China ha salido muy dañada y muy desprestigiada de esta pandemia porque ha mentido, ha jugado sucio y no ha sabido gestionar la crisis ni controlar el virus. Además, todavía es un enigma si la COVID-19 se expandió o no desde un mercado. Le va a costar mucho superar este desprestigio pero seguirá siendo una gran potencia en el siglo XXI. Al gigante asiático no le importan los Derechos Humanos ni salvar el mundo, lo que le importa son las materias primas y su prestigio. China tiene muy claro que debe liderar y capitalizar la cuarta revolución industrial y está volcada en este objetivo por eso aprovecha las debilidades ajenas para ir ganando posiciones y conseguir influencia en los mercados. Mientras, Europa esta entretenida y ensimismada con otros temas. Estas son algunas de las conclusiones a las que han llegado el historiador y director del Instituto de Política Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria, Florentino Portero, y Mira Milosevich, del patronato de FAES e investigadora principal del Real Instituto Elcano en una sesión virtual de Diálogos FAES sobre China y la rivalidad entre las grandes potencias a raíz de la crisis del coronavirus.