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Bildu: una necesidad socialista imperiosa

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En las elecciones municipales de 1979, Herri Batasuna (HB) obtuvo 267 concejales; 385 en las de 1983, 669 en las de 1987, 701 en las de 1991, 621 en las de 1995, y en las de 1999, Euskal Herritarrok (EH) obtuvo 890.

En las elecciones generales de 1979, HB obtuvo 3 diputados; 2 en 1982, 5 en 1986, 4 en 1989, 2 en 1993 y 2 en 1996.

En las elecciones europeas de 1987, HB obtuvo 1 diputado; 1 en las de 1989, y en las de 1999, EH obtuvo también 1.

En las elecciones al Parlamento Vasco de 1980, HB tuvo 11 escaños; 11 en las de 1984, 13 en las de 1986, 13 en las de 1990, 11 en las de 1994, y EH obtuvo 14 en las de 1998 y 7 en las de 2001.

En todos esos años, estas marcas, además, concurrieron y obtuvieron representación en las elecciones a las Juntas Generales y en la Comunidad Foral de Navarra. HB y EH siempre estuvieron en las elecciones.

Entre 1977 y 2003 –fecha de la ilegalización de Batasuna, Euskal Herritarrok y Herri Batasuna por ser parte de ETA–, la banda terrorista no dejó de amenazar, extorsionar, secuestrar y asesinar: 782 de sus víctimas mortales perdieron la vida en esos años.

La ilegalización fue considerada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos como “una necesidad social imperiosa”. La presencia institucional y la violencia no fueron disyuntivas sino concordantes e incluyo sinérgicas, nunca fue “o una cosa o la otra”, sino las dos a la vez y la una para la otra. ETA nunca ha matado ni para la libertad ni para la democracia, sino para imponerse a sangre y fuego por encima de lo que los votos y la libertad de los demás le permitían.

Recientemente, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero ha declarado: “Dijimos a quienes apoyaban el terror en su día que si dejaban el terror tendrían el juego en las instituciones, y creo que esa promesa democrática hay que mantenerla”. En la entrevista, esta afirmación pretende sostener la apelación a la normalización de los acuerdos en la vida política, específicamente los acuerdos del PSOE con Bildu, que, a su juicio, son base de “pacificación”. (https://www.youtube.com/watch?v=0ygFghWoq2Q&t=3221s minuto 54)

Zapatero olvida que quienes apoyaban el terror habían tenido mucho juego en las instituciones durante muchos años antes de que se abordase su ilegalización y antes de que él llegara. Y juego sucio. Eran sus víctimas las que no podían jugar en igualdad de condiciones, y aun hoy no pueden, porque están muertas, porque están fuera del País Vasco o porque siguen sufriendo amenazas, violencia y recibiendo dosis de recuerdo para que entiendan que lo que está llegando es Bildu, no la libertad. Todo destinado a elevar al máximo el coste de la militancia del rival, todo disfrazado de paz y todo orientado a condicionar el comportamiento electoral y social. Puestos a dar juego institucional, el PSOE podría fácilmente encontrar a quienes realmente lo merecen y lo juegan de manera limpia y constructiva.

Lo que el PSOE ha otorgado a los partidarios de ETA –que siguen sin condenarla, es decir, sin descartar que se den las condiciones que justifiquen su retorno–, no ha sido juego institucional sino poder político efectivo, que las urnas nunca les dieron, poder de gobierno.

Lo ha hecho en el momento de práctica desaparición de la capacidad operativa de la banda, de su derrota policial, jurídica y social, para otorgar a sus partidarios un papel estructural en la gobernación de España y de dominio creciente sobre la sociedad vasca. Y lo ha hecho por interés: esto no ha obedecido a una convicción política de fondo, sino a una “necesidad socialista imperiosa” de encontrar en cualquier parte los votos y los escaños que las zonas más templadas de su electorado clásico dejaron de proporcionarle a partir de 1996.

La pérdida del centro y del Gobierno por parte del PSOE fue anterior a su cortejo del voto radical, no posterior. Y, en consecuencia, no es que el PSOE “sacrificara” a la parte centrada de su electorado para favorecer “la paz” aceptando generosamente el “precio” electoral a pagar por un bien común, sino que buscó compensar la fortaleza centrista del PP y su propia debilidad en las urnas entregándose a los radicales para obtener un beneficio privado. En el País Vasco y en Cataluña. Esto puede sublimarse como se quiera, pero es lo que es.

Y, por supuesto, requiere, para justificarlo, un proceso de animalización del PP equivalente o superior al del vídeo del dóberman de 1996, cuyo argumentario, tal cual, vocean portavoces socialistas prácticamente a diario (https://youtu.be/G9ol3ukJVSI), como base argumental para presentar los acuerdos con Bildu y con otros como una operación defensiva ante una derecha supuestamente echada al monte.

Bildu es socio del PSOE tanto como el PSOE lo es de Bildu; para los dos, esa sociedad, con algunos más, es la única posibilidad de llegar al Gobierno y conservarlo. Son parte de un acuerdo estructural que define un nuevo tiempo político en España.

Dice Zapatero que hay que mantener la promesa democrática que él les hizo a los defensores del asesinato político. En realidad, lo que quiere es recordar al PSOE que sin Bildu –y sin ERC– no hay Gobierno socialista posible. Es su elección.


Miguel Ángel Quintanilla Navarro es diputado del PP por Madrid