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Las elecciones generales de España preámbulo de las europeas: la lección de Vox

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Lauren Olsen es becaria de Relaciones Internacionales de la Universidad Brigham Young, EEUU

Este no es momento para divisiones ni de ‘elecciones de segundo orden’. Es la hora de aprender la lección que nos ha enseñado España: cada vez que estamos divididos, perdemos ante el populismo.

Los resultados de las elecciones recientes de España fueron una decepción para algunos, una sorpresa para muchos y una lección para todos. Por primera vez desde la restauración de la democracia, un partido de extrema derecha logró tener representación en el Parlamento español. El PP sufrió una pérdida considerable. Sus esfuerzos para recuperar a los votantes de Vox hicieron que muchos de sus votantes más moderados dejaran al PP a favor de Ciudadanos. Y el PSOE obtuvo importantes beneficios de estas divisiones internas de la derecha.

Estos importantes resultados son notables no solo para España, sino también por lo que significan para el resto de Europa. Así, indican problemas sociales y políticos cambiantes que se extienden más allá de las fronteras de España e incluso más allá de Europa. A medida que se acercan las elecciones europeas de finales de este mes, tanto los ciudadanos como los responsables políticos deben considerar con cuidado las implicaciones de las elecciones en España. El rápido e inesperado éxito de Vox, el nuevo partido de extrema derecha en el Parlamento español, es solo un ejemplo de una tendencia más grande y peligrosa que recorre toda Europa.

La Figura 1 muestra la fuerza de los partidos populistas en cada país de Europa. Ciertamente, es alarmante que casi todos los Estados miembros de la UE tengan representación de la extrema derecha en sus parlamentos nacionales, pero el cinturón azul oscuro –de Italia hasta Europa del Este– es particularmente preocupante.

¿Qué significa esta oleada de sentimiento populista para las próximas elecciones europeas? Los partidos nacionalistas y antinmigrantes han estado ganando terreno en las legislaturas nacionales de toda Europa desde hace varios años, tanto los populistas de izquierda como los de derecha. Sin embargo, pudieran incluso obtener aún más influencia en el Parlamento Europeo en las elecciones de este año que la lograda ya en sus respectivos países.

Este resultado se explica por el fenómeno conocido como la “teoría de las elecciones de segundo orden”. La teoría afirma que las elecciones para el Parlamento Europeo a menudo se consideran menos relevantes que las elecciones nacionales. En este sentido, se consideran elecciones “de segundo orden”. En consecuencia, los asuntos nacionales muchas veces dominan las elecciones europeas más que los asuntos específicamente europeos. La participación electoral también es mucho menor en las elecciones europeas que en las elecciones nacionales, y esto cada vez es más cierto en los últimos años. En España, por ejemplo, la participación de los votantes en las elecciones nacionales se ha mantenido relativamente constante durante décadas, como lo demuestra la línea oscura en la Figura 2. En contraste, la participación española en las elecciones europeas, la línea más clara, ha estado disminuyendo de forma constante desde el cambio de siglo.

Debido a que las elecciones europeas generalmente son percibidas como “de segundo orden”, las poblaciones más moderadas tienden a estar subrepresentadas en el Parlamento Europeo. Históricamente, los grupos políticos más activos a nivel europeo son los que tienen más quejas. Por eso, los partidos de protesta más pequeños logran generalmente mejores resultados que los partidos mayoritarios en las elecciones europeas.

El clima político actual solo ha exacerbado este problema. La inmigración masiva, el terrorismo islamista y los problemas económicos son algunos de los problemas que han orientado las ideas más radicales hacia el centro del escenario político. De hecho, el electorado en su conjunto no favorece necesariamente las soluciones radicales a los problemas de Europa, pero muchos se sienten insatisfechos con el enfoque actual de los partidos tradicionales. Así, el Brexit es una ilustración extrema de lo que puede salir mal cuando las preocupaciones de los votantes no se resuelven. De manera que, sin un final a la vista de las dificultades actuales, las soluciones radicales probablemente continuarán atrayendo a muchos votantes.

Sin duda, los políticos europeos actuales se enfrentan a obstáculos muy difíciles. No hay soluciones simples, por mucho que los partidos de extrema derecha así lo afirmen. Los resultados de las elecciones generales de España ilustran los altos costos a pagar cuando los políticos dominantes no logran rectificar estos inmensos agravios. Por todo ello, a medida que se acercan las elecciones, los políticos y los ciudadanos europeos deben considerar una advertencia los resultados electorales en España. Este no es momento para divisiones. No es tiempo ya de “elecciones de segundo orden”. Es la hora de aprender la lección que Vox nos ha enseñado en España: cada vez que estamos divididos, perdemos ante el populismo.