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Ecuador, un cambio de paradigma

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Mateo Rosales Leygue es abogado y máster en Gobierno, Liderazgo y Gestión Pública

Los ciudadanos de Ecuador asistieron el domingo a las urnas en un ambiente envuelto por la incertidumbre y marcado por la inestabilidad política, la recesión económica y la crisis del Covid-19.

Las elecciones generales del país andino definen mucho más que la renovación del poder ejecutivo y legislativo con vistas a la modernización de sus instituciones. Se constituyen en el barómetro geopolítico en una región donde la sombra del ‘socialismo del siglo XXI’ sigue al acecho y la deriva populista da amagues de retornar de la mano de viejos caudillos comprometidos con el ideario chavista y el grupo de Puebla.

Los resultados en Ecuador dan la victoria a Guillermo Lasso, el candidato liberal que se constituyó desde el 2013 en opositor al Gobierno del entonces presidente Rafael Correa y a toda la ola populista que impregnaba la región bajo el liderazgo de Hugo Chávez.

El modelo político de Rafael Correa se caracterizó por el ejercicio de la política desde su visión maniquea como una lucha moral entre el pueblo y sus enemigos, que definió su línea de enfrentamiento con los sectores de oposición, callando y persiguiendo a las voces críticas en el afán de construir una hegemonía en torno a su simbolismo e imagen.

En línea con su sentido caudillista, eligió a Andrés Arauz como su candidato para estas elecciones y como el articulador de la propuesta “correísta”. Arauz ganó en la primera vuelta de forma indiscutible muy por encima de Guillermo Lasso y el líder indígena Yaku Pérez, el opositor que quedó al margen del balotaje.

No obstante, el legado autoritario de Rafael Correa parece haber encontrado un óbice infranqueable que se convierte en la sentencia definitiva del rechazo a su modelo político y a su liderazgo obsoleto. Precisamente, Guillermo Lasso representa la oposición a aquel modelo político vinculado a los autoritarismos que han imperado en la región sudamericana bajo la estela del proyecto chavista y que en su momento supuso una ola importante para el asidero de una izquierda confundida.

El giro en la campaña de Guillermo Lasso fue determinante para la victoria del domingo. Su apertura a otros sectores sociales y el apoyo que le brindaron líderes de la oposición como Xavier Hervas, candidato de la Izquierda Democrática que quedó en cuarto lugar en la primera vuelta, o Virna Cedeño, acompañante de binomio de Yaku Pérez, sumaron el voto en torno no solo al anti-correísmo, sino alrededor del cambio de paradigma imperante en Ecuador hasta hoy: una polarización política con Rafael Correa en medio y la ausencia de un proyecto que genere certidumbre a una sociedad fragmentada por las luchas sociales e indígenas y la crisis económica.

Los resultados finales en Ecuador ponen en evidencia el cansancio de los ciudadanos a un viejo modelo que ha perdido cada vez más representación, aunque cuenta aún con una parte importante de apoyo de la ciudadanía, y que se definen como la confirmación del rechazo al retorno del caudillo que gobernó Ecuador durante una década.

La certeza de la mayoría de la población a favor de Guillermo Lasso se traduce en el hastío hacia el proyecto populista y en la reafirmación de un cambio posible e inclusivo hacia un modelo liberal en un país que enfrenta grandes desafíos políticos, sociales y económicos. En ese contexto, debe primar la defensa de la libertad como valor primigenio de la democracia y en armonía entre el fortalecimiento institucional y el crecimiento económico que beneficie a todos los estratos de la sociedad ecuatoriana. El Gobierno de Guillermo Lasso tendrá grandes desafíos cuyos resultados podrán ser la ratificación de la necesidad de construir sociedades abiertas y libres, inclusivas y en igualdad de oportunidades, en una de las regiones donde el discurso y el mensaje liberal tienen grandes escollos.