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Aragonés y la “minoría perseguida”

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Anotaciones 10

El desvergonzado surrealismo en el que se desarrolla la política catalana bajo el gobierno de los secesionistas alcanza todos los días nuevas cotas. Al presidente de la Generalidad, Pere Aragonés, uniéndose a las reacciones de los prófugos de Waterloo tras la sentencia del TJUE que avala a la Justicia española, no se le ha ocurrido otra cosa que declararse, él también, “minoría perseguida” en tanto que independentista catalán. La matraca es conocida. Se trata de repetir hasta la náusea que a Puigdemont y a los demás se les persigue porque quieren separarse de España, no por declarar unilateralmente la independencia, malversar fondos públicos y desobedecer a los tribunales. Y sobre la persecución misma, qué decir. El de Aragonés y compañía debe ser el único caso en el mundo en el que una “minoría perseguida” gobierna el territorio en el que se supone que tiene lugar la persecución, manda la Policía que, según esto, estaría persiguiéndola. Controla la Administración para asegurar su poder y apoya –y es apoyada– por el Gobierno del Estado que querría acabar con ellos. De hecho, al día siguiente de pronunciada la sentencia del TJUE, el partido del Gobierno del “Estado perseguidor” en Cataluña –el PSC – y la “minoría perseguida” anunciaban el pacto que permitirá al jefe de la “minoría perseguida” aprobar los presupuestos y continuar en el gobierno autonómico hasta el final de la legislatura. Ya sabemos que nacionalismo y victimismo son indisociables, pero, en este caso, si quieren dar pena en Europa –y no lo tienen nada fácil–, Aragonés y los suyos van a tener que trabajar mucho para mejorar su mentira.