El pasado martes 11 de noviembre, Susanna Camusso, secretaria general de la CGIL (Confederazione Generale Italiana del Lavoro), anunció la convocatoria de una huelga general de ocho horas para el próximo 5 de diciembre. La CGIL ha justificado la convocatoria de la huelga como medida de protesta ante la reforma laboral promovida por el Gobierno de Matteo Renzi. Así, el anuncio de la huelga culmina un proceso de progresivo distanciamiento entre el Partito Democratico y su aliado histórico, acostumbrados otrora a una convivencia armónica entre partido y sindicato.
«El pasado martes 11 de noviembre, Susanna Camusso, secretaria general de la CGIL (Confederazione Generale Italiana del Lavoro), anunció la convocatoria de una huelga general de ocho horas para el próximo 5 de diciembre. La CGIL ha justificado la convocatoria de la huelga como medida de protesta ante la reforma laboral promovida por el Gobierno de Matteo Renzi. Así, el anuncio de la huelga culmina un proceso de progresivo distanciamiento entre el Partito Democratico y su aliado histórico, acostumbrados otrora a una convivencia armónica entre partido y sindicato.
La CGIL cuenta con 5.686.210 afiliados (según datos de 2013) y es el sindicato más importante de Italia. No obstante, el desafío lanzado contra el Gobierno del PD no ha logrado, de momento, crear un bloque sindical capaz de aglutinar a los otros dos sindicatos más relevantes del país frente a Renzi: la CISL (Confederazione Italiana di Sindicati Lavoratori) y la UIL (Unione Italiana del Lavoro). La primera, de inspiración democristiana, cuenta con 4.372.280 afiliados. La segunda, de orientación socialdemócrata, tiene 2.216.443 afiliados.
La renuncia de la CISL y la UIL a secundar la huelga general convocada por la CGIL de Susanna Camusso, así como su sintonía con las reformas propuestas por Renzi, es un dato relevante, pues proyecta al mundo sindical la brecha que el secretario general del PD ha provocado en la vida política de la izquierda italiana. Actualmente la oposición a la reforma laboral de Renzi la lideran los antiguos cuadros del PCI (Partito Comunista Italiano) y el sindicato de origen comunista. Éste ha planteado la huelga del día 5 de diciembre como un día de movilización masiva para demostrar a Renzi que en Italia no hay reforma laboral posible sin el concurso de la CGIL.
En la memoria del sindicalismo italiano permanece como día histórico el 23 de marzo del año 2002, fecha en la que la CGIL fue capaz de reunir a casi tres millones de personas en el Circo Massimo de Roma contra el Gobierno de “Il cavaliere” y su proyecto de reforma laboral. Parece difícil que esa movilización se repita frente a un Gobierno del PD, más si el resto de fuerzas sindicales insisten en no participar en el desafío al gobierno. Por tanto, el pulso al gobierno que debe demostrar la fuerza de la CGIL puede terminar, paradójicamente, en la escenificación del declive del poder político del principal sindicato italiano. De momento, la respuesta del PD ha sido irónica. Dado que el 5 de diciembre es viernes y el lunes día 8 festivo, por ser el día de la Inmaculada, algunos miembros del gobierno han señalado que “Il ponte è servito”.
* La convocatoria fue cambiada ayer al día 12, sumándose a ella la UIL.
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