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Albania: entre la negociación con la UE y la crisis política

Linda Karadaku es periodista, escritora y comentarista política albanesa. Autora de diversos libros, fue corresponsal en la Guerra de los Balcanes.

El origen de la actual crisis en Albania es político. La polarización se intensificó en primavera con las protestas de la oposición. Las elecciones locales el 13 de octubre de 2019 serán un salvoconducto en vistas de la decisión de la UE sobre la ampliación.

La crisis de la clase política albanesa volvió a aflorar en febrero de 2019, creando una situación desconocida desde la era comunista, y, por tanto, sin precedentes en democracia. Los dos principales partidos de la oposición –el Movimiento Socialista por la Integración (Lëvizja Socialiste për Integrim) y el Partido Democrático (Partia Demokratike e Shqipërisë)– decidieron abandonar el Parlamento en un claro signo de protesta contra el Gobierno. Monika Kryemadhi y Lulzim Basha, líderes de los citados grupos, habían acusado al primer ministro Edi Rama y a su ejecutivo de corrupción, de vínculos con el crimen organizado y de intentos de hacerse con el control del sistema judicial.

De hecho, desde hace dos años se está llevando a cabo una reforma, apoyada y promovida por los países occidentales, con el firme objetivo de apartar a los jueces y fiscales corruptos de todos los niveles del sistema judicial, y establecer así nuevas instituciones, incluyendo una fiscalía y un tribunal especiales, los cuales se ocuparían de los casos de corrupción institucional y de crimen organizado. Ben Andoni, periodista y comentarista político, lo explicaba en unas declaraciones en Tirana: “La crisis política albanesa se palpaba en el ambiente, y se concretó tras la reforma judicial. En Albania, siempre sucede antes de unas elecciones locales o al Parlamento, pero esta vez se vio alimentada por la falta de preparación de la oposición antes de las elecciones, así como por su débil liderazgo frente a los enormes abusos de poder del primer ministro del país”. Andoni destacó varios escándalos relacionados con el Gobierno socialista, como el de algunos diputados forzados a abandonar el Parlamento tras ser acusados de vínculos con el crimen organizado, prevaricación y robo de votos en la última campaña electoral, que convirtió el liderazgo local en algo poco fiable.

Sin embargo, el principal partido de la oposición, el Partido Democrático, no supo aprovechar los errores del Gobierno de Rama, si exceptuamos la Ley de Descriminalización, que obligó a los diputados socialistas presuntamente relacionados con actividades delictivas a dejar el Parlamento. La oposición no logró crear las condiciones necesarias para unas nuevas elecciones; no consiguió forzar al Partido Socialista de Rama a disolver el Parlamento y a tomar medidas basadas en el respeto por las instituciones y por las reglas del juego político. En pocas palabras, los líderes de la oposición gestionaron de forma nefasta la crisis política, pidiendo un Gobierno de transición y la dimisión de Rama; se radicalizaron y no dejaron salida alguna a un compromiso.

El origen de la actual crisis en Albania se ha de buscar, pues, en la política misma. Ilva Tare, alta ejecutiva de Euronews Albania, lo resumía así: “Después de casi tres décadas de democracia, los políticos albaneses no han logrado fomentar una cultura del diálogo y de la convivencia en el respeto a las instituciones, es decir, lo contrario a utilizarlas políticamente. También es cierto que aún no existen instituciones sólidas y eficientes por culpa de la cultura de la división, y de la polarización en casi todos los temas, por parte de los partidos políticos”.

La polarización se hizo más profunda, y la crisis se intensificó en la primavera de 2019 con las protestas de la oposición, algunas violentas y perjudiciales sobre todo para ella misma, pues decidió no tomar parte en las elecciones locales. Ahora, los socialistas controlan el Gobierno con 74 de los 140 escaños del Parlamento y, tras las mencionadas votaciones, controlan asimismo los ayuntamientos. La participación en los comicios municipales de junio de 2019 fue bajísima, poco más del 20%, pero, a pesar de ello, los alcaldes socialistas controlan el país de norte a sur.

El presidente albanés, Ilir Meta, exlíder del Movimiento Socialista por la Integración, ahora en la oposición, intervino en la crisis fijando una nueva fecha para las elecciones locales, esta vez el próximo 13 de octubre de 2019. Ben Andoni dice que cuanto ha logrado es un estancamiento constitucional y lleva al país a una crisis institucional sin lógica alguna. “Como esto no era suficiente, él mismo, con sus afirmaciones, ha abandonado el protocolo del discurso presidencial, y parece comportarse como el mayor opositor al primer ministro del país, quien, por su parte, ha hecho caso omiso de él gracias a su poder ejecutivo”, afirma Andoni. Los socialistas han creado una comisión parlamentaria para examinar las medidas del presidente, tras acusarlo de violar la Constitución del país. Albania es una república parlamentaria y el presidente es elegido por los diputados del Parlamento. Los socialistas votaron a Ilir Meta como presidente en 2017, los demócratas no participaron en la votación en aquel momento. Los socialistas incluso han recabado la opinión de la Comisión de Venecia sobre la presunta violación de la Constitución por el presidente.

La reciente crisis corre a la par con la reforma judicial y los esfuerzos de Albania para iniciar las negociaciones de adhesión con la Unión Europea. La Comisión Europea ha recomendado la apertura de las mismas, pero el Consejo de Ministros las ha pospuesto hasta el 18 de octubre de 2019. La actual crisis albanesa está entorpeciendo el proceso. El Gobierno socialista y el mismo Edi Rama se han centrado en la reforma judicial y en el camino de Albania hacia la UE, acusando a la oposición de tenerle miedo a la nueva justicia y de obstaculizar la adhesión a la UE. Por su parte, el presidente Ilir Meta insiste en que celebrar nuevas elecciones locales el 13 de octubre de 2019 será un salvoconducto para Albania en vistas a una decisión positiva por parte de la UE cinco días más tarde, el 18 de octubre.

Ben Andoni asegura que el Partido Democrático tomó una medida extrema, perjudicándose sobre todo a sí mismo, pero también “blanqueando” la imagen del primer ministro Rama, quien se mantiene firme en la reforma judicial, la cual tiene sus propios problemas. Albania no posee todavía un Tribunal Supremo o un Tribunal Constitucional operativo tras la investigación realizada sobre los jueces y fiscales que fueron destituidos, principalmente, porque no podían justificar su riqueza. “La crisis ha mostrado que la clase política albanesa se halla por completo en un nivel parapolítico, y con enormes problemas morales en cuanto al futuro del país”, concluye Andoni. Mientras tanto, el presidente Ilir Mita ha solicitado a la OSCE una solución a la crisis, pero los comentaristas políticos creen que la solución debería venir desde dentro. “La salida parece altamente improbable, considerando las posturas extremas de los actores políticos, pero debería partir de las instituciones de este país, independientemente de lo débiles o cuestionables que sean”, afirma Ilva Tare. Parece que Occidente está cansado de la política albanesa. Tan solo hace un par de años, mediaron para resolver otra crisis antes de las elecciones al Parlamento de 2017, que llevaron a la participación del Partido Demócrata, hasta ese instante reacio a hacerlo.

“Creo que nuestros aliados occidentales están decepcionados por el bajo nivel de la cultura política albanesa, y no tienen interés alguno en dedicarse a desactivar una nueva crisis tan solo un año después de la anterior, y creada además por los mismos actores y por las mismas razones, que han manifestado públicamente”, concluye Tare, al tiempo que señala que el nivel de madurez de los políticos albaneses tiene un coste para el pueblo, y causa un inmerecido retraso en el sueño largamente esperado de formar parte de la Unión Europea.

Versión española de Josep Carles Laínez