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Elecciones nacionales de Taiwán: una cuestión del orden mundial

En un mundo ideal, las elecciones nacionales de Taiwán no tendrían nada que ver con China o Estados Unidos, y aún menos con la relación entre estos dos países. Sin embargo, la victoria de Lai Ching-te, hasta ahora el vicepresidente del Gobierno del Partido Progresista Democrático (DPP), un candidato que no goza de ninguna simpatía de Beijing, tiene consecuencias para las relaciones entre China y Taiwán, y entre China y Estados Unidos. En cualquier caso, la victoria del DPP no le ha garantizado la mayoría absoluta −en una cámara compuesta por 113 escaños, el voto para el DPP cayó de 61 a 51 (a causa de la mala situación económica)−, por lo que se verá obligado a negociar un gobierno de coalición. Las elecciones nacionales de Taiwán son una cuestión del orden mundial principalmente porque una de las prioridades de la política de Xi Jinping es la “inevitabilidad histórica” de la “unificación” entre China y Taiwán. Si Xi cumple su ambición, cambiando las fronteras e integridad territorial de un país a través de la fuerza militar, sería una flagrante violación del orden liberal internacional. Teniendo en cuenta la promesa del presidente estadounidense Joe Biden −que Washington defendería a Taiwán en el caso de ser invadido por China−, la “reunificación” provocaría una guerra entre las dos potencias, entre la China revisionista y autoritaria y los Estados Unidos, el país que ha creado, sostenido y liderado el orden internacional después de la Segunda Guerra Mundial.

Mientras los políticos y analistas occidentales sostienen que China, como potencia revisionista, representa cada vez más una amenaza para la estabilidad de la región y el orden liberal internacional, para Taiwán es una cuestión existencial. La exitosa consolidación de la democracia de Taiwán en las últimas décadas ha intensificado el crecimiento de una identidad taiwanesa distinta. A medida que los sistemas políticos de China y Taiwán continúan divergiendo, hay poco apoyo en la isla para la “unificación”. Taiwán está cada vez más anclado a Occidente y su población está ampliamente a favor del fortalecimiento de las relaciones con las democracias liberales, sobre todo con Japón, Estados Unidos y Europa.

Desde el comienzo de la campaña, los tres candidatos –Lai, del DPP; Hou Yu-ih, del Kuomintang (KMT), que aumentó su número de legisladores de 38 a 52, y Ko Wen-je, del Partido Popular de Taiwán (TPP), que ha obtenido 8 escaños− expresaron que la prioridad de su política exterior e interior sería preservar la independencia de facto de Taiwán y la paz con China. Sin embargo, sus estrategias para conseguirlo son divergentes. La estrategia de Lai, el candidato que ha ganado las elecciones, consiste en fortalecer los lazos políticos, militares y económicos con Estados Unidos y sus aliados; mientras Hou y Ko tenían intención de reiniciar el diálogo con Beijing, que China interrumpió tras la toma de posesión del presidente Tsai Ing-wen en 2016 (predecesor de William Lai, que cumplió dos mandatos presidenciales al frente del país). El nuevo Gobierno, posiblemente de coalición entre el DPP y el KMT, se verá sacudido por los debates sobre el aumento en el gasto de Defensa. Los políticos del KMT no están de acuerdo con el DPP sobre los detalles de la estrategia militar y sobre qué armas adquirir a Estados Unidos.

En 2022, Washington y Taipei lanzaron una ambiciosa iniciativa comercial, así como de cooperación en materia de seguridad. Así, Washington aumentó el número de tropas desplegadas en Taiwán para entrenar a sus militares y amplió el entrenamiento de soldados taiwaneses en Estados Unidos.

El nuevo presidente se enfrenta a problemas económicos que han socavado la popularidad del partido gobernante, el DPP. Pero, sin duda, su mayor problema son las relaciones con China. Reforzar las defensas de Taiwán y minimizar las provocaciones de Beijing −que probablemente aumentarán en forma de maniobras militares y presiones económicas− seguirán siendo las prioridades de la política del DPP en Taiwán. Sin embargo, no parece claro que el DPP tenga una estrategia clara para lidiar con las posibles decisiones de Xi Jinping.

Es poco probable que Xi concluya que puede tolerar la trayectoria de Taiwán. La victoria de Lai ha irritado profundamente al Partido Comunista Chino. Los resultados de las elecciones se pueden leer en clave de referéndum sobre las relaciones entre Taiwán y China. Beijing lo ha perdido a favor de Estados Unidos. La “unificación” pacífica es cada vez menos viable. Más bien, hay señales de que el Partido Comunista de China percibe que la tendencia en las relaciones entre Taipei y Beijing no se está moviendo a favor de Beijing. Por ello, Xi podría tomar la decisión de actuar para conseguir la unificación. Xi ha declarado que el tema de Taiwán no se puede transmitir a las generaciones futuras y que lograr la unificación es la esencia del rejuvenecimiento del país. La “inevitabilidad histórica” se puede convertir en decisión práctica −uso de la fuerza militar−, dado que la situación económica de China no es satisfactoria. Xi puede tratar de hacer de la unificación una parte importante de su legado político.

El resultado de la elección de Taiwán no influirá en las decisiones de Xi Jinping. Los resultados confirman un statu quo en la política taiwanesa −la continuidad del gobierno del DPP−, pero supone el aumento de las tensiones prebélicas entre Taiwán y China, así como entre China y Estados Unidos.