Roberto Inclán es editor y analista de política alemana
En un mundo sin COVID-19, el pasado 25 de abril la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU en sus siglas en alemán) hubiera elegido a su nuevo presidente, tras la renuncia en febrero de su actual líder Annegret Kramp-Karrenbauer. No obstante, “el virus chino” –según palabras de Donald Trump– ha cambiado la realidad política hasta tal punto que la propia presidenta interina AKK afirma ahora que su relevo en la presidencia de su partido es “una cuestión que por el momento no interesa a nadie” (1). Por tanto, rechaza la convocatoria de un congreso extraordinario para esta elección y no será hasta el mes de diciembre el momento en el que la CDU tendrá un nuevo presidente, como transmitió a través de una videollamada a 150 líderes del partido, con presencia de la propia Angela Merkel (2). En el proceso de primarias abierto, cuatro son los candidatos a relevar a AKK: Friedrich Merz, Armin Laschet, Norbert Röttgen y Markus Söder. Este último perteneciente a la CSU de Baviera, la cual preside actualmente, y quien por el momento aparece como favorito con una subida de 22 puntos, debida en parte a su gestión de la crisis al frente del Land.
La gestión de esta crisis sanitaria ha reforzado el liderazgo de la canciller Angela Merkel y la posición de la CDU como principal partido del país. Según los últimos datos del estudio (3) que realiza mensualmente la cadena pública alemana ARD, la CDU se encuentra en su nivel más alto de toda la legislatura con un 39% del total de votos, siendo el único partido que aumenta su apoyo de forma considerable con cinco puntos más que el mes pasado. Como segunda fuerza, y a menos de la mitad, aparecen Los Verdes con un 18%, seguidos del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), los actuales socios de coalición de Merkel. El resto de partidos no alcanzarían el 10%. En cuanto a aprobación de los líderes políticos, la canciller no solo continúa como la más valorada (68%), sino que ha ampliado su ventaja sobre el resto –el vicecanciller Olaf Scholz, el ministro de Salud, Jens Spahn, o el ministro de Economía y Energía, Peter Altmaier– y obtiene el mejor resultado desde el año 2017.
El próximo mes de noviembre se cumplirán 15 años desde la llegada de Merkel a la Cancillería. Si bien ha anunciado su intención de no volver a presentarse a las elecciones de 2021 y de retirarse de la política, la crisis del coronavirus ha vuelto a abrir el debate y comienzan a sonar muchas voces en torno a las presiones que sufrirá Merkel desde su propio partido para que continúe cuatro años más al frente del Gobierno. Hasta el momento, Merkel ha logrado proteger a su población con bastante éxito en comparación con otros países y las medidas tomadas por el Gobierno han sido muy efectivas. Del mismo modo, su manera de dirigirse a la población en un tono pausado y muy explicativo, ha sido bien recibida por la mayoría del país y desde el extranjero se pone a Merkel como ejemplo de liderazgo efectivo en tiempos de crisis. Además, a partir del próximo 1 de julio Merkel deberá asumir la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, que actualmente preside Croacia, lo que potenciará la presencia de Merkel como referencia política también fuera de Alemania.
Precisamente es a nivel europeo donde Angela Merkel ha dado un paso al frente y el pasado lunes anunció, junto con el presidente francés Emmanuel Macron, un programa de ayudas (4) dentro de la Unión Europea por un valor total de 500.000 millones de euros con fondos del presupuesto de la UE, y con el objetivo de hacer frente a la recesión causada por la crisis del coronavirus y reactivar la economía de la Unión, con especial atención “a los sectores y regiones más afectadas”. Este programa, que permitiría a la Comisión Europea lanzar créditos a los mercados financieros en nombre de la Unión, trataría de ofrecer subsidios y no créditos, que serían devueltos con fondos comunitarios y no individualmente por cada uno de los países. Si bien esta propuesta cuenta con varios países en contra y existen ciertas dudas sobre si finalmente será aprobada, lo que sí refuerza es el compromiso franco-alemán que hasta el momento no había dado una buena imagen en la gestión de esta crisis.
La decisión de que esta ayuda no sea un simple crédito que posteriormente colapse la economía de los países que accedan a ellos –algo a lo que la propia Alemania se había resistido hasta el momento–, debe ser vista como una verdadera novedad y una buena noticia del compromiso de los dos países más importantes, y en palabras del analista político del semanario alemán Die Zeit, Mark Schieritz (5), es la prueba de que “Europa ha vuelto”. Como afirmó Macron, “ningún país saldrá solo de esto”, y por tanto “es necesario actuar de manera europea, puesto que las actuales circunstancias económicas ponen en peligro la unidad de la Unión Europea”.
(2) https://www.zeit.de/politik/deutschland/2020-05/kramp-karrenbauer-nachfolge-cdu-kein-sonderparteitag