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Irán: ¿Por qué ahora?

Más de un año y medio después, el reordenamiento geopolítico de Oriente Medio difiere bastante del que tenía en mente Yahya Sinwar cuando ordenó la masacre del 7 de octubre de 2023. Tras 21 meses de lucha en varios frentes –Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria, Yemen, Irak e Irán–, Israel ha alterado por completo la balanza en el equilibrio de fuerzas en la región. Lejos de suponer el auge y la consolidación del llamado “Eje de la Resistencia”, la mecha prendida por Hamás el 7 de octubre ha conducido al desmembramiento y (por ahora) la derrota del Eje al que tantos años de planificación y recursos había destinado la República Islámica de Irán.

El “anillo de fuego” que los ayatolás y la Guardia Revolucionaria habían levantado pacientemente en torno a las fronteras de Israel en Gaza, Líbano y Siria está ahora mismo roto. Tras poner a Hezbolá y Hamás contra las cuerdas y propiciar la caída de Asad, Israel tiene ahora las manos libres para hacer frente a la “cabeza de la serpiente”. Teherán se encuentra ahora mismo luchando directamente contra el Estado hebreo sin organizaciones proxy en las que poder delegar el combate. Ya no quedan milicias o dictadores clientelares tras los que parapetarse para poder atacar impunemente a Israel sin arriesgarse a un contraataque en suelo iraní.

La República Islámica de Irán se encuentra en estos momentos librando una guerra bajo unos parámetros con los que no se siente cómoda. La doctrina de defensa del régimen se basaba en librar guerras contra sus enemigos (Israel y Estados unidos, principalmente) lejos de sus fronteras: en países distantes y mediante milicias y grupos terroristas que infligieran el golpe y absorbieran a su vez la respuesta al mismo. Es precisamente esta situación la que explica que Israel haya decidido atacar ahora a Irán: ya no teme el auxilio del Eje de la Resistencia en la defensa de Irán.

En retrospectiva, el descabezamiento de Hezbolá en septiembre y octubre del año pasado probablemente selló el futuro de Irán y puso en movimiento el proceso que nos lleva hasta aquí. Hezbolá era la póliza de seguros de Irán: lista para ser activada en caso de que Irán fuese atacada. La amenaza de una lluvia de cohetes cayendo desde el Líbano sobre Israel era una espada de Damocles que limitaba el margen de maniobra de los gobiernos israelíes. La caída de Asad en diciembre y la expulsión de Hezbolá e Irán del país allanó aún más el camino a un enfrentamiento directo con Irán. Siria se había convertido en una autopista aérea (ahora libre de la injerencia rusa) para los cazas israelíes en su camino a Irán.

En resumen, se había abierto una ventada de oportunidad clara para Israel. Desde el punto de vista de Netanyahu, una oportunidad histórica que no suele presentarse dos veces. Había que actuar antes de que Turquía llenase el vacío dejado por Rusia en Siria e impidiese la libre circulación de aviones israelíes. La llegada de Trump también suponía otra oportunidad. Al contrario que Biden, Trump era más proclive a permitir un ataque israelí, ataque impensable sin la bendición de Washington.

Otros dos factores nos han traído hasta aquí: la vertiginosa expansión del arsenal de misiles balísticos y los rápidos avances en el programa nuclear iraní. El incremento del número de misiles balísticos (estimado en 3000) y el progresivo acortamiento del tiempo que llevaría a Irán fabricar una bomba atómica (semanas o días según el análisis) eran una cuenta atrás existencial a ojos de Israel. Sólo se podía actuar antes de que Irán se hubiese dotado de un arsenal de misiles lo suficientemente grande como para bombardear con cientos o miles de misiles cada noche el Estado hebreo. Sólo se podía actuar antes de que Irán se hiciese con la bomba atómica y se convirtiese en un país intocable como Corea del Norte.

Irán ahora mismo sólo puede responder con docenas (excepcionalmente centenares) de misiles cada noche y ninguno de ellos lleva una ojiva nuclear. Se trata por tanto de una guerra que todavía es asumible (dentro del daño y destrucción que conlleva) para el Estado judío. Haber esperado unos años habría producido un escenario de conflicto radicalmente distinto y difícilmente asumible para Israel.