El 13 de agosto de 2023, en Argentina se celebraron elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Estas elecciones sirven como prólogo a la siguiente contienda electoral que será el próximo 22 de octubre. Se tratará de una primera vuelta que revelará así quiénes serían los protagonistas definitivos para un hipotético balotaje –segunda vuelta– en noviembre (si ningún candidato obtuviera 40 puntos y más de 10 de diferencia con el segundo; o más de 45 puntos; habrá segunda vuelta –éste es el escenario más probable–).
En las PASO, Patricia Bullrich fue elegida la candidata de Juntos por el Cambio (28 % de los votos). Bullrich se alza como la figura de la coalición opositora Juntos por el Cambio personificando la profunda transformación que anhela la mayoría del pueblo argentino. Su triunfo definitivo requiere de un esfuerzo titánico, ya que se enfrenta a la demagogia, a las mafias y a lo que queda del kirchnerismo que utiliza el aparato del Estado.
El oficialismo kirchnerista, Unión por la Patria (obtuvo 27,28 %), eligió a Sergio Massa como su candidato. Massa es el actual ministro de Economía de un país con 12,4 % de inflación mensual. Massa es el ministro/candidato con competencias sin precedentes que intenta comandar sin éxito un gobierno roto y a la deriva. Massa tampoco cuenta con un apoyo sólido de las figuras de su movimiento: ni de Cristina Fernández de Kirchner ni de Alberto Fernández, cuya popularidad se encuentra en los niveles más bajos jamás vistos por un Presidente en la historia argentina. Sus compañeros parecen haberle soltado la mano ante la cercanía de la derrota. El ministro/candidato de la inflación galopante que no puede cabalgar esta crisis teniendo todos los instrumentos promete hacerlo en un futuro si es elegido. No parece creíble. Al mismo tiempo, a Massa y su gobierno en plena campaña se le manifiesta como un espectro del pasado las nefastas consecuencias de la negligente confiscación de YPF, una auténtica tragedia, que ahora es cuantificable: le costará al pueblo argentino 16.000 millones de dólares de acuerdo con un fallo de los tribunales de EE. UU. Proféticamente, una Patricia Bullrich entonces diputada de la nación, vaticinaba desde el Congreso de la República las consecuencias irreparables que acarrearían las decisiones irresponsables de aquel momento.
Es importante resaltar la otra alternativa que fue la gran sorpresa de agosto derribando todos los pronósticos de los sondeos previos. Se trata de Javier Milei, quien provocó el asombro de todos al obtener un resultado que nadie esperaba. De hecho, en las PASO su fuerza fue la que obtuvo la mayor cantidad de votos (29,86 %). Ese volumen de votos no esperado generó en las dos semanas posteriores a las PASO un efecto “onda expansiva” instalando la sensación de que Milei quizá podía ser un fenómeno político invencible.
Milei es un personaje nacido en los medios. Es un candidato peculiar, conocido por sus excentricidades y propuestas que causan polémica como la sugerencia de “dinamitar el Banco Central”, la dolarización de la economía, la negación del cambio climático, sugerir que estuviera permitido el comercio de órganos de seres humanos o proponer la interrupción de relaciones comerciales con socios estratégicos de Argentina. Ahora Milei, quizá para moderarse, en sus discursos está aplazando la hipotética aplicación de sus propuestas.
Las PASO de 2023 se transformaron en un escenario donde Patricia Bullrich y Javier Milei emergieron como las figuras del cambio en Argentina.
No obstante, sus diferencias son importantes. Las propuestas de Milei parecen desvanecerse como un espejismo borroso, cargado de discursos con un tono violento, carente de un plan viable y transmitiendo la sensación de cierto amateurismo en materias sensibles del Estado. Además, el libertario construye redes con lo más viejo de la política argentina (por ejemplo, los medios argentinos transmitieron que Milei habría tejido una alianza para que participe en la campaña Luis Barrionuevo, aquel sindicalista que lleva más de cuatro décadas ininterrumpidas como jefe de su espacio sindical y que se hizo conocido por su frase: “Tenemos que tratar de no robar por lo menos dos años” (sic) que manifestó en un programa de TV). Obviamente, el inefable Barrionuevo excede al concepto de casta que impuso como bandera Milei en campaña.
Bullrich, en cambio, se presenta como una líder coherente, con visión, objetivos claros, equipos profesionales y un programa de reformas profundas que garantiza gobernabilidad y orden para los argentinos.
Los parámetros económicos y sociales que rodean esta elección resultan cruciales para comprender el éxito del deseo de cambio. Argentina se encuentra inmersa en una profunda crisis, caracterizada por la creciente inseguridad que han marcado los años kirchneristas. Las mafias parecen haberse apoderado de las calles y de los círculos de poder. En el frente económico, la situación no es menos desgarradora. La inflación ha alcanzado niveles alarmantes y más del 40 % de la población vive en la pobreza. Las reservas del Banco Central están en mínimos históricos y la deuda nacional ha alcanzado proporciones astronómicas. La fuga de talento joven agrava toda esta situación.
Lamentablemente este panorama ocurre en un país maravilloso con fortalezas y oportunidades únicas en sectores estratégicos y que tiene para ofrecerle al mundo lo que precisamente el mundo más necesita: energía, agroindustria, talento, servicios basados en el conocimiento, minería, sin dejar de mencionar el potencial del turismo argentino.
Patricia Bullrich no se limita a señalar los problemas, sino que ofrece soluciones viables para poner en funcionamiento esas potencialidades de Argentina que el kirchnerismo anestesió. Para ello cuenta con propuestas para generar confianza y dinamizar todos los sectores de la economía: desde medidas muy fuertes contra la corrupción, hasta propuestas contrastadas para bajar la inflación ordenando las variables económicas. Propone una reforma del Estado integral, impulsa la responsabilidad fiscal y respalda la autonomía del Banco Central. También propone modernizar el régimen laboral. En materia internacional, el programa es muy solvente: posicionar a Argentina en el mundo construyendo previsibilidad y confianza, y potenciando el comercio de toda la producción argentina para incrementar las exportaciones. Asimismo, Juntos por el Cambio subraya que el Mercosur debe avanzar hacia la libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales, y transformarse en una plataforma exportadora de clase mundial de las producciones de la región y también brinda un respaldo potente al acuerdo Mercosur-Unión Europea y el ingreso a otros mercados.
Las victorias decisivas de Juntos por el Cambio en las elecciones regionales de San Juan, San Luis, Chubut, Santa Fe y ahora Chaco consolidan un liderazgo a nivel nacional.
La elección de octubre se presenta muy reñida y el final está abierto, queda poco más de un mes de campaña y la destreza de los candidatos para conectar con las emociones y sensibilidad de una sociedad que sufre mucho será decisiva para el resultado de la elección. Argentina encara su futuro con tres opciones: la continuidad kirchnerista, la incertidumbre y contradicciones de Milei y la opción de Bullrich, que se perfila como la más sensata para cerrar definitivamente el capítulo del kirchnerismo. En medio de la tormenta, Argentina necesita encontrar un faro de esperanza para navegar hacia aguas más tranquilas y prósperas. La historia se está escribiendo y todo indica que Patricia Bullrich puede ser, sin duda, la protagonista de este capítulo decisivo para el futuro de los argentinos.
Guillermo Hirschfeld, es analista internacional