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Alberto Núñez Feijóo en la clausura del Campus FAES 2024

Es un honor participar en la clausura, un año más, el Campus FAES. Esta es una cita imprescindible para un presidente del Partido Popular, pero lo es por muchas cosas. Decía Aznar que habían pasado voces autorizadas para entender el mundo de hoy, para entender los desafíos económicos a los que nos enfrentamos, el contexto geopolítico internacional, la degradación de las instituciones que padece España y también el papel que España y Europa deben jugar en el presente y el futuro. Quien se haya asomado en estos días a los paneles de este campus habrá encontrado significado a la Fundación. Primero, una defensa total de los valores que nos reúnen alrededor de las democracias occidentales. Segundo, un debate honesto y constructivo entre diferentes puntos de vista. Y tercero la voluntad de compartir experiencias para afrontar los retos que tenemos y tiene España:

-Como Nación
-Como Estado miembro de la Unión Europea
-Como integrantes de la OTAN
-Y como hispanoamericanos
Y precisamente sobre esto, quisiera hacer un breve paréntesis, para referirme al enésimo conflicto diplomático de nuestro país. Una de las señas de identidad del populismo es la falta de respeto a nuestro país.

El presidente saliente, y la presidenta electa de México, han recurrido a una provocación inaceptable entre dos países que, a pesar de ellos, seguirán siendo hermanos en el futuro. Y lamento que la diplomacia haya fallado para reconducir la situación. Constatado su fracaso, la reacción ha sido lógica. No cabía otra opción. Sinceramente creo que a la presidente de México le vendría bien leer un libro titulado “Nada por lo que pedir perdón”. Se lo haré llegar en defensa de nuestro legado, dignidad y en defensa de nuestro Jefe de Estado.
Dicho esto.

Es triste volver a ver que el señor Sánchez pone el foco en si el gobierno de otro país le resulta simpático o no para defender nuestras instituciones.

Y es inaceptable que para el Gobierno haya más motivos para retirar a un embajador por un comentario en un mitin sobre la mujer del presidente, que por la falta de respeto al Jefe del Estado. Y con esto no pido en ningún caso que se retire al embajador de España en México. Lo que pido es que se nombre a un nuevo embajador en Argentina.

Pido una política diplomática seria y pido que se defienda más a quien nos representa a todos que a quien no representa a nadie. Como regla general, pero menos aún en estos tiempos, cabe la posibilidad de quedarse quieto. Pero menos aún la de tomar la dirección equivocada.

Por poner un ejemplo de primera actualidad, Europa está moviéndose para hacer frente a un problema que se extiende como es el de la inmigración ilegal y la inacción es la mejor aliada para fomentar las mafias.
España ha de actuar, ha de formar alianzas ante un desafío que nos es común y estos lazos tienen que establecerse con las naciones que sí están logrando resultados.

El prejuicio, la conveniencia ideológica y la demagogia están apartando a España de formar parte de las naciones que sí ponen solución a los problemas.

Es una militancia equivocada. La misma que se está ejerciendo en naciones que se alejan cada vez más de valores que van más allá de unas siglas políticas o unos intereses personales.

En el mundo de hoy, no hay militancia más noble que la de la libertad, la Democracia y el Estado de derecho que han de ser defendidos y reivindicadas sin ambages ante cualquier amenaza interna, externa y en cada rincón del mundo. La gran disyuntiva política y moral de nuestros tiempos, divide a aquellos que creemos en la democracia, el multilateralismo y el orden internacional basado en reglas de aquellos que se alinean, de manera tácita o explícita, con autocracias y regímenes poco homologables a nuestros valores.

Me preocupa, en este sentido, que el Gobierno de España y su Presidente, y el único expresidente al que atiende, se muestren más conniventes y complacientes con dictadores que con muchos demócratas a los que han pretendido arrinconar situándonos al otro lado de su muro sectario. Sea por intereses económicos, por simpatías ideológicas o por secretos inconfesables.

Los españoles estamos inequívocamente con la democracia. Y España, a través de su Gobierno, debe estarlo también. En Europa y en América. No nos podemos permitir que España sea noticia en la Unión por los ataques de su Gobierno al Estado de derecho, a jueces y periodistas y medios de comunicación. Es decir, que pretendan recortar nuestras libertades.

Ni tampoco es permisible ser vistos como el enlace en el Viejo continente con los autócratas que someten a sus pueblos. Entre Maduro y el pueblo venezolano, no puede haber dudas en la elección. Entre la tiranía y la democracia, no puede haber equidistancia. Y entre los intereses ideológicos, partidistas o particulares y la libertad, siempre nos encontrarán al lado de la gran mayoría de los españoles, enarbolando la bandera de la libertad.

Es imposible afrontar con garantías los problemas de un país con un Gobierno insostenible. La debilidad interna impide cualquier reforma doméstica. Por mínima que sea. Y la debilidad en la palabra y los principios lastra la credibilidad de cualquier acción exterior de nuestro país.

Para muestra, la última gira africana de Sánchez. Aún hoy no se sabe bien si el objetivo era promocionar España como destino -como dijo un día- o advertir de deportaciones -como dijo al siguiente-. Pero lo cierto es que, en dos semanas, se multiplicó por tres el flujo migratorio ilegal a través de las islas Canarias.
Es preocupante la situación de ingobernabilidad de esta legislatura, por más que a nadie puede sorprenderle. Se sabía y se advirtió desde el primer minuto. Yo mismo, en el momento en el que resultó presidente electo, me fui a su escaño y le dije: presidente, esto es todo una gran equivocación.

Pero aún más lesiva que la ingobernabilidad es el desgobierno. No se está sirviendo a los españoles. La renuncia a presentar el techo de gasto ante el Congreso es el último ejemplo de una renuncia total a gobernar. Han dimitido de sus responsabilidades sin dimitir de su cargo. Porque el cargo es lo único que queda.

Su proyecto político es la supervivencia personal. A costa de lo que sea. También de los españoles a los que no se atiende. Es la debilidad que lo condiciona todo.
Es su debilidad por el poder.

Porque, mientras tanto, en la España real, la que le queda lejos a quienes escapan de los problemas, retuercen las previsiones y presumen no se sabe bien de qué.

Esta semana hemos conocido que el salario más frecuente ha bajado hasta el salario mínimo. Por primera vez, tenemos la mayor tasa de personas, como se refería el presidente Aznar, en riesgo de pobreza o exclusión social de todos los países del euro. Más de 13 millones de españoles. Somos líderes en paro juvenil y global y segundos en el paro femenino. Los jóvenes tienen cada día más difícil emanciparse por sus condiciones laborales y de acceso a la vivienda y el índice de miseria es el mayor de la UE.

Llevan seis años en el Gobierno y hablan de los problemas de nuestro país como si llevasen seis días. No hay ninguna reforma ambiciosa, no hay visión de país y no hay ningún acuerdo para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, porque todos los esfuerzos para el acuerdo se dedican a complacer la posición de sus socios. Ya sea en España o en Suiza.

Ante la peor manera de ejercer el poder, la alternativa ha de rescatar la mejor política. Con la ambición colectiva para proponer reformas. Con la visión para construir un país mejor y con la capacidad de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. En definitiva, una política verdaderamente al servicio de los españoles.
Por eso, llevamos semanas hablando y haciendo propuestas, en materia de inmigración, de vivienda, de los enfermos del ELA o de conciliación. Y es por una razón: porque si no se ocupa el Partido Popular de los españoles, no lo hará nadie en una política que han reducido a sus ombligos.

La calidad de vida, los cuidados de la familia o la natalidad son mucho más importantes de lo que ellos se creen.

Los españoles –especialmente los jóvenes– tiene que recuperar la capacidad de tener planes de vida y ser libres para desarrollarlos. Estoy convencido de que no podemos permitirnos, como país, tener a generaciones enteras de ciudadanos frustrados o resignados ante el porvenir.

España necesita futuro. Necesitamos niños y niñas. Necesitamos a mujeres y hombres que puedan plantearse formar una familia. Y necesitamos a madres y padres que puedan atenderla. Esto no lo lograremos con el “más de lo mismo” de estos años. Esto nos exige reformas en todos los ámbitos. En el educativo, el laboral y en el económico.

En el educativo, nos hemos comprometido con la gratuidad de las guarderías en toda España. En el laboral, nos comprometemos con la ampliación de los permisos de paternidad y maternidad, así como con la libertad para disfrutarlos como crean conveniente las familias. Y en materia fiscal, aquí tenemos una referencia de que se pueden impulsar medidas y, a la vez, la constatación de que después se debería haber hecho algo más.
Hace 25 años, repito: 25 años, el Gobierno del presidente Aznar estableció una deducción de 1.200 euros anuales en el IRPF por maternidad, que no se ha actualizado desde entonces. Ni se han incrementado las cuantías, ni se ha actualizado al IPC. Solo el Gobierno Rajoy la amplió en 1.000 euros más por los gastos de guardería.

Después de 25 años creo que es necesario incrementar esas deducciones y aumentar el apoyo directo vía IRPF a las familias con hijos a cargo. Las familias necesitan el apoyo de las instituciones para que puedan desarrollar su proyecto de vida. Para eso está la política: para intentar mejorar la vida de los demás.
En eso estamos. Y agradezco al presidente Aznar, en calidad de presidente Faes, de expresidente del PP y de España, su apoyo constante y continuo. Y le agradezco especialmente este campus, por ser, una vez más, un foro de reflexión, estudio y debate sobre los grandes asuntos de nuestro tiempo. Por ser, una vez más, reflejo del puente que debemos ser entre Europa y América. Y por ser, una vez más, un faro de democracia, libertad y valores.