Idioma-grey

La aritmética del ajuste fiscal

Share on facebook
Share on twitter
Share on email
Share on whatsapp
Share on linkedin

Jesús Fernández Villaverde: “¿Por qué los mercados desconfían de España? Pues porque tenemos un problema de liquidez realmente serio. El dato básico es el siguiente: en el 2007 nuestro país tenía un superávit de casi un 2%, pero en 2009 hemos cerrado el ejercicio, más o menos, con un 11.2% del déficit. Esto significa que en solo dos años hemos tenido un cambio neto de 13 puntos del PIB”

“La remuneración de los funcionarios públicos ha tenido una subida de más de un punto y medio del PIB como consecuencia, en primer lugar, del insostenible incremento del empleo público (ha pasado de los 2,5 millones de empleados en el año 2007 a 2.659.000 en 2009, mientras la economía privada destruía un 10% del empleo). De ahí, las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales han incrementado su plantilla en 146.000 empleados”

“De los 13 puntos de PIB de cambio presupuestario, del superávit al déficit, que han vivido nuestras Administraciones Públicas: 3 puntos se deben a la caída del IVA y otros impuestos especiales; 3 puntos a los impuestos directos (sociedades y otros); 3 puntos a las prestaciones por desempleo y asociadas; 1,6 de remuneración de funcionarios; 1 punto por otras transferencias; 0,5 puntos a los consumos intermedios; un quinto de punto a la inversión pública.; y un tercio de punto al pago de intereses de la deuda”

“¿Qué hubiera sucedido en España con una política fiscal diferente? Si hubiésemos practicado una política fiscal mucho más centrada en la contención de gasto, hubiéramos presentado un déficit aproximado del 7% del PIB en el año 2009, con un rango de incertidumbre razonable entre el 7% y el 8%, que nos permitiría no estar en el punto de mira de los mercados”

“El hecho de que tengamos dudas más que razonables sobre la situación económica española dentro de diez años es una razón para comenzar a actuar, no para no hacer nada. Existe evidencia de que las consolidaciones fiscales son positivas, en ejemplos como el de Suecia. Además, las que funcionan suelen hacerlo gracias a que se centran más en reducción de los gastos que en incremento de los impuestos”