupuestos es una “pérdida de tiempo” según nuestra sensible ministra portavoz? ¿Mandato constitucional? Bueno, bueno, eso tiene muchas lecturas… ¿Vamos a correr el riesgo de que puedan visualizarse mayorías alternativas dispuestas a satisfacer compromisos razonables? Con una dación de cuentas aprovechada para reprochar “falta de sentido de estado” al coco derechista será más que suficiente. Además, llegar al 2% del PIB “como sea” no es tan difícil: el verde también es color de camuflaje. Nuestros drones harán el amor y no la guerra. Lo importante aquí es pasar de pantalla sin que el Congreso vote nada…
Cuando la praxis democrática deviene convención sin garantías, volatilizada en cuanto la mitad más uno decide no respetarla, se coloca al país en una pendiente peligrosa. El ejercicio del poder en una democracia liberal siempre es limitado; o ya no hay democracia liberal. Las democracias parlamentarias, además, necesitan contar con la confianza periódicamente actualizada de la representación popular; ciñendo siempre su actuación a límites constitucionales establecidos de antemano; y rindiendo cuentas de un poder que siempre es delegado, reversible y provisional, porque debe ser responsable.
Las arbitrariedades y los atropellos no pueden salir gratis. Las responsabilidades de todo tipo que se están contrayendo deberán ser puntualmente exigidas y sustanciarse allí donde proceda en cada caso: en las urnas, en las Cortes o en los tribunales. No hay democracia sin accountability. O rendición de cuentas o rendición de la democracia.