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Elecciones en Québec, lecciones para Cataluña

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El pasado día 7 de abril el electorado de Québec fue llamado a las urnas para elegir el nuevo parlamento provincial. La anterior primera ministra, la soberanista Pauline Marois, convocó elecciones anticipadas al no contar con una mayoría sólida para gobernar. Los resultados electorales han confirmado la tendencia detectada a medida que transcurría la campaña electoral: victoria del Partido Liberal con una holgada mayoría absoluta (70 escaños de los 125 en juego, con el 41,5% votos), que recupera así el gobierno provincial, que había perdido en las anteriores elecciones de 4 de septiembre de 2012, tras 9 años de gobierno liberal. «

Ignacio Alberni


El pasado día 7 de abril el electorado de Québec fue llamado a las urnas para elegir el nuevo parlamento provincial. La anterior primera ministra, la soberanista Pauline Marois, convocó elecciones anticipadas al no contar con una mayoría sólida para gobernar. Los resultados electorales han confirmado la tendencia detectada a medida que transcurría la campaña electoral: victoria del Partido Liberal con una holgada mayoría absoluta (70 escaños de los 125 en juego, con el 41,5% votos), que recupera así el gobierno provincial, que había perdido en las anteriores elecciones de 4 de septiembre de 2012, tras 9 años de gobierno liberal. Su nuevo líder, Philippe Couillard, un médico prestigioso y ex ministro provincial, será el nuevo primer ministro. Por el contrario, la hasta ahora primera ministra Marois ha llevado al Partido Quebequés a una de las mayores derrotas de toda la historia del partido soberanista (30 escaños, 25,4% sufragios), perdiendo incluso su propio escaño. Se consolida la conservadora Coalition Avenir Québec en tercera posición (22 diputados, 23,1% votos) y sale reforzado el izquierdista Québec Solidaire (3 diputados, 7,6% votos).

Marois convocó las elecciones en vista de las muestras de popularidad del gobierno soberanista que detectaban los sondeos y aprovechando el liderazgo gubernamental en la iniciativa denominada “Carta de los valores”, que pretende sacar del espacio público todo signo religioso ostentoso. El fichaje como candidato del magnate de los medios de comunicación P.K. Péladeau, que en sus primeras declaraciones subrayó el discurso nacionalista, significó el inicio del cambio de tendencia electoral. Durante los primeros quince días de campaña, un Partido Quebequés a la defensiva se veía obligado a desmentir la intención de convocar un tercer referéndum en Québec durante la próxima legislatura. Todos los sondeos revelaban un amplio rechazo de la población a reabrir la cuestión soberanista, incluso entre un porcentaje relevante de votantes del Partido Quebequés, conscientes de que se trata de un factor de división entre la sociedad quebequesa.

Tanto el Partido Liberal como la Coalición Avenir Québec mostraron su rechazo a dicho referéndum y prefirieron centrar sus propuestas en asuntos económicos y sociales. Las cuestiones identitarias y sobre el estatuto constitucional de Québec en la federación canadiense han ocupado un lugar muy secundario en los programas y en la campaña electoral. En las últimas semanas de la campaña, tampoco la gestión concreta de la propuesta de la “Carta de los valores” ha ayudado a los soberanistas, pues ha sido percibida como una muestra de hostilidad hacia colectivos religiosos y hacia una parte de la población procedente de la inmigración.

Como indicaba el editorial del Globe and Mail, el principal periódico de Canadá, el día siguiente de las elecciones: “Ha sido una elección, no un referéndum. Pero el partido que ganó… venció porque convirtió la campaña en un referéndum para no tener otro referéndum”. Desde la celebración del referéndum en Québec en 1995 y la posterior política de claridad para hacer frente al secesionismo de parte del Gobierno canadiense, bajo el liderazgo político e intelectual del entonces ministro liberal, el quebequés Stéphane Dion, el soberanismo no ha dejado de perder batallas en Québec, como ponen de manifiesto las reiteradas derrotas electorales, así como el constante y creciente rechazo popular a una nueva consulta.

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