La apuesta de la Unión Europea por alcanzar la descarbonización neta de la economía con horizonte 2050 genera costes. En España, la adhesión plena y sin cuestionamiento de todos los partidos políticos al objetivo final, aunque loable, se ha confundido con una ausencia de debate que ha dejado a la sociedad inerme de argumentos ante los evidentes costes que este proceso comporta. Peor aún, esta ausencia de debate, no ya parlamentario sino social, ha otorgado al Gobierno una suerte de bula para poder hacer y deshacer a su antojo amparado en la falsa creencia de que el objetivo legitima el proceso, como si este último solo fuera posible encararlo de una sola forma.

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