Ana Iríbar, viuda de Ordóñez y miembro del Patronato de FAES
Hoy hace 29 años una bala cobarde detenía el latido de Gregorio. Nos dejaba huérfanos a muchos. Esa bala, estoy convencida, cambió incluso el curso de la historia de esta ciudad, de San Sebastián, pero también del curso del País Vasco. Me atrevo a decir, incluso de España. Gregorio era un referente para muchos de nosotros y lo sigue siendo hoy. Seguimos echando de menos al ciudadano Ordóñez, al político Ordóñez, y lo veo cuando muchas personas se acercan a esta exposición y lloran emocionadas escuchando una vez más esa voz clara, rotunda, llena de convicciones que fue la voz de Gregorio Ordóñez. Esa voz que es irrepetible y lo es porque detrás de ella se reconoce a un político auténtico, a un hombre que primero fue ciudadano, a un hombre que escuchaba, que resolvía, a un hombre que se enfrentaba, no solo al terrorismo de ETA, sino también al nacionalismo imperante en esta sociedad. Gregorio Ordóñez se debía a sus principios, a sus conciudadanos. Su puerta siempre estaba abierta para todos nosotros y para resolver sus problemas y para devolvernos con su valentía, con su extremada generosidad un poco de dignidad. Gracias Gregorio, siempre en el corazón, siempre en nuestra memoria.