“financiación singular” y corrupción política
Anotaciones FAES 68
La corrupción política del sanchismo es directamente proporcional a su corrupción económica y moral. En menos de una semana, a la comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso le ha seguido una nueva tanda de cesiones a sus cómplices. El presidente del Gobierno ahorra explicaciones sobre mordidas y mancebías, pero –adicto como es a la técnica de la proyección– prodiga disposiciones para que, a este lado del “muro”, además de hacer de p****, paguemos la cama. Por su parte, los secesionistas brindan su apoyo parlamentario seguros de cobrar, acto seguido, el siguiente plazo. Ahora tocaba la “financiación singular”, anticipo del Cupo catalán.
Esto ya no es una Legislatura; es, sencillamente, una Escapada. Sin presupuestos, sin actividad legislativa digna de tal nombre, la única ley sanchista que va quedando es la del embudo. Consolidada su convergencia con el secesionismo, el socialismo español no necesita pinganillos para entenderse con los partidarios de liquidar la nación. Habla su mismo idioma y tropieza en los mismos yerros. Porque el nacionalismo tiene mucho de confusión gramatical: es una suerte de sinécdoque política, el error de tomar la parte por el todo. Y los socialistas hace mucho que compraron este marco: Cataluña=nacionalismo catalán.
Así que esta semana se han aplicado a dar satisfacción a “Cataluña” en su reivindicación de “financiación singular”. Es decir, en la incalificable pretensión de montar un sistema de privilegio a costa de la viabilidad fiscal del Estado, un régimen de concierto apenas disfrazado. Los sermones socialistas sobre la igualdad acaban así: con la voladura de toda noción de equidad en el reparto de las cargas públicas. Porque lo que propone la Generalidad no es solo que el Estado transfiera competencias, sino capacidad administrativa, sistemas de inspección y control y, a la postre, que desaparezca del territorio catalán. Una reclamación no de mayor autonomía fiscal, sino de soberanía o independencia fiscal en toda regla. Contra la Constitución, la LOFCA, la Ley de cesión de tributos y el propio Estatuto. Y para dinamitar todo rastro de igualdad entre españoles. Por eso, alegar la posible extrapolación de un modelo así, pactado bilateralmente, es un chiste de mal gusto añadido a la broma pesada de fingirse Robin Hood mientras se expolia a los pobres para colmar a los ricos. Los cruzados de lo público reventando la solidaridad; los devotos de la redistribución poniéndola patas arriba. Todo esto, conviene recordarlo, tendrá consecuencias devastadoras –de materializarse– para la vida de los ciudadanos en su acceso a la sanidad, la educación o los servicios sociales.
Por si fuera poco, resulta que los mismos que alegan infrafinanciación han batido récords haciendo de Cataluña la comunidad más endeudada, con 73.110 millones de euros de deuda acumulada a través del Fondo de Liquidez Autonómica. Solo en 2023 la Generalidad recibió del FLA el 36,8% de todo el montante prestado al conjunto de las Comunidades Autónomas. Exigen independencia fiscal los que dependen de los demás para mantenerse financieramente con respiración asistida. Pueden hacerlo, porque quien se la facilita recibe a su vez de ellos oxígeno político para sostenerse en el poder, aunque sea a costa del coma presupuestario y la eutanasia del contribuyente. Día tras día, esta madeja de infames socorros mutuos va devorando el patrimonio político y financiero de la nación.
“Mientras haya un socialista al frente no habrá privilegios”, dice la ministra Montero. Qué pena haberse quedado –achicharraíta– sin manos que “poner en el fuego”.