Desde la llegada de Marine Le Pen a la presidencia del Frente Nacional (FN) en enero de 2011, el viejo partido populista ha decidido crearse una nueva juventud y dejar a un lado su actitud estrictamente de protesta para acceder al poder. El significativo porcentaje obtenido por el FN en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de abril de 2012 (17,9%) así como el resultado del sondeo de opinión que sitúa al partido a la cabeza en intención de voto para las elecciones europeas de mayo de 2014 (24% según el Instituto IFOP) por delante de la UMP y el PS, hace pensar que un número creciente de la opinión pública francesa considera al FN como un partido político más creíble que antes y capaz de ejercer responsabilidades de gobierno.
«Dra. Magali Balent es profesora de Sciences Po, París. Project Manager, Fundación Robert Schuman
(Traducción de Estefanía Pipino)
Desde la llegada de Marine Le Pen a la presidencia del Frente Nacional (FN) en enero de 2011, el viejo partido populista ha decidido crearse una nueva juventud y dejar a un lado su actitud estrictamente de protesta para acceder al poder. El significativo porcentaje obtenido por el FN en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de abril de 2012 (17,9%) así como el resultado del sondeo de opinión que sitúa al partido a la cabeza en intención de voto para las elecciones europeas de mayo de 2014 (24% según el Instituto IFOP) por delante de la UMP y el PS, hace pensar que un número creciente de la opinión pública francesa considera al FN como un partido político más creíble que antes y capaz de ejercer responsabilidades de gobierno.
Así, su discurso de enfrentamiento se ha alejado de las viejas cuestiones de extrema derecha y se beneficia de una situación de crisis económica e identitaria en Europa que elogia la nación protectora. El FN ha decidido dar la espalda a la retórica antisemita que desde su nacimiento, impregnaba todos sus discursos y hoy se articula alrededor del rechazo al islam, definido como la tumba de la laicidad francesa y la identidad europea. Al beneficiarse de un reforzamiento del sentimiento nacional y euroescéptico en el seno de la opinión pública, en un contexto de crisis que debilita las situaciones individuales, el FN ha radicalizado su discurso de repliegue nacional contra una Unión Europea “ultraliberal” y “antidemocrática”.
El atractivo suscitado por este partido populista es tanto más fuerte porque los partidos tradicionales, tanto de izquierda como de derecha, no parecen ofrecer soluciones convincentes para detener el desempleo masivo y no logran reformar una Europa comunitaria pobremente preparada para el choque de la crisis. Además, los políticos franceses dudan a la hora de afrontarlas grandes cuestiones como el desafío de la inmigración, el multiculturalismo, el futuro de Europa en la globalización, a pesar de que todo hace pensar que se trata de los grandes desafíos del siglo XXI. El temor a ser acusados de seguirle el juego al FN (la polémica suscitada en septiembre de 2014 por las declaraciones del ministro del Interior, Manuel Valls, sobre las poblaciones rumanas juzgadas incapaces de integrarse, lo confirma) y la dificultad de llegar a una posición clara y consensuada sobre estas cuestiones sensibles, por ahora hace que los partidos de gobierno no se sientan tan cómodos como el FN al tratar estos temas. Sin embargo, es urgente que acierten a situarse, para evitar que la derecha radical monopolice estas cuestiones.
Le phénomène Marine Le Pen dans la vie politique française
Depuis l’arrivée de Marine Le Pen à la présidence du FN en janvier 2011, le vieux parti populiste entreprend de se construire une nouvelle jeunesse et de sortir d’une attitude strictement protestataire pour accéder au pouvoir. Le score significatif que le FN a obtenu au premier tour de l’élection présidentielle d’avril 2012 (17,9%) ainsi que le résultat du sondage d’opinion plaçant le parti en tête des intentions de vote aux élections européennes de mai 2014 (24% selon l’Institut IFOP) devant l’UMP et le PS, laissent penser qu’une frange croissante de l’opinion publique française considère le FN comme un parti politique plus crédible qu’auparavant et capable d’exercer des responsabilités de gouvernement.
Le discours frontiste a ainsi pris ses distances vis-à-vis des vieux thèmes d’extrême droite et profite d’une situation de crise économique et identitaire en Europe qui rend son éloge à la nation protectrice,séduisante. Tournant le dos à la rhétorique antisémite qui imprégnait son discours dès sa naissance, le FN se construit aujourd’hui autour du rejet de l’islam, défini comme le fossoyeur de la laïcité française et de l’identité européenne. Profitant d’un renforcement du sentiment national et eurosceptique au sein de l’opinion publique, dans un contexte de crise qui fragilise les situations individuelles, le FN oriente aussi plus radicalement son discours sur le repli national contre une Union européenne ultralibérale et « antidémocratique ».
Cette séduction exercée par ce parti populiste est d’autant plus forte que les partis traditionnels de gauche comme de droite n’offrent pas de solutions convaincantes pour enrayer le chômage de masse et ne parviennent pas à réformer une Europe communautaire mal préparée au choc de la crise. De plus, les dirigeantspolitiques français hésitent à s’emparer de certains sujets majeurs tels que l’enjeu migratoire, le multiculturalisme, l’avenir des peuples européens dans la mondialisation, alors que tout porte à croire qu’ils sont les défis majeurs du XXIe siècle. La peur d’être accusé de faire le jeu du FN (la polémique suscitée en septembre 2014 par les déclarations du Ministre de l’Intérieur, Manuel Valls, sur les populations roms jugées incapables de s’intégrer, le confirme) et la difficulté à adopter sur ces thématiques sensibles une position claire et consensuelle, empêchent pour l’heure les partis de gouvernement d’être aussi à l’aise que le FN sur ces sujets. Il est pourtant urgent de se positionner afin d’éviter que la droite radicale n’en conserve le monopole.
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