Se dice que China, impulsada por un desarrollo económico acelerado, es prácticamente imparable. La gran potencia emergente, aseguran. Puede ser. Aunque también puede suceder –recuerden lo que le ocurrió a Alemania durante las primeras décadas del siglo XX– que una gran potencia se debilite por culpa de su creciente poder. Y también puede ocurrir que los vecinos y competidores de China –Japón, Corea del Sur, Singapur Vietnam o India– lleguen a una suerte de acuerdo –implícito o explícito– para frenar –política, comercial y territorialmente hablando– al gigante asiático. En cualquier caso, China está ahí. Y sigue su curso. Así las cosas, surge la cuestión: ¿cabe contemplar la hipótesis de una China que, económica y comercialmente hablando, “colonice” Estados Unidos? Una hipótesis plausible, creo.
«Miquel Porta Perales es escritor
Se dice que China, impulsada por un desarrollo económico acelerado, es prácticamente imparable. La gran potencia emergente, aseguran. Puede ser. Aunque también puede suceder –recuerden lo que le ocurrió a Alemania durante las primeras décadas del siglo XX– que una gran potencia se debilite por culpa de su creciente poder. Y también puede ocurrir que los vecinos y competidores de China –Japón, Corea del Sur, Singapur Vietnam o India– lleguen a una suerte de acuerdo –implícito o explícito– para frenar –política, comercial y territorialmente hablando– al gigante asiático. En cualquier caso, China está ahí. Y sigue su curso. Así las cosas, surge la cuestión: ¿cabe contemplar la hipótesis de una China que, económica y comercialmente hablando, “colonice” Estados Unidos? Una hipótesis plausible, creo.
Antes de entrar propiamente en la pregunta, una previa que desbroza y allana la respuesta. Hablemos de Cuba. ¿Por qué Estados Unidos muestra reticencia cuando se trata de normalizar las relaciones políticas y económicas con Cuba? Cuestión de derechos humanos y democracia, se concluye. Sea. Pero –con dicho criterio–, no se acaba de entender que Estados Unidos sí normalice relaciones con determinados países en donde los derechos humanos y la democracia son claramente perfectibles. Alguna otra variable puede barajar Estados Unidos. Prosigamos. Hablemos, por ejemplo, de la deuda de Cuba con China. Los datos no son fáciles de obtener. Lo que sí sabemos –según informa la estatal Agencia de Información Nacional (AIN) cubana– es que, periódicamente, el gobierno de Cuba y la Corporación de Crédito a la Exportación China (SINOSURE) firman acuerdos y memorandos para “reordenar la deuda de mediano y largo plazo”. Un pago de la deuda –normalmente, se aplaza el pago durante 10 años: el primer vencimiento se produciría en 2016– “bajo la cobertura del crédito a la exportación de corto plazo”. Los documentos firmados –el detalle es importante– suelen incorporar la constitución de negocios mixtos en sectores como las comunicaciones, la técnica y la mecánica. Otro detalle, al respecto: Raúl Castro –en la Asamblea Nacional del Poder Popular– habla de “socios comerciales”.
El monto de la deuda externa cubana no se sabe. Nunca se ha publicado. Ni siquiera la Asamblea Nacional del Poder Popular tiene el dato. Según el Club de París –foro de acreedores que coordina y renegocia el pago de la deuda externa de los 19 países que lo constituyen, entre los cuales se encuentra España– la deuda de Cuba ascendía en 2012 a 35.000 millones de dólares. Según Cubafacts, el monto total de la deuda cubana en 2010 era de 71.982 millones de dólares. Esto es, 5.861 dólares per cápita o 12.612 dólares por persona ocupada. Cubafacts sí aporta el dato de la deuda que Cuba ha contraído con China: 9.100 millones. El primer acreedor es Rusia (28.149 millones de dólares el 90 por ciento de los cuales fueron cancelados en 2013 mediante un acuerdo del que se desconocen las cláusulas), el segundo es Venezuela (15.647 millones de dólares) y España está en la quinta posición con 3.304 millones de dólares.
Después del rodeo por la deuda que Cuba ha contraído con China, vuelvo a la hipótesis inicial: ¿cabe contemplar la posibilidad de una China que, económica y comercialmente hablando, “colonice” Estados Unidos? Imaginemos que China condona la deuda a Cuba a cambio de reforzar los acuerdos indicados más arriba en virtud de los cuales se reforzarían los negocios mixtos entre uno y otro país. Entre uno y otro “socios comerciales”, por utilizar la terminología de Raúl Castro. Si eso ocurriera, Cuba podría convertirse en una suerte de país taller o país almacén –un centro logístico, dicen ahora– a 166 kilómetros de Estados Unidos. De La Habana a Key West no se desplazarían balseros, sino mercancías –chinas– que se unirían a las ya numerosas procedentes del país asiático que son de consumo diario en Estados Unidos. El miedo a esa “colonización” explicaría la reticencia de Estados Unidos a levantar el embargo económico y firmar acuerdos comerciales y no comerciales con Cuba. Y es que China podría desembarcar en Estados Unidos con escala en Cuba.
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