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Alemania 25 años después del Muro

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El próximo domingo 9 de noviembre se cumplen 25 años de la caída del Muro de Berlín. Un día antes, un error comunicativo de Günter Schabowski, portavoz del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED en sus siglas en alemán), había propiciado la inesperada apertura de las fronteras en la RDA y puesto fin a 28 años de división en la ciudad más importante de Alemania. La RDA asumía su fracaso como proyecto colectivo, tanto en lo económico como en lo social, y ante la imposibilidad de mantener encerrados a sus propios ciudadanos, decidía poner fin a su corta existencia y gestionar el final de un régimen calificado por muchos como de Estado “injusto” (Unrechtsstaat), término al que se refirió el propio presidente de la República, Joachim Gauck, en su discurso conmemorativo de la multitudinaria manifestación de Leipzig el pasado 9 de octubre. Este proceso se conoce habitualmente como die Wende (el cambio).

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Roberto Inclán es germanista


El próximo domingo 9 de noviembre se cumplen 25 años de la caída del Muro de Berlín. Un día antes, un error comunicativo de Günter Schabowski, portavoz del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED en sus siglas en alemán), había propiciado la inesperada apertura de las fronteras en la RDA y puesto fin a 28 años de división en la ciudad más importante de Alemania. La RDA asumía su fracaso como proyecto colectivo, tanto en lo económico como en lo social, y ante la imposibilidad de mantener encerrados a sus propios ciudadanos, decidía poner fin a su corta existencia y gestionar el final de un régimen calificado por muchos como de Estado “injusto” (Unrechtsstaat), término al que se refirió el propio presidente de la República, Joachim Gauck, en su discurso conmemorativo de la multitudinaria manifestación de Leipzig el pasado 9 de octubre. Este proceso se conoce habitualmente como die Wende (el cambio).

A partir de entonces, el país asumió su reunificación como uno de los retos más importantes de su historia. Bajo la atenta mirada del mundo, este proceso fue una demostración de éxito democrático en la difícil tarea de unir a dos sociedades tan distintas como la capitalista y la comunista. El deseo de cerrar heridas y mirar juntos hacia el futuro generó la determinación necesaria para que este periodo fuese lo más breve posible, y el 3 de octubre de 1990, menos de un año después, se proclamó oficialmente la adhesión de los nuevos cinco estados –Turingia, Sajonia, Sajonia-Anhalt, Brandeburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, más la parte Este de la ciudad de Berlín– a la República Federal de Alemania.

Sin embargo, durante este periodo fueron numerosos los obstáculos que superar, incluyendo los disparos al por aquel entonces ministro de Interior en el Gobierno del canciller Helmut Kohl, Wolfgang Schäuble, y el apuñalamiento sufrido por el candidato del SPD a la cancillería, Oskar Lafontaine, tras un mitin celebrado en Colonia el 25 de abril de 1990.

A pesar de ello, la reunificación siguió adelante, para decepción de sus detractores, como el entonces primer ministro de Italia, Giulio Andreotti, quien pronunció la famosa frase “amo tanto a Alemania que prefiero que haya dos”.

A lo largo de estos 25 años, los distintos Gobiernos federales han tratado de reducir las diferencias existentes en el momento de la reunificación entre los dos países. En lo económico han sido numerosas las iniciativas llevadas a cabo durante todos estos años para paliar este contraste. La más importante de todas ellas es el conocido como Pacto de Solidaridad (en vigencia hasta el año 2019), por el que cada año los nuevos estados del Este reciben unas transferencias millonarias financiadas por sus vecinos occidentales.

Pero lejos de hacer realidad estos deseos, la realidad es tozuda y todos los datos indican que aún queda mucho trabajo por hacer. A pesar de todos los esfuerzos, hoy en día podemos seguir hablando de la existencia de una Alemania de dos velocidades. Con una población escasa y cada vez más envejecida, los Länder del Este apenas alcanzan dos tercios de la renta de sus vecinos del Oeste –2.691 euros de ingresos brutos mensuales de media frente a 3.577–. El menor desarrollo del Este no supone un incentivo para las grandes empresas del país, la gran mayoría de la cuales tiene su sede principal en la parte occidental. Por ello, las oportunidades laborales distan de ser similares, y según las últimas cifras disponibles, el Este sufre una tasa de paro del 9%, cuando en el Oeste sólo alcanza el 5,6%, con el estado de Baviera a la cabeza del empleo, con un escaso 3,4% de paro.

En cuanto a los bienes por habitante, cada ciudadano del Este posee de media menos de la mitad que uno del Oeste –61.200 euros frente a 140.600, según cifras del pasado año 2013–.

El futuro a corto plazo tampoco parece ser todo lo bueno que se pensaba hasta hace poco para el conjunto del país. Recientemente, el ministro de Economía y vicecanciller, Sigmar Gabriel, rebajó las expectativas de crecimiento para este año del 1,8% al 1,2%, y las del año 2015 también han descendido del 2% al 1,3%.

Además, el clima social y político tampoco pasa por su mejor momento. Los actos conmemorativos por la caída del Muro se celebrarán durante los próximos días coincidiendo con la mayor huelga de ferrocarril de la historia del país, con una disputa entre la empresa Deutsche Bahn y el Sindicato de Maquinistas Alemanes (GDL), que tiene paralizado a gran parte del país. A esto hay que sumar que esta semana se ha despejado el camino para la coalición rojo-rojo-verde en el Land de Turingia, que va a posibilitar que el próximo mes de diciembre Bodo Ramelow llegue a ser el primer ministro-presidente de una región alemana. Ramelow pertenece al partido Die Linke, heredero del antiguo Partido Socialista Unificado de Alemania de la RDA, que aún cuenta entre sus filas con varios exdirigentes de este régimen comunista e incluso con varios exmiembros del Ministerio para la Seguridad del Estado, más conocida como la Stasi.

Han pasado 25 años desde que la sociedad alemana decidiera acabar con la vergüenza que representaba el Muro de Berlín, pero las diferencias entre el Este y el Oeste siguen siendo más que evidentes. No existe actualmente ningún impedimento físico para lograr esta unidad, pero como expresó en su novela la escritora y ciudadana de la antigua RDA Christa Wolf, parece que el cielo sigue estando dividido.

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