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Infraestructuras en Estados Unidos

La dotación de infraestructuras de calidad es un determinante clave para el desarrollo y el crecimiento a largo plazo de las economías. Fomenta la actividad privada, las inversiones y el empleo; contribuye a la cohesión social y territorial; mejora la calidad de vida de los ciudadanos e impulsa la competitividad.

En Estados Unidos, el estado de las infraestructuras energéticas, hidráulicas, de transporte, urbanas, es muy deficiente. La mayoría de las grandes infraestructuras del país se construyeron en la década de 1960; buena parte de ellas está cerca de alcanzar el fin de su vida útil y es difícil que puedan dar mucho más de sí. La mayoría necesita rehabilitación o incluso su completa sustitución.

Como muestra, un botón: en Estados Unidos, uno de cada tres puentes necesita reparación o ser reconstruido[1]; cerca del 20% de los vuelos registra algún tipo de retraso[2]; el pavimento del 39% de las grandes carreteras está en mal estado[3]; el 18% de las presas de agua se considera de alto nivel de riesgo (esto es, que podrían causar daños mortales en caso de fallo)[4].

Detrás de estas deficiencias se encuentran distintos elementos causales. Entre ellos está un problema de desinversión de larga data: el gasto público en infraestructuras de transporte y agua no ha dejado de caer desde la década de 1960, pasando de representar cerca del 4% del PIB nacional a poco más del 2%[5]. En términos comparativos, la inversión en infraestructuras terrestres[6] en Estados Unidos está sustancialmente por debajo de la de otras grandes economías mundiales, incluyendo Japón, el Reino Unido y algunas economías de la Unión Europea como Francia o Alemania, que destinan a ese capítulo en torno al 1% de su PIB, frente al 0,5% de los Estados Unidos[7]. De modo general, en Estados Unidos se estima un gap de inversión en infraestructuras de unos 4,4 billones de dólares[8].

A lo anterior se añade la fragmentación administrativa y financiera. En efecto, las competencias y la financiación de las infraestructuras dependen tanto de las administraciones y fuentes federales como estatales y locales. El 69% de la inversión en infraestructuras de transporte y agua proviene de las administraciones estatales y locales; el resto (31%), del Gobierno federal[9]. Esta fragmentación hace que el sistema resulte complejo. Hay quienes apuntan directamente al elevado poder de veto de los múltiples actores implicados en la ejecución de las obras como raíz del problema[10].

También es bien conocido que la ejecución de grandes obras en Estados Unidos suele alargarse excesivamente (de media, la construcción de una carretera requiere de unos 13 años, desde la concepción del proyecto hasta su completa ejecución[11]), dificultando su traslado a la economía real en términos de mayor productividad y bienestar general de la población.

La Administración Biden trató de atajar el problema mediante la Ley de Infraestructuras y Empleo (Infrastructure Investment and Jobs Act[12] o IIJA en inglés), aprobada en 2021 y dotada con 1200 millones de dólares destinados a la mejora de infraestructuras críticas, incluyendo puentes, carreteras, presas de agua, vías férreas, puertos y otras infraestructuras energéticas y digitales. Fue un plan muy ambicioso –el que más de la historia reciente de Estados Unidos–-. La norma expirará en 2026 y está por ver qué proyectos iniciados bajo su paraguas se seguirán financiando y cómo a partir de entonces. En todo caso, muchos de ellos ya han sido puestos en jaque por la Administración Trump, que se ha fijado el objetivo de “poner fin a la gran estafa verde” y ha cancelado muchas de las inversiones previstas bajo la IIJA, principalmente las destinadas a la transición energética[13].

La política de infraestructuras de Donald Trump pivota sobre dos ejes clave: por una parte, está el objetivo de “alcanzar el predominio energético de América” y, de otra parte, el de “alcanzar el dominio global en inteligencia artificial[14]”. Todo lo cual se concreta en un objetivo mayor, el de “Build, baby, Build”. No se trata sólo de reparar y reconstruir infraestructuras críticas como los puentes, las carreteras o las vías férreas, sino también de construir nuevas infraestructuras digitales y energéticas que soporten el despliegue de la inteligencia artificial y que garanticen la seguridad de suministro y unos precios energéticos asequibles sobre la base de una renovada “ambición fósil” que contrasta muy mucho con el impulso climático de la anterior Administración Biden.

Este contexto abre un importante abanico de oportunidades para las grandes empresas constructoras de España, cuya amplia y exitosa trayectoria en la construcción de infraestructuras en los Estados Unidos puede resultar muy útil.

Por último, lo anterior invita a una reflexión en clave nacional, y es que la cuestión de las infraestructuras también es relevante en España. Aquí, el déficit de inversión de las Administraciones públicas en infraestructuras es una realidad insoslayable que ha provocado un deterioro significativo del stock de infraestructuras. En materias como el agua, la movilidad limpia, las carreteras y la red ferroviaria, el margen de mejora es amplio y crecientemente evidente. Discusiones como la que tiene que ver con el modelo de gestión, financiación y mantenimiento de las infraestructuras, son, en cualquier caso, particularmente relevantes.


[1] Bridge Report 2024, American Road & Transportation Builders Association. https://artbabridgereport.org/

[2] On-Time Performance – Reporting Operating Carrier Flight Delays at a Glance, Bureau of Transportation Statistics. https://www.transtats.bts.gov/HomeDrillChart.asp

[3] Report Card for America’s Infrastructure, American Society of Civil Engineers (ASCE). https://infrastructurereportcard.org/wp-content/uploads/2025/03/Full-Report-2025-Natl-IRC-WEB.pdf

[4] Ibid.

[5] Public Spending on Transportation and Water Infrastructure, 1956 to 2023, Congressional Budget Office. https://www.cbo.gov/system/files/2025-02/60874-InfrastructureSpending.pdf

[6] Incluyendo carreteras, vías férreas y navegables, puertos y aeropuertos.

[7] Datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) correspondientes al año 2021.

[8] Report Card for America’s Infrastructure, American Society of Civil Engineers (ASCE). https://infrastructurereportcard.org/wp-content/uploads/2025/03/Full-Report-2025-Natl-IRC-WEB.pdf

[9] Public Spending on Transportation and Water Infrastructure, 1956 to 2023, Congressional Budget Office. https://www.cbo.gov/system/files/2025-02/60874-InfrastructureSpending.pdf

[10] “Too Much Law and Too Little Infrastructure”, Francis Fukuyama. https://www.the-american-interest.com/2016/11/08/too-much-law-and-too-little-infrastructure/

[11] The road to renewal: How to rebuild America’s infrastructure, McKinsey. https://www.mckinsey.com/industries/infrastructure/our-insights/the-road-to-renewal-how-to-rebuild-americas-infrastructure

[12] https://www.congress.gov/bill/117th-congress/house-bill/3684

[13] “The White House Office of Management and Budget Releases the Presiden’t Fiscal Year 2026 Skinny Budget”, The White House. https://www.whitehouse.gov/briefings-statements/2025/05/the-white-house-office-of-management-and-budget-releases-the-presidents-fiscal-year-2026-skinny-budget/

[14] Winning the Race. America’s AI Action Plan”, Executive Office of the President of the United States. https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2025/07/Americas-AI-Action-Plan.pdf