El 12 de mayo, el presidente y el primer ministro de Finlandia emitieron una declaración conjunta en la que se afirmaba su apoyo a la adhesión de Finlandia a la OTAN. Esta declaración se basó en las conclusiones del informe del gobierno finés sobre los cambios en el entorno de seguridad, que se publicó el 13 de abril. Un análisis similar sobre los cambios en el entorno de seguridad en Europa fue presentado el 13 de mayo por el gobierno de Suecia. Tanto los informes finlandés como el sueco concluyeron que, debido al empeoramiento de la situación de seguridad en Europa, la neutralidad militar -opción hasta ahora fuertemente respaldada en las dos naciones por las fuerzas de defensa nacional- ya no es la mejor opción para garantizar su integridad territorial. Y ambos países nombran la agresión de Rusia en Ucrania como la razón del empeoramiento de la situación de seguridad.
Hasta el comienzo de la guerra en Ucrania, tanto Finlandia como Suecia han estado enfatizando la cláusula de defensa mutua de la Unión Europea, que establece que «si un Estado miembro es víctima de una agresión armada en su territorio, los otros Estados miembros tendrán (…) la obligación de ayuda y asistencia». Tanto Finlandia como Suecia han sido firmes defensores de profundizar la cooperación europea en materia de defensa dentro de la Unión Europea. Como ambos países podrían convertirse en nuevos miembros de la Aianza Atlántica, surge la pregunta, ¿qué podría significar su integración con éxito en la OTAN para la arquitectura de seguridad de Europa? Esta pregunta debe ser respondida desde al menos dos ópticas, una militar y otra política.
Mirando la arquitectura de seguridad europea desde una óptica militar, el éxito en la propuesta de adhesión a la OTAN de Finlandia y Suecia fortalecería las capacidades de defensa de Europa contra un agresor externo, como Rusia. Esto se debe a que tanto Finlandia como Suecia son vistos generalmente como proveedores de seguridad. El éxito de una posible integración de Finlandia y Suecia en de la OTAN haría que el mar Báltico, con la excepción de las dos regiones rusas de Kaliningrado y San Petersburgo, fuera lo más parecido a un lago rodeado por aliados de la OTAN. A los barcos y aviones militares rusos les resultaría difícil maniobrar en la zona sin que al menos un país de la Alianza lo supiera. Por otro lado, la adhesión a la OTAN de Finlandia y Suecia permitiría a los aliados mover tropas y bienes en el área sin obstáculos, al tiempo que otorgaría profundidad geográfica a los planificadores de defensa de la OTAN en los países nórdicos. Además, tanto Finlandia como Suecia tienen grandes fuerzas armadas. El ejército finlandés, basado en el reclutamiento obligatorio de todos los hombres, tiene alrededor de 900.000 reservistas entrenados de una población total de 5,5 millones. En 2018, debido al aumento de las tensiones, también Suecia, un país de 10 millones de habitantes, reactivó un «reclutamiento parcial», lo cual significa que no todos los hombres nacidos en un año son reclutados para el servicio militar. Suecia también mantiene un ejército profesional de alrededor de 24.000 militares. Para poner estos números en contexto: cuando el ejército ruso atacó Ucrania, se estimó que tenía alrededor de 200.000 soldados.
Además de los recursos humanos, Finlandia y Suecia han invertido mucho en equipamiento militar, tanto en términos de cantidad como en su desarrollo. Lo más notable es que ambos países tienen grandes fuerzas aéreas. Finlandia acaba de realizar un pedido de 64 aviones de combate F-35 para reemplazar su flota de F-18. Mientras Suecia ha desarrollado y ordenado un pedido de hasta 70 aviones de combate Gripen E a Saab, una destacada compañía de defensa sueca. Por comparar, los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) no tienen fuerzas aéreas propias, y sus cielos están protegidos mediante una misión de policía aérea de la OTAN. En caso de éxito de sus propuestas de adhesión a la OTAN, es muy probable que tanto Finlandia como Suecia contribuyeran a la defensa de sus vecinos bálticos.
Y observando desde una óptica política ambas candidaturas, finlandesa y sueca, a la OTAN, queda claro que la defensa colectiva europea no se convertirá en una tarea prioritaria para la Unión Europea en un futuro próximo. Como ha demostrado la guerra en Ucrania, las naciones europeas se están reuniendo bajo el paraguas de la OTAN para asegurar su defensa colectiva. La razón de esto fue aclarada por la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, cuando dijo que «la bandera estadounidense [es] el mayor elemento disuasorio que uno puede tener contra Rusia». Esto significa, sin embargo, que la idea de un ejército europeo fuerte, defendida por el presidente francés Macron, no se convertirá probablemente en realidad en un futuro cercano. Por contra, una integración exitosa de Finlandia y Suecia en la OTAN podría conducir a una cooperación europea más estrecha dentro de la Alianza, especialmente en la región nórdica.
¿Qué significa todo esto para la política de defensa y seguridad común de la Unión Europea ? Como se menciona en la nueva brújula estratégica, lo más probable es que la UE se centre en gestión de crisis y en tareas en las que pueda combinar el poder económico con el poder duro. La nueva capacidad de despliegue rápido de la UE -de 5.000 hombres y mujeres- podría asegurar un aeropuerto en una región en crisis, pero no así grandes áreas. Las nuevas herramientas diseñadas contra las amenazas híbridas y cibernéticas, así como contra el poder blando, como las ingerenicas extranjeras, son en gran medida complementarias a las capacidades de la OTAN. Y dentro de la UE, los Estados miembros también podrán invertir en un mayor desarrollo de sus capacidades e industrias de defensa. Además, los instrumentos europeos, como el Fondo Europeo para la Paz (EPF), pueden utilizarse para desarrollar y financiar capacidades y actividades militares en países no pertenecientes a la OTAN ni a la UE. De hecho, uno de los mayores receptores de ayudas europeas a través del EPF han sido las Fuerzas Armadas de Ucrania, que han recibido 1.500 millones de euros desde que comenzó la guerra.
Como proveedores de seguridad altamente desarrollados, tanto Finlandia como Suecia aportarían un alto valor añadido a los aliados de la OTAN. Y como demuestra su potencial militar, es muy poco probable que Rusia pudiera detener su adhesión mediante el recurso a la fuerza militar, al menos no mientras esté simultáneamente involucrada en Ucrania. Es mucho más probable, sin embargo, que su candidatura para formar parte la OTAN pudiera retrasarse, o en el peor de los casos bloquearse, mediante maniobras políticas internas de los aliados de la OTAN. Así, las recientes declaraciones del presidente de Turquía, Erdogan, muestran que el camino hacia la integración en la Alianza podría no ser un baile de rosas para los dos países nórdicos, puesto que la adhesión a la OTAN requiere de la aprobación de los 30 miembros actuales.
Janne Leino
El autor trabaja para el «Diálogo Multinacional sobre Políticas de Desarrollo» de la Fundación Konrad Adenauer en Bruselas. Anteriormente lo hizo en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Finlandia ante la OTAN.