Anotaciones 20
Nueva Democracia, el gran partido de centroderecha griego y su líder y primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, han conseguido un éxito resonante en las elecciones generales celebradas ayer.
Con el 41% de los votos, Mitsotakis ha más que duplicado lo conseguido por la izquierda de Syriza y ha cuadruplicado los resultados de los socialistas del PASOK. A sólo cinco escaños de la mayoría absoluta, Mitsotakis ha ganado a sus rivales, a los sondeos y a tantos analistas que, metiendo en el mismo saco el episodio de escuchas ilegales, el trágico accidente de tren del pasado 28 de febrero en el que murieron 57 pasajeros que viajaban de Atenas a Salónica y el supuesto efecto antisocial de sus reformas, auguraban el fracaso de Nueva Democracia.
A este error de previsión contribuye decisivamente la idealización de una cierta izquierda cuyos logros y proyección social son sistemáticamente magnificados. Es el caso de Yanis Varoufakis, uno de los profetas económicos de la izquierda cuyo atractivo electoral no alcanza al 3% de los votos.
Grecia, con el éxito de Nueva Democracia, es el último ejemplo que pone en evidencia esa tendencia distorsionadora y engañosa que consiste en dar notoriedad a minorías radicales, permitirles que marquen la agenda con prioridades que nada tienen que ver con el sentir y las preocupaciones mayoritarias de la sociedad y concederles una proyección que no se corresponde con la realidad. El fracaso de Syriza, la irrelevancia de Varoufakis, el fracaso en la orquestación en contra del Gobierno de Mitsotakis de un trágico accidente ferroviario, el apoyo a las reformas desmienten muchos análisis que han confundido los deseos de la izquierda y sus opinadores con la realidad de lo que mayoritariamente quieren los griegos. Mitsotakis podrá gobernar ahora o en junio con la prima de 50 escaños al vencedor si hay nuevas elecciones. Los números hablan por sí mismos.