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Coptos: esperanza de Oriente Próximo

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Walking Next to the Wall (www.walkingnexttothewall.com), ese es el título de un documental que estos días se estrena en varias universidades y centros culturales de España. Ha sido grabado en varias ciudades y pueblos de Egipto y es un retrato fiel de una minoría (10 millones de personas) con peso en Oriente Próximo: los coptos, los cristianos que desde el siglo I viven en un país que es determinante para la región.

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Walking Next to the Wall (www.walkingnexttothewall.com), ese es el título de un documental que estos días se estrena en varias universidades y centros culturales de España. Ha sido grabado en varias ciudades y pueblos de Egipto y es un retrato fiel de una minoría (10 millones de personas) con peso en Oriente Próximo: los coptos, los cristianos que desde el siglo I viven en un país que es determinante para la región.

En Egipto está el origen de los Hermanos Musulmanes, del llamado socialismo árabe. Egipto ha sido uno de los epicentros de la revolución de 2011 y ha rechazado un gobierno islamista. Egipto quiere ser una democracia que respete a la mayoría musulmana y también a la minoría cristiana.

En los últimos 30 años más de 2.000 cristianos egipcios han sido asesinados. A comienzos del siglo XX obtenían un estatus de libertad casi plena y desde 1920 participaron activamente en el proyecto de construcción nacional. Nunca han querido recluirse en un gueto, pero la política de Sadat desde mediados de los años 70 los convirtió en el blanco de un islamismo que comenzó a ganar terreno.

Tras la salida de Mubarak del poder, la persecución y discriminación que sufre esta minoría se ha incrementado. Los responsables del Estado Islámico han hecho recientemente un llamamiento para golpear a los seguidores de la cruz. Y como asegura Mark Lattimer, en el informe People under Threat (2014), “los grandes cambios que se han producido en Oriente Próximo y el norte de África, aunque han aumentado la esperanza de que progrese la democratización, también representan para las minorías religiosas y étnicas la mayor amenaza desde la caída de la Unión Soviética y la disolución de Yugoslavia”. De hecho, desde 2011 más de 100.000 coptos han decidido marcharse a la diáspora.

Los coptos fueron protagonistas, junto con los grupos liberales, de la revolución de 2011. Pero los Hermanos Musulmanes la secuestraron pronto y cuando Morsi llegó al poder en junio de 2012 los convirtió en objetivo de su represión. Afortunadamente el pueblo egipcio rechazó el proyecto de Morsi y de los salafistas. Si su Constitución hubiera triunfado, la minoría cristiana y la mayoría musulmana pacífica y no integrista hubieran quedado sometidas a un régimen falto de las más elementales libertades.

La llegada de Al Sisi al poder ha supuesto una cierta esperanza. Los ataques, asesinatos, quemas de iglesias y acusaciones falsas de blasfemia se han seguido produciendo. Los Hermanos Musulmanes buscan víctimas fáciles para desestabilizar el país y por eso los coptos sufren el terrorismo más que otros. Pero la nueva regulación constitucional, más dispuesta a dar libertad a los bautizados, y los pronunciamientos claros de la mezquita de Al Azhar, referente de los suníes en el norte de África, han servido para abrir una nueva etapa. Cada vez es más claro que lo que se vive en Egipto no es una guerra entre cristianos y musulmanes, sino un conflicto entre una mayoría musulmana que quiere construir un país plural y pacífico y una minoría violenta que utiliza el islam como pretexto. Por eso es decisivo que la comunidad internacional presione para que a los terroristas no les siga llegando dinero del Golfo.

Si hay esperanza para los coptos, hay esperanza para Oriente Próximo. La región y el mundo necesitan de ellos. Necesitamos personas como las que aparecen en Walking next to the wall, personas dispuestas al sacrificio más grande por el ideal que marca su vida.

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