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Los ‘máquinas’ del fango

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Anotaciones FARES 24

No han esperado mucho, después de bajar el telón del melodrama reciente. Ha sido copiar a Podemos lo de la “máquina del fango” y ponerse a manejarla a pleno rendimiento. La proyección, esa técnica cansinamente rutinaria del sanchismo, es ya un uso interiorizado en el PSOE: se imputa a los demás practicar lo que uno hace con el mayor descaro. Por ejemplo: se legitima todo discurso secesionista, blanqueando incluso a los herederos de sus expresiones violentas, y cuando el resultado es el ascenso del separatismo, se acusa al rival de “fabricar independentistas”.

Ahora igual: se provoca en el país un sentimiento colectivo de alipori viendo al presidente del Gobierno hacer pucheritos por fingidas falacias de fachas faltones y al día siguiente, Óscar Puente, ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana -ciertamente no de urbanidad- sugiere la toxicomanía del presidente de la República Argentina. La coz se propinó en un contexto “formativo”, la Escuela de Gobierno del PSOE. “Escuela”, “formación” y “Óscar Puente” no son términos que uno espere ver reunidos muy a menudo, pero, aun así, convendría que el ministro esperase al menos a los brindis de madrugada del Día de la Rosa, para desfogarse y chapotear en el fango con mayor intimidad, entre compañeros y sin comprometer al país.

Puente tendría que haber recordado que en Argentina el vejamen es un género literario muy formalizado y que, también en esto, su estilo resulta de lo más ramplón. Borges, en su Arte de injuriar recuerda que “la sátira no es menos convencional que un diálogo entre novios o que un soneto. Su método es la intromisión de sofismas, su única ley la simultánea invención de buenas travesuras. Me olvidaba: tiene además la obligación de ser memorable.” Puente, como su jefe, cuando quiere ser satírico, resulta patético; a cada diatriba suya le sigue, fatalmente, la vergüenza ajena.

El episodio, más allá de revelar algo muy evidente: la portentosa habilidad de este Gobierno para suscitar conflictos diplomáticos por pura grosería, denota además la consumación de un proceso gestado durante años: la completa podemización del PSOE. La cosa es grave y se aprecia mejor haciendo memoria. El exabrupto de Puente reproduce miméticamente otro de Monedero referido a Albert Rivera. Lo preocupante es que aquello, siendo bochornoso, quedaba algo más acotado; era el cotilleo insidioso de un ideólogo de extrema izquierda queriendo embarrar la política doméstica. Esto de ahora lo hace un ministro del Reino de España, enlodando las relaciones con un país hermano y amigo.

Por lo visto, una vez bien estercolado el debate público nacional, la máquina del fango patentada, la de verdad, la del PSOE, necesita, para mantenerse funcionando, saltar al exterior y ensuciar ámbitos intactos. Era poco infestar la vida española; la turbina socialista tiene correa suficiente para saltar el charco y salpicar continentes. Urge desenchufarla y ponerse a limpiar cuanto antes todo esto, con paciencia y cuidado. Pura cuestión de higiene.