Idioma-grey
Search
Close this search box.

Con el agua al cuello

Anotaciones FAES 60

Los resultados en Portugal, Rumanía y Polonia apuntan en la misma dirección y miden la potencia de las corrientes de fondo en la política europea. Son significativos porque, en todos ellos, la participación electoral ha sido alta y admiten una lectura homogénea. La victoria ha correspondido a candidaturas reformistas de centro y derecha liberal, en sintonía con las opciones mayoritarias en toda Europa y en el propio Parlamento Europeo.

En Portugal, la Alianza Democrática de Luís Montenegro, con el 32,10% de los votos y 86 diputados, ha barrido al Partido Socialista, con el 23,38% y 58 diputados. Mientras la derecha populista de Chega sigue a los socialistas en votos y les empata a escaños.

En Rumanía, el alcalde de Bucarest ha ganado la segunda vuelta de las presidenciales con el 54,03% de los votos. Cerrando el paso al candidato de la derecha populista George Simon, con el 45,97%. Rumanía seguirá apoyando, alineada junto al resto de la Unión, a Ucrania.

En Polonia, la primera vuelta de las presidenciales ha sido para el candidato europeísta Rafal Trzaskowski, apoyado por el primer ministro Donald Tusk, con el 30,8% de los votos, por delante del candidato populista Nawrocki (29,1%). Una previsible victoria de Trzaskowski contribuirá a apuntalar la reorientación europeísta de Polonia.

En los tres escenarios, es la derecha liberal la que frena las alternativas populistas y extremistas mientras los socialistas se derrumban. Puede hablarse de una crisis generalizada de la socialdemocracia europea; con pérdida neta de su electorado tradicional. La rosa socialista se deshoja a toda velocidad: Mette Frederiksen, en Dinamarca, en realidad gobierna con el centro. Robert Fico, en Eslovaquia, solo tiene de socialista el nombre: prorruso aliado con Orban, no puede ser ubicado en el progresismo convencional. Eslovenia, Lituania, Malta y Albania, son pétalos menores que van quedando. Resta España, donde los socialistas gobiernan en coalición con neocomunistas, soportados por secesionistas, golpistas y herederos políticos del terrorismo; soportados… ma non troppo, puesto que ni siquiera pueden aprobar un Presupuesto.

Esta es la realidad. Y como siempre, nada tiene que ver con el discurso sanchista. Nada de olas reaccionarias devastando Europa: mareas democráticas sosteniendo la Unión. Porque son precisamente las formaciones de centroderecha las que acotan y contienen la crecida populista. Aquí no hay hueco narrativo donde pueda colarse ninguna épica progre. Lo que protagoniza el socialismo europeo es un apagón generalizado que debiera suscitar más reflexión y menos propaganda.

Y, sobre todo, no existe ninguna posibilidad de encajar –ni con calzador– el relato de Sánchez liderando una Numancia progresista. Lo de nuestro socialismo doméstico es un enroque cada vez más extravagante y menos sintonizado con la dinámica europea. Sánchez no tiene nada de referente internacional, nada de indomable acosado por la barbarie ultra. Es un náufrago en una cáscara de nuez, haciendo equilibrios mientras crece la marea.