La organización “Open Doors” (“Puertas abiertas”), dedicada a la lucha contra la persecución de los cristianos de todas las denominaciones, ha hecho pública la Lista Mundial de la Persecución que desde hace 30 años ofrece información muy detallada sobre la violencia que sufren los cristianos en el mundo por razón de su fe y de la profesión pública o privada de esta.
Las conclusiones del informe de 2023 reflejan una situación tremenda. Más de 360 millones de cristianos en el mundo sufren niveles altos de persecución. Mientras el modelo de opresión china se extiende por otros Estados autoritarios de Asia, la evolución en Nigeria y África subsahariana es calificada por “Open Doors” como “catastrófica”. Solo en Nigeria, en 2022, fueron asesinados 5621 cristianos, el 89 % del total de los asesinados en el mundo de los que hay información. Pero los secuestros y la esclavización laboral y sexual de la población cristiana agravan aún más la situación. En el Sahel, la progresión del yihadismo se deja notar también y de manera especialmente alarmante en países como Burkina Faso, Malí y Mozambique. Cuba y Nicaragua hacen de los cristianos objetivo singular de la represión de ambos regímenes dictatoriales, mientras en Colombia el narcotráfico y el crimen organizado atentan contra los cristianos que en sus respectivas comunidades se oponen al dominio de aquellos. La presencia de cristianos no da signos de recuperación tras la derrota del Dáesh en Siria e Iraq, a pesar del ligero descenso de asesinatos en la zona (salvo en Siria). Iglesias atacadas, vida comunitaria sometida a prohibición e impedimentos, leyes anticonversión o leyes sobre la blasfemia, tal y como esta se interpreta en los Estados islámicos, no solo significan el ejercicio de violencia física contra los cristianos sino una amenaza permanente, inseguridad y discriminación. Entre los grandes países por población, la evolución de la situación de los cristianos en la India sigue siendo un grave motivo de preocupación por la consolidación de un fundamentalismo hindú intolerante, que se refleja en el nacionalismo del partido de gobierno que deja sin la debida protección de las autoridades los atentados contra las comunidades cristianas y la destrucción de sus propiedades. No solo se trata de ataques dirigidos desde los poderes públicos, sino de la impunidad con que se desarrollan las agresiones cometidas por otros actores no estatales, grupos extremistas o bandas organizadas.
Aunque el número de cristianos asesinados ha disminuido ligeramente en el último año, “el fenómeno global de la persecución cristiana ha crecido exponencialmente en los últimos 30 años”, cuando “Open Doors” inició la elaboración de sus informes. En muchos casos, además, las mujeres cristianas sufren una doble victimización. Objeto de discriminación y exclusión social por su condición de mujeres, son también víctimas por su fe.
La persecución de cristianos –la religión más extendida y más perseguida– es un grave problema de derechos humanos. En muchos casos es una violación sistémica de estos derechos que, sin embargo, no ocupa la posición que debería en la agenda internacional de los Estados democráticos. Si con razón se alerta del riesgo de islamofobia y se enfrenta activamente el antisemitismo, los cristianos y la práctica libre de su fe merece atención, protección y solidaridad.