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El ego europeo de Pedro Sánchez

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Anotaciones 14

El ego europeo de Pedro Sánchez no admite cuestionamiento. Ha sido ver a Monika Hohlmeier al frente de la visita de la Comisión de Control Presupuestario del Parlamento Europeo y activarse la partida de la porra mediática del Gobierno para arremeter contra Hohlmeier, en una ofensiva sembrada de descalificaciones personales y groseras distorsiones.

Ocurrió también cuando en septiembre del año pasado visitó España el comisario de Justicia, Didier Reynders, para, entre otras cosas, recordar la doctrina europea consolidada que exige que, en la constitución de los consejos del Poder Judicial, los jueces elijan a los jueces. A Reynders se le adscribió al PP, cuando él siempre ha pertenecido a los liberales europeos y se le presentó como un portador de ocurrencias al servicio de la causa antisanchista, una perturbación inútil sólo pensada para favorecer al PP.

Lo cierto, en cuanto a los fondos europeos, es que las sucesivas remesas de Bruselas solo cuentan la mitad de la historia. Porque una vez en España ese dinero no está permeando, ni se consolidan proyectos estratégicos, ni hay cogobernanza. No parece que las quejas del PNV, formuladas ya en sede parlamentaria, busquen desgastar al Gobierno. Dos informes de la CEOE, los ceses de los responsables del Ministerio de Industria, el apresurado y dudosamente eficaz refuerzo del aparato de gestión de los fondos, la marginación de la comunidades autónomas, son datos de la realidad frente a los que solo se responde con autocomplacencia y desprecio a cualquier atisbo de crítica o escrutinio, refugiado el Gobierno tras el burladero de Ursula von der Leyen, quien tal vez no sea enteramente consciente de la manipulación partidista de su apoyo a España.