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El tiempo es oro: la presidencia de Eslovenia del Consejo Europeo

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Desde 1 de julio, Eslovenia está ejerciendo la presidencia del Consejo de la Unión Europea por segunda vez (la primera fue en 2004) desde que el país es miembro de la UE. Bajo el eslogan Together. Resilient. Europe (“Juntos. Resilientes. Europa”) y con la vista puesta en su papel de liderar la UE hacia su futuro, Eslovenia ha marcado cuatro prioridades en su presidencia: 1) la recuperación económica de la UE, reforzando su resistencia, 2) reflexionar sobre el futuro de Europa, 3) reforzar el Estado de derecho y los valores europeos, y 4) aumentar la seguridad y la estabilidad entre los países vecinos europeos.

La implementación del plan Next Generation EU (“Nueva Generación UE”) es la clave de la recuperación económica de la Unión Europea. La Comisión y el Consejo de la UE son responsables de velar por el cumplimiento de los Planes Nacionales de Recuperación y Resiliencia que han ratificado todos los Estados miembros. El tiempo es oro para la implantación de estos planes, porque influyen en la recuperación económica y porque deben posibilitar las transiciones verde y digital. La presidencia eslovena ambiciona apostar por una recuperación integral que incluya reformas de la política sanitaria y que aborde tanto la cuestión sobre la Unión Europea de la Salud como el paquete legislativo sobre la política energética y climática, de cara a alcanzar los grandes objetivos establecidos en el Pacto Verde Europeo. La recuperación conjunta es viable, pero el tiempo apremia porque las tareas son numerosas y una de las claves de su éxito es la correcta administración de los fondos de recuperación, así como la coordinación entre los países miembros de la Unión.

La Conferencia sobre el Futuro de Europa ya ha sido convocada. Una gran mayoría de los europeos –un 92%– considera que las voces de los ciudadanos de la UE deberían de tenerse más en cuenta a la hora de tomar decisiones sobre el futuro de Europa. Pero el futuro ya no es lo que era. La Unión Europea, si quiere convertirse en un actor estratégico importante, debe dar un contenido real al concepto de la autonomía estratégica, que por ahora sigue siendo vago y definido más por el grado hasta el cual la UE puede ser independiente en su relación con EE. UU. o con China. Para garantizar la credibilidad de la UE en el escenario internacional, es necesario que Bruselas defina las prioridades estratégicas regionales y globales con una visión común (por ahora ausente) y se prepare a responder a los mayores desafíos y amenazas tanto internas –auge del populismo, autoritarismo y radicalismo de todo tipo en el seno de los países miembros– como externas, como por ejemplo el revisionismo de Rusia y China, o el régimen de Aleksandr Lukashenko, que no ha reconocido su derrota en las elecciones de agosto de 2019.

La crisis provocada por la pandemia ha puesto de relieve la fragilidad de nuestros sistemas democráticos y ha acelerado las tendencias iliberales presentes antes de la pandemia en casi todos los países de la Unión. Reforzar el Estado de derecho y los valores europeos es una de las tareas más urgentes y permanentes de la Unión.

Entre las prioridades estratégicas regionales, la presidencia eslovena se ha propuesto la tarea de retomar el proceso de adhesión de los Balcanes occidentales. Recientemente, Josep Borrell, el Alto Representante de la Política Exterior de la UE ha constatado que la estrategia de la Unión Europea embarrancó en los Balcanes y que existe “una sensación de profunda decepción en el proceso de ampliación”. Es un hecho que existía “fatiga europea” en lo referente a la ampliación antes de la pandemia por las crisis internas de la UE, entre las cuales especialmente destacan la crisis financiera de 2008, la de inmigración de 2015, el Brexit (2016), así como la “fatiga balcánica”, consecuencia de la desilusión con las negociaciones y la pérdida de credibilidad de la UE al comienzo de la pandemia por la escasa ayuda que ofreció a los países balcánicos. Los Balcanes no son un agujero en la alfombra de la UE, sino el eslabón más débil en la integración europea y en la consolidación de sus valores y libertades. Si la UE no reabre el proceso de adhesión ahora estancado y recupera su credibilidad, otros actores –China, Rusia, Turquía, Emiratos Árabes– ganarán aún mayor influencia en la región.

De la Presidencia eslovena se espera que gestione bien los tiempos y fondos de recuperación post-Covid, que dé continuidad a los debates sobre el futuro de Europa y la autonomía estratégica, y que, aunque no solucione todos los problemas de los Balcanes occidentales, saque a la UE del embarrancamiento en la región.