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Lo que mal empieza, mal acaba

Anotación FAES 38

Que las redes sociales tienen mucho de basurero sectario es una realidad evidente para cualquiera cuyo estómago resista su frecuentación. En ese ámbito, las limitaciones de espacio no aguzan el ingenio; rebajan el comentario a exabrupto y simplifican cualquier debate poniéndolo al nivel del tiktokero más obtuso. El entorno digital no es un salón francés; ni los zascas epigramas. Tampoco Hermann Tertsch es Oscar Wilde; ni siquiera Julio Camba. Una de sus últimas deposiciones digitales comenta así una toma de posición del presidente Aznar: “Empiezas votando a Biden y a Kemala y acabas cuchicheando al oído de BilduETA”.

Relacionar una crítica al populismo trumpista con la connivencia con el mundo abertzale es disfrazar el delirio de invectiva. Desde aquí no vamos a detallar la ejecutoria del presidente Aznar en materia de lucha antiterrorista. En 280 caracteres Tertsch puede escribir más de un disparate. La hoja de servicios contra ETA de Aznar ocupa una extensión bastante mayor. Cuatro intentos de asesinato avalan una trayectoria en la que el compromiso contra el terrorismo etarra es algo más que un desahogo de barra de bar.

A Tertsch le pasa lo mismo que a su partido. Empiezas rompiendo con Meloni y acabas haciendo el oso (magiar), es decir, de tonto útil en el Putin club.

Empiezas queriendo definirte por contraste con el PP y acabas facilitándole a Sánchez, gratis, la disposición de los fondos europeos sin control ni rendición de cuentas.

Empiezas teniendo como objetivo la destrucción y suplantación del centro-derecha español que representa el PP y acabas frustrando en el Congreso la posibilidad de sacar adelante una votación contra el ‘concierto económico catalán’.

Empiezas impugnando el Estado autonómico y acabas pidiendo consejerías para luego romper gobiernos regionales a mitad de legislatura.

Empiezas haciendo alarde de patriotismo y acabas subordinando tu vox a consignas y financiación venidas del Este.

En algo sí tiene razón Tertsch: lo que mal empieza, mal acaba. Qué gran título para sus memorias.