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Los ‘non-papers’ y los desafíos reales de los Balcanes

Últimamente los non-papers –documentos anónimos y oficiosos– están de nuevo de moda en los Balcanes. Proliferaban en los años noventa con instrucciones precisas sobre cómo crear una Gran Serbia, una Gran Albania o una Gran Croacia. Entonces no trajeron nada bueno –las guerras–. Ahora, aunque se trata de mucho ruido y pocas nueces, no contribuyen a la estabilidad de la región y aún menos a la solución de los verdaderos problemas que esta padece.

En la segunda mitad de abril han aparecido dos no-papeles –uno en la prensa eslovena, que planteaba la integración de la mayor parte de Kosovo en Albania, la disolución de Bosnia-Herzegovina y su reparto entre Croacia Serbia, dejando a Bosnia como un territorio de musulmanes, cuyos habitantes tendrían que optar entre la UE Turquía. Otro texto similar aparecía la semana pasada en la prensa kosovar y planteaba la creación de una región autónoma en el norte de Kosovo para la población serbia del país. Además, los no-papeles han coincidido con las tensiones en Bosnia-Herzegovina, donde la República Srpska ha planteado en las últimas semanas una propuesta política para una “disolución pacífica” del país.

Desde la oficina de Josep Borrell, el Alto representante de la Política Exterior de la Unión Europea, se ha desmentido que se les hubieran enviado estos no-papeles. Está claro que estas propuestas no conducen a nada y que no tendrán muchas consecuencias, pero sí reflejan que todavía existen voces que están a favor de las divisiones y del rediseño de las fronteras. Las propuestas no contribuyen a la solución de los tres problemas más graves en los Balcanes: 1) la disputa no resuelta de Kosovo, 2) el retroceso democrático en la región, y 3) el incremento de la influencia de Rusia y China en la zona.

Desde 2011, Bruselas ha mediado en un diálogo sobre la normalización de las relaciones entre Serbia y Kosovo. Pero los esfuerzos europeos para resolver la mayor disputa de los Balcanes (Kosovo) comenzaron a flaquear alrededor de 2018 por varias razones, y sobre todo porque las autoridades albano-kosovares no han cumplido lo que habían firmado en los “Acuerdos de Bruselas de 2013”, que reconoce la mayor autonomía de los ayuntamientos de la mayoría serbia del norte de Kosovo.

Otro desafío para la región es el declive democrático. En los últimos años, las élites locales en países como Macedonia del NorteMontenegro y Serbia han degradado las instituciones democráticas y consolidado su control sobre sus respectivos países. Occidente estaba dispuesto a tolerar estas tendencias antiliberales siempre que los regímenes locales contribuyesen a la estabilidad regional, lo que llevó a algunos expertos a llamar a este fenómeno “estabilitocracia”. El Informe de Derechos Humanos más reciente del Departamento de Estado de EE. UU. no es indulgente con Serbia y el resto del sudeste de Europa, y critica la falta de libertad de los medios de comunicación y los problemas de brutalidad policial en las manifestaciones ciudadanas. La UE también está adoptando una línea más dura en materia de derechos humanos en los Balcanes, al menos en términos de declaraciones públicas. En el último Informe del Parlamento Europeo sobre Serbia, el país fue criticado por dar marcha atrás en el Estado de Derecho y en la libertad de expresión, y por la corrupción y el crimen organizado.

Dado que la UE y EE. UU. han prestado menos atención a los Balcanes en los últimos años, otros países –RusiaChinaTurquíaEmiratos Árabes Unidos– se han movido para llenar este vacío de poder. A pesar de los límites de la influencia rusa en los Balcanes, Moscú usa tres instrumentos en la región: el poder blando (diplomacia de mascarillas y de la vacuna), la energía y la disputa no resuelta de Kosovo (su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para el no reconocimiento de Kosovo). China, a diferencia de Rusia –que actúa como un poder saboteador que obstruye a Occidente– es una potencia en ascenso que ofrece una visión estratégica para Eurasia con su Iniciativa ‘Belt and Road’ y con las grandes inversiones que están endeudando excesivamente a los países de la región.

Durante este mes de mayo, Josep Borrell se reunirá con los líderes políticos de la zona. Los no-papeles no ofrecen solución alguna a los mayores desafíos de la región y de la UE, pero sí son una señal más de que la UE no debe desatender ni desentenderse de los Balcanes.