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La democracia iliberal en la España de Pedro Sánchez

En 1997, en la revista de política internacional Foreign Affairs, Fareed Zakaria –economista, politólogo y periodista– publicó un artículo que todavía hoy es un punto de referencia. Título del artículo: The Rise of Illiberal Democracy (1).

La relectura del trabajo del indo-estadounidense permite concluir que Pedro Sánchez ha convertido a España en una democracia iliberal. En el caso que nos ocupa, no se trata de una comparación odiosa. Lo contrario es cierto. 

La teoría de la democracia iliberal en los términos de Fareed Zakaria: “el liberalismo constitucional se centra en la limitación del poder… la tendencia de los gobiernos democráticos a creer que tienen soberanía (es decir, poder) absoluta puede dar origen a la centralización de la autoridad, a menudo por medios extraconstitucionales y con resultados siniestros… a lo largo del último decenio [la década de los 90 del siglo pasado], gobiernos elegidos que pretenden representar al pueblo han usurpado sistemáticamente los poderes y derechos de otros elementos de la sociedad… el peligro mayor que plantean las democracias no liberales –aparte del que representan para sus propios pueblos– es que desacreditan a la propia democracia liberal, proyectando una sombra sobre la gobernación democrática… cada oleada de democracia ha precedido a retrocesos en los que se ha considerado inadecuado el sistema y ambiciosos jefes e inquietas masas han buscado nuevas alternativas”.

En eso estamos. Después de la oleada democrática de la Transición, surge el retroceso iliberal de un Pedro Sánchez –José Luis Rodríguez Zapatero como precedente– que cree poseer “soberanía (poder) absoluta”, que usa “medios extraconstitucionales con resultados siniestros”, que “usurpa sistemáticamente poderes y derechos”, que “desacredita a la propia democracia liberal proyectando una sombra sobre la gobernación democrática”.  

La práctica de la democracia iliberal a la manera de Pedro Sánchez: la sumisión al independentismo supremacista y sedicioso, la concesión de unos indultos que no casan con “la utilidad pública” que señala la Ley, el mercadeo con la amnistía y la igualdad ante la ley, la derogación/modificación del Código Penal –los tipos penales de sedición y malversación– a la carta, la modificación de la Ley Orgánica del Poder Judicial para ganar el embate planteado al órgano de gobierno de los jueces, la anulación de facto del principio de exclusividad jurisdiccional, la colonización de las instituciones, el abuso de la proposición de ley que orilla los órganos consultivos, el reiterado uso del nepotismo partidista –de la Fiscalía General del Estado al Tribunal Constitucional– que se vale del cargo público para el interés político privado, la negación de un elemento fundamental de la democracia como es la alternancia en el poder –lean también la  negación de pluralidad– al vetar el acceso al Gobierno de la derecha liberal, el filibusterismo y la falta de escrúpulos, la voluntad de eliminar los controles y contrapesos propios de toda democracia y la inmoralidad de la mentira, el yudo moral contra la derecha liberal, y el engaño llamado ahora “cambio de opinión”.

Sorprende que, en este iliberalismo que corrompe la democracia, la humillación sea interpretada como una victoria, la impunidad se asocie a la gobernabilidad y la amnistía –que legitima el “proceso” y lo que implica– se relacione directamente con la convivencia y el reencuentro.

La negación de la división de poderes, así como la negación de la independencia del poder judicial, que se traducen en la amarga realidad de un Estado indefenso, podría culminar su camino –hipótesis plausible– en un proceso destituyente que, a medio o largo plazo, desembocaría en una crisis de la democracia –no hay democracia sin Estado de derecho– y en la balcanización (amnistía – verificador – autodeterminación) de España.     

De nuevo Fareed Zakaria: “hoy, frente a un difundido virus de antiliberalismo…  [hay que] consolidar la democracia donde ha arraigado y estimular el gradual desarrollo del liberalismo constitucional… la democracia sin liberalismo constitucional no sólo es inadecuada, sino peligrosa, y lleva consigo la erosión de la libertad, el abuso del poder, la división étnica… nuestra tarea es hacer a la democracia segura para el mundo”. También, en España.

(1) Existe una versión en lengua española con el título El surgimiento de las democracias no liberales publicada por Política Exterior (número 62, 1998). 


Miquel Porta Perales es crítico y escritor