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Foro de Sao Paulo: el hambre y la muerte

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Eduardo Battistini es dirigente de Primero Justicia y exbecario de FAES. 

Doscientos millones de dólares ha costado la jarana de Maduro con la izquierda trasnochada, en un intento de vender que su dictadura tiene apoyo en el mundo. Por cuestiones como esa, el Foro de Sao Paulo representa lo peor de la corrupción, el autoritarismo, el sufrimiento del pueblo y el fin de la democracia.

Nicolás Maduro ha realizado estos últimos días una jarana en Venezuela con todos los grupos de la izquierda trasnochada que se quedaron anclados en los sueños revolucionarios de la década de los 60, con un simple objetivo: tratar de venderle a los venezolanos que su dictadura tiene apoyo en el mundo. Esto ante la realidad contundente de que el mundo democrático lo rechaza por considerarlo un usurpador en el poder, pero además por ser un violador de los derechos humanos como quedó ratificado en el informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU.

El Foro de Sao Paulo –o mejor dicho, este club de amigos de Maduro que han venido a nuestro país a inflarle el ego bastante desnutrido del dictador– nos ha costado a los venezolanos más de 200 millones de dólares. Esta escandalosa cifra, en medio de un país que vive la emergencia humanitaria más grande de la historia de la región, que ha generado un éxodo de más de cuatro millones de venezolanos llevándonos a tener la migración forzada más grande después de la de Siria, es sin duda una burla y un nuevo robo a la nación. ¿Cuántos hospitales pudiesen haberse dotado con esos más de 200 millones de dólares?, ¿o cuántas toneladas de comida pudieron haberse importado para darle alimento al pueblo? En fin, nuevamente queda demostrado que la mayor sanción que hemos sufrido los venezolanos es tener a Nicolás Maduro en el poder.

El mundo democrático está claro sobre la situación en Venezuela. Los recientes pronunciamientos tanto de la Unión Europea como del Parlamento Europeo son claros y contundentes en varios aspectos. El primero es que nuevamente reconocen y respaldan no solo a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela, sino a la Asamblea Nacional como único poder legítimamente democrático en el país. En segundo lugar, ratifican la necesidad de una solución pacífica, inclusiva y electoral que permita poner fin a la crisis política, social y económica que estamos viviendo, y para esto apoyan el proceso que conocemos como ‘mecanismo de Oslo’ que está dirigiendo el Reino de Noruega. En tercer lugar, ratifican y respaldan el informe de la Alta Comisionada Michelle Bachelet, donde claramente queda expuesto el talante no solo autoritario sino de violador de derechos humanos del régimen madurista. Y como cuarto punto y no menos importante, ratifican la voluntad de seguir aplicando sanciones personales a aquellos funcionarios que sigan violando los derechos humanos en Venezuela. Es importante además destacar que la resolución del Parlamento Europeo fue apoyada por fracciones políticas que van desde la izquierda hasta la derecha, y es que para el mundo está claro que nuestra crisis no es un tema de ideologías; en Venezuela el problema es de hambre, miseria, represión, muerte y dictadura.

El Foro de Sao Paulo pierde cada día más vigencia. Incluso aquellos partidos de izquierda en el mundo que son serios y sólidos no solo ideológicamente sino también en el ejercicio de la política han abandonado ese espacio, que hoy solo refleja fanatismo, interés y mediocridad. América Latina ha sido la mejor muestra del fracaso del Foro de Sao Paulo. Hoy en día esta izquierda apenas gobierna en Bolivia, Cuba, Dominica, Nicaragua, Uruguay, México y Venezuela, y es que la década del 2000 al 2010, cuando la izquierda asaltó el poder en casi la totalidad de América del Sur, fue la mejor vitrina para que esos pueblos y el mundo democrático se dieran cuenta de que lo único que ellos perseguían era mantenerse en el poder costase lo que costase para garantizar sus privilegios, la impunidad a su corrupción y defender a sus violadores de derechos humanos. Hoy, el Foro de Sao Paulo representa lo peor de la política, la corrupción, el autoritarismo, el sufrimiento del pueblo y el fin de la democracia.

Los venezolanos hemos rechazado la presencia de este club de adoradores de Maduro. Somos un pueblo que no se ha quedado callado ante semejante show, nuestra voz de protesta se ha hecho sentir en todo el país para que el mundo supiera que en Venezuela el Foro de Sao Paulo es una institución non grata.