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¿Funcionará el Quantitative Easing del BCE?

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  • Ignacio Muñoz Alonso: “El BCE no puede renunciar a utilizar herramientas que han resultado útiles. El whatever it takes implica hacer cosas como estas”
  • Pedro Antonio Merino: “El QE supone un avance más en la construcción europea, que no pudo hacerse antes por el riesgo de ruptura del euro”
  • Miguel Marín: “La responsabilidad del crecimiento es esencialmente nacional y debería instrumentarse a través de reformas estructurales”

La Fundación FAES ha analizado el plan de expansión cuantitativa (Quantitative Easing) puesto en marcha por el Banco Central Europeo el pasado 9 de marzo durante la celebración de la tercera edición de ‘Mesa de Economía FAES’, en la que han participado el profesor de Finanzas de IE Business School Ignacio Muñoz Alonso y el economista jefe de Repsol, Pedro Antonio Merino, moderados por el director de Economía y Políticas Públicas de la Fundación, Miguel Marín. Por qué el BCE apuesta en este momento por el QE, de qué dependerá su éxito y cuáles son los riesgos que podrían restarle eficacia han sido algunas de las cuestiones a las que se ha dado respuesta.

Marín ha recordado que “el BCE lleva amagando desde 2012 con poner en marcha un programa de estas características” y se ha preguntado “qué circunstancias concurren hoy para que países como Alemania, tradicionalmente detractores de la política monetaria laxa del BCE, hayan aceptado”. En este sentido, Pedro Antonio Merino ha afirmado que “el QE no pudo hacerse antes por el riesgo de ruptura del euro, y es ahora, cuanto se enfrenta a una potencial situación de deflación y de no crecimiento, cuando se toma la única decisión que puede ayudar a mejorar la economía”. “El QE supone un avance más en la construcción europea. Es una decisión que no la culmina, pero permite ser optimista en dicho proceso”, ha apuntado.

“Draghi ha demostrado un gran peso político frente a la resistencia de la línea más ortodoxa del BCE, encabezada por Alemania”, ha subrayado Ignacio Muñoz Alonso, para quien el consenso se ha alcanzado una vez que “hemos entendido que cuando la política monetaria se agota en su formato tradicional, que es el de los precios, conviene ejecutar otro tipo de medidas más orientadas a las cantidades”. “El BCE no puede renunciar a utilizar herramientas que han resultado útiles en otras economías. El whatever it takes de Draghi implica hacer cosas como estas”, ha asegurado.

CLAVES DEL ÉXITO
Ambos expertos han coincidido en diagnosticar que el éxito del programa de compra de deuda pública vendrá determinado por el impacto que logre alcanzar en la economía real, en la medida en que sea capaz, en primer lugar, de crear un efecto riqueza a través de la subida del precio de los activos y la bajada de los tipos de interés en el largo plazo, habida cuenta de que, según ha señalado Merino, el 45 por ciento de la riqueza de los hogares europeos es financiera, frente al 70 por ciento en los hogares de Estados Unidos.

Para Muñoz Alonso, que el QE pueda transmitir un impulso positivo a la economía real también dependerá de la mejora de las expectativas sobre la inflación y el crecimiento, como de hecho ya ha ocurrido con la depreciación del euro. Asimismo, la sustitución de carteras vía mayor asunción de riesgos por parte de los inversores será, a su juicio, otro de los termómetros del éxito del plan. “Se trata de mover en paralelo todas las curvas de rendimiento”, ha subrayado.

Por el contrario, ha señalado que el efecto del programa sobre el crédito será menor, “porque en la banca el mecanismo de transmisión no es inmediato”. “Si al banco no le llegan buenos proyectos de inversión, por mucho QE que reciba, no va a prestar, más aun teniendo en cuenta las mayores exigencias regulatorias implementadas tras la crisis”, ha afirmado. 

COMPLETAR LAS REFORMAS
Pedro Antonio Merino ha asegurado que con el QE “se abre un espacio nuevo de tiempo en el que el BCE pueda dedicarse a hacer su parte, gestionar la política monetaria con el fin de actuar sobre la demanda, para que ésta crezca y la expectativa de los precios vuelva al 2 por ciento”, a la espera de que los países completen las reformas estructurales

A este respecto, Marín ha presentado a España como “alumno aventajado” en la puesta en marcha de dichas reformas y ha apuntado al debate existente entre “los que pensamos que no se puede descargar toda la responsabilidad del crecimiento de la zona euro en el BCE, sino que es una responsabilidad esencialmente nacional que debería instrumentarse a través de reformas estructurales, y los que se niegan a ponerlas en marcha parapetándose en el euro y las instituciones comunitarias”.

PROGRAMA ABIERTO
Según Muñoz Alonso, “si un QE no lo siembras sobre tierra fértil, el resultado es incompleto y el alcance insuficiente”. Para ello, señala la necesidad de implementar medidas fiscales y que tiendan a cerrar el output gap. A juicio de Merino, “es importante que consigamos visualizar que lo que está haciendo el BCE es algo de todos los europeos, que sus efectos se vean de manera común y se entiendan que cuando todo el mundo respeta las reglas del juego todos ganamos”. “En el último trimestre, sin haberse ejecutado la primera compra, todos los indicadores de crecimiento en la UE han mejorado”, ha añadido.

Muñoz Alonso ha apuntado, no obstante, que el QE debe vencer ciertas dificultades, entre las que ha subrayado la tardanza en su puesta en marcha, la fragmentación del mercado y la prevalencia del canal bancario. Por ello Merino ha destacado la importancia de que sea “un programa abierto que si no alcanza sus objetivos y hay consenso se podrá prorrogar”. “Dejar abierto el programa es una señal del compromiso absoluto por devolver a la zona euro al crecimiento y a zonas libres de deflación. Probablemente los socios de la UE y los accionista del BCE terminarán viendo que muchos de los problemas y peligros que temían no se concretan”, ha añadido Muñoz-Alonso.