_ “Difícilmente tendremos un modelo territorial más abierto y dinámico que el autonómico”
_ “El mayor problema de la Constitución y del Estado es cómo prevenir los riesgos de la fragmentación política que amenaza con la centrifugación del Estado”
_ “Temo que ciertas propuestas de reforma en búsqueda del federalismo articulen la ‘asimetría’ de los ‘hechos diferenciales’ y creen nuevas y graves tensiones”
El expresidente del Tribunal Constitucional Álvaro Rodríguez Bereijo ha participado esta mañana en el Curso de Política del Campus FAES 2013, donde ha pronunciado una conferencia titulada ‘Las reformas necesarias para España: la Constitución y la articulación territorial del Estado español’. A su juicio, “el desafío que tiene España hoy es una reforma del Estado que no tiene por qué ser un golpe de péndulo ni una vuelta al centralismo, sino una reforma que nos permita adaptarnos con éxito a la UE y al mundo global”, ha asegurado Rodríguez Bereijo, que ha sido presentado por el profesor de la École des Hautes Études en Sciences Sociales, EHEDD, de París, Jordi Canal.
En palabras del expresidente del TC, “el mayor problema que tiene hoy planteado nuestro Estado Constitucional no es el de la ‘profundización del autogobierno’; hoy, el verdadero desafío de la Constitución y del Estado es cómo prevenir los riesgos de la fragmentación política que amenaza con la centrifugación del Estado”. “El problema es cómo articular mecanismos que permitan poner el acento en la unidad y la solidaridad, tener en cuenta ‘el todo por encima de las partes’”, ha ahondado.
En este sentido, Rodríguez Bereijo ha manifestado temor a que “ciertas propuestas de reforma en búsqueda del federalismo, el ‘fetichismo de los nombres’, articulen la ‘asimetría’ de los llamados ‘hechos diferenciales’ y acaben por crear nuevas y graves tensiones”.
Para el jurista, “nuestro proceso de descentralización política y territorial ha sido profundo y muy rápido” y “ha tenido éxito en aspectos de la cohesión territorial”. En cambio, “no ha logrado el éxito esperado en 1978 en relación a la vieja cuestión de cómo articulamos la diversidad territorial, particularmente los nacionalismos vasco y catalán”, ha lamentado.
COMPORTAMIENTOS DESLEALES
“El pacto constitucional del 78 estuvo vertebrado en torno a la generosidad y el espíritu de concordia política, pero eso no ha servido para evitar comportamientos desleales”, ha recordado Rodríguez Bereijo. En este sentido ha explicado que “la Constitución del 78 no atribuye a la denominación ‘nacionalidades’ efecto jurídico alguno ni mucho menos un estatus jurídico especial diferenciado”. “Ese silencio constitucional no es una laguna normativa sino una decisión consciente y deliberada. Hubo un ‘compromiso apócrifo’ de dejar en silencio el significado y sus efectos”, ha ratificado.
Rodríguez Bereijo ha afirmado que “a pesar del amplio cauce para el autogobierno que ofrece la Constitución, las reivindicaciones nacionalistas se han tornado cada vez más radicales y extremas”. “El precio pagado por una carencia de una idea común y compartida de España como nación es un déficit de presencia de elementos comunes, que contraste con las políticas de lo propio desplegadas por las comunidades autónomas”, ha apuntado.
“Un marco constitucional tan abierto y flexible, consustancialmente conflictivo y permanentemente tensionado, deviene inevitablemente en la inestabilidad del Estado”, ha señalado el expresidente del TC. En consecuencia, “aboca a la Constitución a un plebiscito cotidiano y a una carrera competencial siempre ascendente de las comunidades autónomas que puede acabar rompiendo la coherencia y unidad de España”.
Rodríguez Bereijo ha opinado que “nuestro problema hoy es la gran pregunta de toda descentralización política: el reparto de quién hace qué”. “En el caso español y de nuestra Constitución es que todos hacen de todo”, ha dicho, lo que a su juicio propicia que “la orden constitucional se interprete en el sentido de transformar las competencias exclusivas en compartidas y reduciendo las competencias únicas del Estado”.
“Lo que en la Constitución apenas estaba esbozado, ha devenido en una deriva centrífuga que nos ha llevado a la inestabilidad financiera del sistema de organización territorial, que la crisis económica no ha hecho nada más que poner a la luz”, ha manifestado.
REFORMA CONSTITUCIONAL
Así las cosas, Rodríguez Bereijo se ha manifestado favorable a una reforma constitucional “muy medida y calculada”. “Si en 2003 yo era más bien partidario de la resistencia de la Constitución al devenir del tiempo mediante la actualización y modulación de sus contenidos a través del consenso y la interpretación evolutiva, hoy he basculado hacia una reforma de la Constitución”, ha expresado.
“Es necesaria una definición más clara, sencilla y funcional de la distribución de competencias, que podría hacerse por la vía rápida y menos costosa políticamente del art. 167 CE, mediante una Ley Orgánica de Modificación del Título VIII de la Constitución”, ha considerado.
Rodríguez Bereijo ha asegurado ser “un convencido de las ventajas del Estado Autonómico”. “Difícilmente tendremos un modelo territorial más abierto, flexible y dinámico que el Estado Autonómico que se deriva de la Constitución […] Creo que ha sido positivo en muchos aspectos, pero por nuestra mala cabeza ha funcionado mal”, ha afirmado. Por ello ha llamado a “corregir el diseño para evitar disfunciones de un Estado cada vez más ineficiente”.
El expresidente del TC ha lamentado que el Tribunal, cuya jurisprudencia ha dicho “podía haber sido un elemento de racionalización y control”, “no ha funcionado siempre como cabía esperar, con perspectiva de Estado”. Por el contrario, ha señalado, “ha seguido repitiendo de manera mecánica los tópicos cuando la realidad el Estado y sus problemas era muy diferente”.