La nueva Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) de Rusia[1], de cuarenta y cuatro páginas, firmada por el presidente Vladimir Putin el pasado 2 de julio, es mucho más que una actualización del documento anterior, adoptado en 2015. La principal novedad de la ESN 2021 es que abarca no solo cuestiones de seguridad nacional, sino toda una serie de asuntos, desde la economía hasta el medio ambiente, y desde los valores tradicionales hasta la defensa. Como en la ESN 2015, la OTAN y EE. UU. siguen representado la mayor amenaza para la seguridad nacional rusa (la palabra OTAN aparece en casi cada una de las 44 páginas del documento), pero se han borrado todas las consideraciones sobre la cooperación entre Rusia y Occidente. La novedad de ESN 2021, es la afirmación de que la “soberanía cultural” de Rusia se enfrenta a una amenaza existencial por parte de Occidente: que “los valores espirituales, morales e histórico-culturales tradicionales de Rusia están siendo atacados activamente por Estados Unidos y sus aliados”. Junto con “las empresas transnacionales y las organizaciones extranjeras sin ánimo de lucro, no gubernamentales, religiosas, extremistas y terroristas”, afirma el documento de estrategia en la página 36, estos países están “ejerciendo una presión informativa y psicológica sobre la conciencia individual, grupal y social mediante la difusión de principios sociales y morales que contradicen las tradiciones, convicciones y creencias de los pueblos de la Federación Rusa”. Así, la ESN 2021 explica cómo los “ideales y valores ajenos” no solo destruyen los fundamentos de la soberanía cultural, la estabilidad política y la condición de Estado, sino que también causan un daño irreparable a la “salud moral” de la persona. De este modo, la amenaza se dirige simultáneamente a la persona y al Estado. En ambos casos, se presenta como existencial, dirigida a destruir la identidad, ya sea individual o nacional.
Según los autores de la ESN 2021, Rusia debe luchar contra la influencia desestabilizadora de EE. UU. y sus aliados, que buscan desesperadamente preservar su desintegrada hegemonía mundial. La hegemonía occidental-estadounidense se define tanto en términos culturales como militares o geopolíticos. Lo más sorprendente de la ESN 2021 es la consideración de que Occidente está en vías de desaparición, por lo que busca conflictos cada vez más graves. Esta combinación de optimismo histórico (el fin inminente de la hegemonía occidental) y de profunda preocupación (como está perdiendo, Occidente contraatacará con mayor ferocidad) es el paradigma que Stalin introdujo entre los revolucionarios rusos de 1917, sobre la agudización de la lucha de clases en el camino hacia el socialismo, que supuestamente provocará la derrota definitiva del capitalismo.
Sin embargo y según la ESN 2021, actualmente el papel global de Rusia no es revolucionario sino contrarrevolucionario, porque Rusia está predestinada a liderar la defensa de la “verdadera” Europa, los valores tradicionales y la “soberanía cultural”, como se explica, sin usar la palabra “contrarrevolución”, en la sección titulada “Defensa de los valores espirituales y morales tradicionales rusos, la cultura y la memoria histórica”.
Los instrumentos que propone la ESN 2021 para garantizar la seguridad y defensa de Rusia son asombrosamente amplios. Algunos se refieren a la esfera internacional, en concreto al aumento del papel de Rusia en los espacios mundiales de la ciencia, la educación y la información. Otros instrumentos son el fortalecimiento de la familia y de los valores tradicionales; el uso de los medios de comunicación controlados por el Estado para promover los “valores rusos” (concretamente RT y “Sputnik”); la financiación de clubes juveniles de “formación patriótica”; el control de las narrativas históricas disponibles públicamente; la promoción de la Iglesia Ortodoxa Rusa y de la religión cristiana y la promesa de defender al pueblo ruso de ideas y valores externos.
La ESN 2021 no es una estrategia para la seguridad del país, sino una táctica destinada a mantener en el poder el régimen y el Gobierno de Vladimir Putin, movilizando la nación y la identidad rusa en contra de los valores occidentales. Sin embargo, la historia rusa demuestra que, en el pasado, el Estado ruso ha sido extraordinariamente fuerte resistiendo a las amenazas externas (la invasión mongola, de Napoleón y de Hitler), pero sí se ha derrumbado a causa de la pérdida de confianza en él por parte de sus súbditos, como ocurrió con el Imperio zarista en 1917 y con el Imperio comunista en 1991.