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La izquierda insolidaria

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Anotaciones FAES 20

Desde que los votos del PSC hicieron posible la inesperada victoria de Zapatero en el reñido congreso socialista del año 2000, el PSOE asumió una línea estratégica que supedita sus fundamentos ideológicos a la conveniencia electoral. Convencidos de su incapacidad para construir por sí mismos las mayorías necesarias para alcanzar el Gobierno de la Nación, fían al acuerdo con las fuerzas separatistas todas sus opciones.

No se puede entender de otra manera el que sea una mayoría autodenominada como progresista, o unos partidos pretendidamente de izquierda, los que respalden posiciones manifiestamente insolidarias. Bien es cierto que Pascual Maragall ya lo expuso sin tapujos en 2001 tras conocer que un gobierno del Partido Popular había logrado el respaldo de todas las Comunidades Autónomas, incluida Cataluña, a un nuevo modelo: “la nueva financiación autonómica es un desastre para las regiones más ricas”. Porque ése y no otro es el debate: cuánto deben contribuir los que más tienen para sufragar los servicios públicos de quienes más los necesitan, con independencia de dónde vivan.

Aceptar las balanzas fiscales como marco de discusión para la reforma de la financiación territorial encierra una traición política profunda. Incrementar en 30.000 millones los recursos que recibe la Generalitat para equilibrar su balanza significa necesariamente dejar a los residentes en otras comunidades sin los recursos necesarios para garantizar su acceso a servicios públicos esenciales, es impedir que el Estado ejerza su responsabilidad como garante de la igualdad entre todos los españoles.

Quienes pretenden retener en un territorio el rendimiento de un sistema fiscal progresivo lo que están reivindicando es, en realidad, la existencia de una realidad plurinacional en España. La nación constituye la comunidad política fundamental y, en consecuencia, establece los vínculos básicos de solidaridad entre ciudadanos iguales. Quienes pensamos que España es una nación no dudamos que los recursos públicos deben ser distribuidos entre los españoles de manera que todos ellos reciban un trato equivalente; quienes opinan lo contrario, defienden que la solidaridad solo se predica de los vecinos más próximos. Y, aunque siga habiendo quien no quiere verlo, el partido socialista hace años que está del lado de los segundos.