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Balas, bolas y babas

Anotaciones FAES 55

El sindicato de la trola que acampa en el Consejo de Ministros convierte en sainete bochornoso todo lo que toca. Y ahora tocaba rescindir una compra de munición contratada con una empresa israelí. Lo exigía el socio neocomunista recordándole a Sánchez –ese plusmarquista del perjurio– la palabra dada: su compromiso de no adquirir material militar de Israel.  No duelen prendas al reconocer coherencia en los ministros de Sumar: Rego y Urtasun son hoy tan antisemitas como cuando, siendo parlamentarios europeos, votaron contra una resolución de repudio de la masacre del 7-O. No parecía haber grietas en la coalición de Gobierno en este punto. La respuesta de socialistas y neocoms al pogromo de 2023 estaba alineada. Sánchez hacía campaña para recompensarlo reconociendo un Estado palestino gobernado por terroristas; Hamás felicitaba a Sánchez y la propia Yolanda Díaz aireaba la consigna “¡Del río al mar!”, inventada por los ayatolás para animar al exterminio de la población judía de Israel. No fue desautorizada; tan solo declaró, más tarde, no ser “antisemitista”. Eso puede que no, pero antisemita lo es tanto como el proceder y los posicionamientos del Gobierno.

Con el episodio de las balas se trata de ostentar un pacifismo de pega que arruga la nariz ante el supuesto hedor de un contrato de 6,6 millones de euros (en balas) cuando sale a la luz, pero antes alargó la mano para adjudicar cuarenta y seis (en balística) por más de mil millones. Sánchez finge desconocimiento e indignación y su ministro del Interior confirma, una vez más, su acreditada vocación de felpudo. Los españoles tenemos en Marlaska un auténtico héroe, dispuesto a lo que sea… antes que dimitir. De forma que los que no tienen ningún reparo en hacer de España uno de los principales compradores de gas ruso, los portamaletas de Delcy Rodríguez, los siempre dispuestos a relajar la exigencia democrática sobre tiranías como la de Cuba, esos mismos son los que comprometen la reputación del país deshonrando su firma, dilapidando el dinero del contribuyente, ignorando el criterio de la Abogacía del Estado y olvidando, para satisfacer pulsiones antisemitas, que Israel es mucho más que Netanyahu: para empezar, la única democracia en la región y un aliado objetivo de Occidente.

Pero donde la hipocresía gubernamental riza el rizo en esta performance de “desarme sobrevenido” es en el pretexto para instrumentarlo. Para disfrazar la rescisión de un contrato firmado con todas las de la ley, se denegará a la empresa israelí el permiso de importación «por razones de interés general». Era suficiente bochorno haber sido felicitado en su día por una organización terrorista como Hamás; el Gobierno ha querido ir más allá y rubricar con baba el decreto de su última indignidad. Porque si alguna expresión le está vedada es, precisamente, esta de “interés general”. Un Ejecutivo que amnistía a golpistas, adapta delitos a medida del delincuente y, en su modus operandi habitual, recompensa la deslealtad y la traición porque les debe el puesto, invoca ahora el “interés general” …

Así que para aplacar el conato amenazante de una fuerza política hecha de quince grupúsculos mal avenidos se perderán más de seis millones de euros, se comprometerá una penalización millonaria, se perjudicarán las capacidades de la Guardia Civil –con mengua correspondiente de la seguridad ciudadana– y se hará un completo ridículo internacional en el peor momento. “Por el interés general”. Queda poco para que el sanchismo invoque como “política de cuidados a la institución familiar” el gran interés que se toma por el bienestar de esposas, hermanos y sobrinas.