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Afganistán, el fin de la hegemonía

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Enrique Fojón es  Coronel (R) retirado 

“Depende del pueblo de Afganistán decidir qué gobierno quiere, no el que le impongamos”, afirmó el presidente Biden durante un discurso en la Casa Blanca el 8 de junio, anunciando que la retirada de tropas americanas del país asiático se completaría el 31 de agosto.

Biden enfatizó que lo que suceda después de la retirada dependerá de los afganos, aunque agregó que Estados Unidos continuará financiando y equipando al gobierno y ayudando al ejército afgano a mantener sus fuerzas. Biden también dijo que no cree que Estados Unidos sea responsable de las bajas civiles que podrían ocurrir si los talibanes retoman el poder después de que las tropas occidentales se vayan. Excusatio non petita

Washington decidió suspender su presencia militar en Afganistán, devolviendo el poder a los talibanes tras una “ocupación” de 20 años. Es difícil enmarcar este hecho histórico en cualquier tendencia o teoría estratégica. Como es sabido, el comienzo fue la reacción militar a los ataques islamistas a Nueva York y a Washington en septiembre de 2001. La ocupación trajo consigo enfrentamientos tácticos de gran desgaste y pocos resultados estratégicos.

Dos decenios es un largo periodo de tiempo. La reacción contra los ataques a territorio americano hizo surgir con fuerza el mantra: “terrorismo”. La llamada “Guerra contra el terror” justificó las campañas de Afganistán e Irak, concebidas inicialmente como la pura aplicación de la capacidad militar, que pronto se significaron como campañas militares sin finalidad estratégica. El terrorismo, que es un modo de acción, no era la amenaza, esta era el islamismo organizado. No se puede luchar contra una sensación de angustia. La confusión entre lo que constituye un medio de acción y la finalidad estratégica, puede considerarse como una de las causas de lo que hoy es una derrota.

La finalidad estratégica en Afganistán se sustituyó por una utopía. El sueño de “hacer del mundo un lugar mejor” mediante la vigencia de los llamados valores occidentales –el evangelio secular democrático– ha resultado una ilusión en muchos lugares. Hay que recordar que en la campaña electoral que llevó a Obama a la presidencia, este calificó a Afganistán como “guerra buena” y a la de Irak como “mala”. De la “mala” se retiró en diciembre de 2011 y encargó al general McKrystal que liberase a la “buena”. La factura que le pasó el general no era asumible por el presidente y, tras una fugaz escalada militar, esta vez dirigida por los talibanes, la rutina volvió.

¿Cuál se puede considerar el factor estratégico decisivo en Afganistán? Una vez más el tiempo; Estados Unidos ha pasado en 20 años por cinco legislaturas y el sistema democrático no lo aguanta. Una vez más, como en Vietnam, los americanos no fueron derrotados militarmente, lo fueron en la política doméstica. ¿Cómo se materializará la situación? No sería de extrañar que la Republica afgana de 2004 se convierta ahora en un Emirato.

La retirada americana coincide con una ofensiva talibán –elemental estrategia– en la que destacan las ejecuciones de funcionarios del Gobierno de Kabul y el retorno de las mujeres a su estatus tradicional. Es la típica operación de relevo por un actor no estatal. Si habrá colapso del régimen o una lucha prolongada es algo que está por venir. Estados Unidos ha tomado medidas para evacuar a los intérpretes y funcionarios afganos que han trabajado para ellos y otros países de la OTAN.

Y mientras, tanto Washington como los países europeos están preocupados por quién controlará el aeropuerto de Kabul. La esperanza es que la segunda potencia más grande de la OTAN, Turquía, asuma la responsabilidad en este asunto, así como la coordinación de refugiados a las repúblicas exsoviéticas. La actitud de Irán habrá que verla. Dada la distribución de la población, principalmente rural, las zonas que vayan cayendo bajo control talibán tendrán negado el desplazamiento. Puede preverse un éxodo controlado hacia Tayikistán y Turkmenistán.

En cuanto a la reanudación del terrorismo, todo queda por ver, pues a los talibanes siempre les quedará la disculpa de la venganza por la ocupación y ahí entra Europa. Habrá que estar atentos a mantener abierta la conexión del Golfo que permitió la “negociación” de la retirada.

El fin de la presencia estadounidense en Afganistán señala el declive de sus aspiraciones de construir un orden de democracia universal. Es el símbolo del fin de la utopía que mantuvo la hegemonía estadounidense tras la Guerra Fría. Entre las sinergias que han dado origen a la “competición entre grandes potencias” podría incluirse el que ciertas naciones presentan culturas alternativas a un orden basado en normas. Si Occidente está en crisis es precisamente por las guerras culturales que mantiene en su seno.

¿Cómo afectará la retirada a la geopolítica de la región? Lo primero, en la relación con Pakistán. El escenario necesita el protagonismo de Turquía y RusiaChina y la India no estarán ajenos. Una enseñanza puede obtenerse: la aparente decadencia americana lleva consigo unas relaciones internacionales donde los valores no ocupan ya lugar decisivo y decisorio.