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La amenaza populista en el Reino Unido

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Si el populismo es la amenaza más seria a la que se enfrentan las democracias europeas –seguramente desde los años 20 del pasado siglo–, resulta especialmente llamativo que también una opción de estas características esté logrando un creciente apoyo electoral en el Reino Unido, país orgulloso de su tradición liberal y parlamentaria. Como es notorio, el United Kingdom Indepence Party (UKIP) se ha convertido en los últimos años en el partido protagonista de la política británica. Esta formación ha determinado la agenda política de la última legislatura, centrando el debate público en dos asuntos clásicos del discurso populista: por un lado, la crítica anti-establishment que perfila a la clase política tradicional como una oligarquía separada del pueblo y ajena a sus intereses; y por otro, la crítica a la inmigración descontrolada, derivada de la pertenencia a la Unión Europea a la que UKIP se opone frontalmente.

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Si el populismo es la amenaza más seria a la que se enfrentan las democracias europeas –seguramente desde los años 20 del pasado siglo–, resulta especialmente llamativo que también una opción de estas características esté logrando un creciente apoyo electoral en el Reino Unido, país orgulloso de su tradición liberal y parlamentaria.

Como es notorio, el United Kingdom Indepence Party (UKIP) se ha convertido en los últimos años en el partido protagonista de la política británica. Esta formación ha determinado la agenda política de la última legislatura, centrando el debate público en dos asuntos clásicos del discurso populista: por un lado, la crítica anti-establishment que perfila a la clase política tradicional como una oligarquía separada del pueblo y ajena a sus intereses; y por otro, la crítica a la inmigración descontrolada, derivada de la pertenencia a la Unión Europea a la que UKIP se opone frontalmente.

Hasta ahora, UKIP había cosechado sus mayores éxitos en elecciones europeas. El sostenido avance electoral experimentado en la última década fue finalmente culminado con el triunfo del pasado mes de mayo. Una victoria sin precedentes que puso de manifiesto el descontento del electorado con los dos grandes partidos, incapaces de definir de una manera convincente su posición respecto a la Unión Europea y la inmigración, que es ya la primera preocupación de los británicos.

La reciente entrada de UKIP en la Cámara de los Comunes constituye un nuevo hito en la consolidación de este partido como actor principal del juego político. Su victoria en las dos by-elections forzadas por la deserción de sendos parlamentarios conservadores que se han pasado a UKIP, ha demostrado el potencial electoral de este partido también en elecciones internas de primer orden. UKIP ha dejado claro en Clacton y en Rochester and Strood,dos circunscripciones de perfiles socio-demográficos muy distintos, que puede hacerse con amplias mayorías, nutridas de votantes de lo más heterogéneo. UKIP representa una amenaza no para un partido en concreto, sino para el conjunto de la clase política de Westminster, puesto que sus votantes provienen tanto de la derecha como de la izquierda del espectro ideológico.

La irrupción en el Parlamento tiene, además, un gran valor simbólico. UKIP ya está en el escenario fundamental de la política nacional, ya tiene una voz en ese escenario y, a partir de ahora, tendrá más presencia pública y aún más visibilidad mediática. Recursos que aprovechará seguro para seguir ganando apoyos.

Ante esta situación, ¿qué amenaza representa UKIP para las próximas elecciones generales de 2015? Aunque el sistema electoral first-past-the-post representa una barrera para los partidos emergentes, UKIP ya ha demostrado que no es una barrera imbatible. Si concentra sus esfuerzos en las circunscripciones donde tiene mayores posibilidades, podrá hacerse –como pronostican las encuestas– con un destacado número de escaños. Teniendo en cuenta la poca probabilidad que existe de que las elecciones se resuelvan en una mayoría suficiente para alguno de los dos grandes partidos, UKIP podría estar llamado a influir en la formación del gobierno en 2015. Ése es, de hecho, el objetivo declarado por su líder Nigel Farage: convertirse en la fuerza que determine el próximo gobierno, condicionado a la salida inmediata de Gran Bretaña de la Unión Europea y al cumplimiento de un programa que responde únicamente a “lo que la gente quiere oír”.

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