El representante especial del secretario general de las Naciones Unidas, Andrew Smith, y el embajador de España y coordinador del Partido Popular Europeo en la Comisión de Seguridad y Defensa del Parlamento Europeo, Nicolás Pascual de la Parte, moderados por la doctora en Estudios Europeos y miembro del Patronato de FAES, Mira Milosevich, han participado en el Diálogos FAES La guerra en Ucrania y el gasto militar, dentro del proyecto Hacia dónde va la relación transatlántica. Durante el diálogo han abordado los desafíos políticos, militares y estratégicos del conflicto en Ucrania, enmarcados en la relación transatlántica.
Contexto Político
Smith ha destacado que nos encontramos en un punto de inflexión, influido por las elecciones en EE.UU. y la nueva administración Trump, que ha prometido resolver el conflicto en colaboración con Putin. Sin embargo, ha criticado que el apoyo político a Ucrania no se traduce en acciones concretas debido a la inestabilidad en Francia y Alemania y al cansancio político en Occidente y el Sur Global, agravado por otras crisis como en Oriente Medio e Indo-Pacífico.
Pascual de la Parte ha añadido que el escenario político se encamina hacia una negociación de paz, que requerirá un alto el fuego inicial y decisiones sobre la neutralidad de Ucrania, su posible entrada a la OTAN y la presencia de tropas internacionales. Sin embargo, ha subrayado la falta de coordinación entre las potencias occidentales debido a transiciones políticas en Europa y EE.UU.
Dimensión Militar y Estratégica
Andrew Smith ha comparado la situación en el campo de batalla con una «Primera Guerra Mundial estática», en la que Ucrania enfrenta retos significativos debido a su debilidad frente a Rusia, que, pese a sus propias limitaciones, se beneficia de un poder centralizado. Además, ha señalado que se necesitan nuevas ideas para abordar el conflicto.
Por su parte, Nicolás Pascual de la Parte ha advrtido sobre el debilitamiento estratégico de Europa, influido por las elecciones inminentes en Alemania y la inestabilidad en Francia, lo que ralentiza la respuesta de la Unión Europea y sus instituciones.
Ambos han coincidido en que el conflicto está en una fase de transición crítica, marcada por la necesidad de renovar estrategias y avanzar hacia una resolución negociada.