Una economía dinámica y competitiva, que cree valor y oportunidades para el conjunto de la sociedad, no es posible sin adoptar un enfoque sostenible en sentido amplio. Dicho enfoque debe situar la descarbonización de todos los sectores, la acción climática y la protección de la biodiversidad en el centro de la estrategia de crecimiento.
En el marco del sector energético, ello supone acelerar la transición hacia un modelo de producción y consumo basado fundamentalmente en energías renovables. También son necesarias soluciones sostenibles para el consumo final como la electrificación del transporte y de los usos térmicos en edificios o en industrias, o la creciente incorporación del hidrógeno verde –aquel producido con energías renovables– como vector energético para sectores industriales intensivos en energías fósiles y difíciles de descarbonizar.
Este modelo puede ser la base a su vez de oportunidades económicas y de una fortaleza industrial y en términos de seguridad energética para España, al pasar de una situación de vulnerabilidad por la elevada dependencia de importaciones de combustibles fósiles a un modelo basado en energías renovables autóctonas y competitivas.
Las empresas energéticas del futuro son aquellas que ya han apostado por la acción climática y la sostenibilidad como solución al enorme reto que supone la transición energética, más aún en el contexto actual de múltiples crisis en el que nos encontramos (climática, económica, energética, de inflación y de biodiversidad).
Una aceleración del despliegue de las energías renovables para generación eléctrica, el desarrollo de redes eléctricas inteligentes y el impulso de soluciones energéticas eficientes e innovadoras para los consumidores son la hoja de ruta necesaria para cumplir los objetivos de la agenda climática y lograr que la temperatura global no aumente más de 1,5 grados a finales de este siglo. Si la transición energética sigue esta senda, la Agencia Internacional de Energías Renovables [1] estima que en 2050 habrá más de 43 millones de empleos en el mundo en el ámbito de las energías renovables, lo que creará un impacto neto positivo en el mercado laboral y una mejora de las condiciones generales, ya que serán empleos de alta calidad y cualificación. Las empresas energéticas que sigan este camino, por lo tanto, contribuirán a crear empleos de futuro, a la seguridad del suministro energético y a asegurar, de este modo, la sostenibilidad del crecimiento económico.
Desplegando todas las oportunidades que la aceleración de la transición energética ofrece, esta aceleración es necesaria para abordar con éxito las múltiples crisis a las que nos enfrentamos. Dicho crecimiento económico –basado en la sostenibilidad económica, social y medioambiental– crea valor y genera un impacto positivo para la sociedad, la economía y también para la naturaleza, al proteger los ecosistemas y la biodiversidad. La apuesta de las empresas energéticas por la sostenibilidad integral debe, además, fomentar la innovación y la resiliencia –potenciando así la mejora de la competitividad–, contribuir a forjar ciudades más resilientes, así como mejorar la calidad del aire y, por tanto, la salud.
España, al contar con los mejores recursos renovables de Europa, se sitúa en un punto inmejorable para avanzar hacia un sistema energético basado en las renovables. Un sistema que aproveche la ventaja competitiva de tener una energía más económica y una potente base industrial para no solo transformar la matriz energética, sino para crear y desarrollar industrias que se beneficien de esta ventaja, como por ejemplo el vehículo eléctrico o el acero verde.
Precisamente, el compromiso del grupo Iberdrola con el bienestar de las personas y la preservación del planeta se basa en una firme apuesta por la descarbonización y la electrificación del sector energético y de la economía en su conjunto. Ello ha llevado a la compañía a presentar el nuevo Plan de Acción Climática en el marco de la Cumbre del Clima de Naciones Unidas que ha tenido lugar Egipto en noviembre (la COP 27, en la jerga climática). En línea con el escenario 1,5oC, el Acuerdo de París y atendiendo a la evidencia científica, Iberdrola acelera sus esfuerzos adelantando el objetivo de neutralidad de emisiones de carbono de las centrales de generación, su actividad de distribución eléctrica y sus consumos propios (alcances 1 y 2) a 2030, y la descarbonización total de sus actividades y la de sus suministradores y clientes antes de 2040. Con ello, la compañía se convierte en la eléctrica con objetivos más ambiciosos en esta materia, objetivos que respalda con un sólido plan de inversiones. En los próximos tres años, Iberdrola creará 42.000 nuevos puestos de trabajo verdes e invertirá un total de 150.000 millones de euros durante esta década decisiva, llegando a una capacidad renovable de 95 GW a nivel global y duplicando sus activos en redes inteligentes. En el actual contexto “multicrisis”, los nuevos planes de Iberdrola deben servir de ejemplo para seguir avanzando en la lucha contra el calentamiento global, dando respuesta a los llamamientos tanto de la sociedad como de las comunidades científica y ecologista.
Para aprovechar al máximo las oportunidades que la transición energética sostenible pone a nuestro alcance, es fundamental que todos los actores trabajemos juntos. La colaboración es clave y posible mediante alianzas con el mundo empresarial, la cadena de valor, las comunidades locales en las que se desarrollan las actividades, las organizaciones medioambientales, las administraciones públicas y los organismos internacionales.
Las empresas energéticas desempeñan, por tanto, un papel estratégico para contribuir a la sostenibilidad, más allá del medioambiente, en todos los niveles socioeconómicos, generando empleo y crecimiento, seguridad energética y bienestar, innovación y oportunidades, salud y ciudades más habitables, nuevos modelos de producción y consumo, así como alianzas y colaboraciones para lograr los objetivos. Aquellas empresas energéticas de futuro y con futuro, ya transitan esta senda y son las mejor posicionadas para aprovechar las numerosas oportunidades y ventajas competitivas que brinda la transición energética; una transición que solo puede hacerse de manera integral, inclusiva y sostenible.
Gonzalo Sáenz de Miera es director de cambio climático y alianzas de Iberdrola
[1] Renewable Energy and Jobs – Annual Review 2021 (irena.org)