Las elecciones municipales francesas celebradas los pasados 23 y 30 de marzo presentan un resultado final que, si bien en líneas generales parece claro, en un análisis más atento revela que todas las fuerzas políticas siguen mostrando debilidades internas. La primera de estas debilidades ha sido que la participación electoral ha seguido cayendo, algo menos de 2 puntos, pasando del 65,2% al 63,4%. La abstención no ha sido el factor más novedoso de estas elecciones, pero ha subido.
«Eduardo Inclán es Maître en Histoire por la Universidad de Toulouse II-Le Mirail
Las elecciones municipales francesas celebradas los pasados 23 y 30 de marzo presentan un resultado final que, si bien en líneas generales parece claro, en un análisis más atento revela que todas las fuerzas políticas siguen mostrando debilidades internas. La primera de estas debilidades ha sido que la participación electoral ha seguido cayendo, algo menos de 2 puntos, pasando del 65,2% al 63,4%. La abstención no ha sido el factor más novedoso de estas elecciones, pero ha subido.
Comenzando por los vencedores, la Unión por la Mayoría Popular (de momento liderada por Jean François Coppé, a la espera del retorno esperado a medio plazo de Nicolas Sarkozy), ha conseguido reagrupar el voto de centro-derecha en todas las regiones, algo que no consiguió en las anteriores municipales de 2008. En aquel momento, las diferencias con los centristas del MoDem de François Bayrou y las campañas poco cercanas a los temas municipales, en parte por el excesivo personalismo del presidente Sarkozy, llevaron al partido a unos pésimos resultados, con la pérdida de importantes instituciones, como ya había sucedido previamente en las regionales.
Ahora, con los socialistas en el Palacio del Elíseo sin un rumbo político claro, la UMP ha sabido llegar a acuerdos con los centristas y con los pequeños partidos de derecha no integrados, y, sobre todo, marcar las distancias ideológicas con el Frente Nacional, lo que le ha supuesto una victoria estratégicamente importante a solo dos meses de las elecciones europeas.
La UMP y sus aliados han obtenido 4.878 alcaldías y más de 104.000 concejales, cerca de la mitad del total, superando ampliamente al Partido Socialista Francés, que retrocede hasta obtener solamente 3.023 alcaldías y algo más de 68.700 concejales. Los partidos de extrema izquierda (Partido Comunista Francés, Partido Radical y aliados del Front de Gauche) han obtenido 98 alcaldías y 2.872 concejales; Europe Ecologie-Los Verdes, 11 alcaldías; el Frente Nacionalde Marine Le Pen (la verdadera protagonista mediática de estas elecciones) ha conseguido 10 alcaldías y cerca de 1.500 concejales, además de la victoria del candidato en la ciudad de Béziers, al que el FN apoyaba junto a otras fuerzas locales de derecha. Otras siglas han obtenido 1.730 alcaldías, destacando la victoria del presidente del MoDem, François Bayrou, que vuelve a la vida política tras obtener la alcaldía de Pau.
Sin embargo, los resultados así planteados pueden llevar a algún equívoco. El centro-derecha ha ganado claramente estas elecciones manteniendo sus principales instituciones, como Marsella o Burdeos y además, ha recuperado el liderazgo nacional en las encuestas, que le otorgan un 22%. Pero sigue sin tener un líder claro que sea quien encabece la oposición al presidente Hollande y sigue apareciendo en los medios como un partido en mitad de una lucha fratricida que no acaba nunca. Es cierto que en estas elecciones la UMP ha recuperado algunas grandes ciudades perdidas en 2008, como Toulouse, Angers, Amiens o Caen, que son lugares tradicionalmente de derechas que ahora vuelven a ella, tras un mandato a manos de la izquierda. Incluso es cierto que ha conquistado algunas ciudades tradicionalmente de izquierdas (Limoges y varias ciudades de Bretaña y del antiguo “cinturón rojo” de París). Sin embargo, ha fracasado en varias batallas estratégicas, como París, Lyon y Estrasburgo, ciudades que la derecha gobernó durante décadas y que seguirán seis años más en manos del PSF. Significativamente, la UMP ha perdido una ciudad emblemática como Avignon, que pasa a manos de la izquierda debido al auge del voto del FN.
El PSF ha sufrido una severa derrota, que ha llevado al presidente Hollande a precipitar la caída del gobierno de Jean Marc Ayrault y su sustitución por el ministro más valorado del gabinete, Manuel Valls, hasta ahora ministro de Interior. De este nuevo gobierno se supone que hará una política más conservadora, intentando poner las bases que saquen al país del estancamiento económico en el que se ha instalado desde hace años. Pero los resultados electorales demuestran que la izquierda ha sabido aguantar en sus feudos tradicionales, que sigue en las encuestas nacionales a solamente 3 puntos de la UMP y, sobre todo, que sigue manteniendo los bastiones más importantes del municipalismo, como París (con la gaditana Anne Hidalgo como cabeza de cartel), Lille o Lyon, aunque ahora vaya a perder el control de varias comunidades metropolitanas de algunas grandes ciudades francesas.
Los partidos de extrema izquierda en general han obtenido unos resultados paupérrimos, pero ante la debilidad relativa de los socialistas sus votos son más estratégicos que nunca para apuntalar esa “izquierda plural” que tan necesaria va a ser si el gobierno de Valls quiere mantener las calles en paz y trabajar por el crecimiento económico mientras llega a acuerdos con la patronal francesa para flexibilizar el mercado laboral.
Y en cuanto a la extrema derecha, a pesar del protagonismo mediático del Frente Nacional y su lideresa, solamente ha conseguido ganar las alcaldías de ciudades donde ya tradicionalmente ha conseguido buenos resultados, como Hénin, Fréjus, Beaucaire, centrándose en sus feudos de las regiones de Provenza y Nord-Pas de Calais. Sus dos vicepresidentes han fracasado a la hora de convertirse en alcaldes de las ciudades donde se presentaban, por lo que la “ola azul Marine” ha quedado bastante menguada, con fracasos generalizados en las demás regiones francesas. Ello no impide que las encuestas les sitúen todavía como la segunda fuerza en intención de voto, con un 20% a nivel nacional, superando en un punto a los socialistas de Hollande y Valls.
En resumen, las municipales ofrecen un mapa favorable hacia la UMP y sus aliados, pero queda todo abierto para las europeas del 25 de mayo, donde el FN puede dar la sorpresa ante unos partidos tradicionales que no están sabiendo dar la batalla mediática en temas como Economía, Integración de los inmigrantes y reforma del Estado de bienestar. Todavía queda tiempo para ello, pero también para hablar de Europa, donde Francia está siendo cada vez más orillada ante el empuje alemán. ¿Será el nuevo gobierno Valls capaz de retomar la iniciativa? Lo veremos muy pronto.
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