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Elecciones europeas en Italia: ¿hacia una victoria del euroescepticismo?

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El próximo 25 de mayo los italianos participarán en las elecciones al Parlamento Europeo por octava vez en su historia. La primera vez fue en 1979. En aquellas elecciones, hoy ya históricas, la Democrazia Cristiana venció con el 36,45% de los votos, seguida por el Partito Comunista Italiano, que consiguió llevarse el 29,57% de los votos. Hoy son muy otros los actores políticos que se disputarán los 73 escaños que le corresponden a Italia en el Parlamento Europeo. Un número igual que el Reino Unido, mientras solo Francia y Alemania ostentan una mayor representación parlamentaria, con 74 y 96 escaños respectivamente.

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Jorge del Palacio Martín. Universidad Rey Juan Carlos


El próximo 25 de mayo los italianos participarán en las elecciones al Parlamento Europeo por octava vez en su historia. La primera vez fue en 1979. En aquellas elecciones, hoy ya históricas, la Democrazia Cristiana venció con el 36,45% de los votos, seguida por el Partito Comunista Italiano, que consiguió llevarse el 29,57% de los votos. Hoy son muy otros los actores políticos que se disputarán los 73 escaños que le corresponden a Italia en el Parlamento Europeo. Un número igual que el Reino Unido, mientras solo Francia y Alemania ostentan una mayor representación parlamentaria, con 74 y 96 escaños respectivamente.

Siguiendo la definición clásica propuesta por Reif y Schmitt en los años ochenta, los expertos en comportamiento electoral han considerado las elecciones europeas como “elecciones de segundo orden”. Esta definición parte de la idea en virtud de la cual los procesos electorales supranacionales son considerados como procesos de menor importancia en comparación con los procesos electorales de orden nacional, en los cuales los electores y los actores políticos encuentran mayores incentivos para su participación. Sin embargo, el contexto de la crisis económica desencadenada en 2008 y la importancia de las medidas tomadas para la gestión de la misma desde la Unión Europea han acercado la política de Bruselas a la vida ordinaria de los europeos en un modo que registra pocos precedentes. Aunque todavía es pronto para constatarlo, este cambio en la percepción de la política de la UE puede hacer que las próximas elecciones europeas ya no sean vistas como unos comicios ajenos a la vida política nacional en las que los ciudadanos de los Estados miembro se juegan poco, o nada. En especial en los países del sur de Europa, en los que las medidas de austeridad destinadas a combatir los efectos de la crisis se han hecho sentir con una intensidad especial y se han traducido en una creciente desafección hacia las instituciones europeas.

Este contexto de desafección resulta un punto de partida interesante para el análisis del caso italiano, imbuido en los últimos años en un clima político populista, personalista y euroescéptico sin precedentes en su historia. Resulta indicativo de la consolidación del clima euroescéptico en Italia que el segundo y tercer partido en intención de voto lo han integrado plenamente en su discurso. De un lado, la creciente expectativa de voto del M5S de Beppe Grillo en las elecciones de mayo se funda, en buena medida, en la capacidad de su líder para adaptar con éxito su retórica populista, en tanto que discurso orientado contra las élites políticas, al contexto de la Unión Europea y sus instituciones. De otro, Forza Italia de Berlusconi, si bien como ejemplo de partido en decadencia, ha optado por disputar el título de segundo partido de Italia a Grillo fortaleciendo la vertiente más crítica de su discurso con la Unión Europea. Nótese, también, la importante presencia en la vida política italiana de partidos que reivindican, directamente, la salida de Italia del euro como la Lega Nord o Fratelli d’Italia.

En este panorama, los últimos sondeos de opinión remarcan el crecimiento en intención de voto del Partito Democratico de Matteo Renzi que, según los últimos sondeos de opinión, estaría en condiciones de obtener entre el 30% y el 35% de los votos, en función de estimaciones. La victoria de Renzi en el primer test electoral al que se somete como Presidente del Consejo de Ministros italiano se podría entender como un fuerte respaldo a su agenda de reformas. Pero si alejamos el foco de la dimensión nacional de las próximas elecciones, con la victoria del PD podría hablarse, con fundamento, de un gran éxito de la política europeísta en un contexto social hostil a la reivindicación de una política con perfil europeo.

Sin embargo, los datos de estimación de voto también posibilitan, cuando menos, otra lectura distinta. Si se procede a sumar la intención de voto de los principales partidos que hacen bandera del euroescepticismo –M5S (22%-27%), FI (17%-21%), LN (4’5%-7%)–, la victoria del PD podría antojarse pequeña para ejercer de contrapeso a la importante presencia del euroescepticismo entre los representantes italianos en el Parlamento Europeo. Entonces, a pesar de la victoria electoral del PD, la derrota del euroescepticismo como fenómeno político no parecería tan evidente.

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