Entregar la llave del gobierno navarro a Bildu es un acto de profunda deslealtad que marca una grave quiebra política del socialismo. El PSOE ha hecho de la alianza con los nacionalismos, incluido el secesionismo, su fórmula de gobierno. Este es el PSOE que hay y conviene recordarlo. Parece claro que este pacto ciega toda posibilidad razonable que pudiera existir de que el PP facilite la investidura de Pedro Sánchez.
No han sido dos sino tres las celebraciones de bienvenida (“ongi etorri”) promovidas por Bildu este pasado fin de semana, dos a terroristas de ETA y una al Partido Socialista de Navarra. A los dos primeros, para celebrar su trayectoria criminal después de salir de prisión; una trayectoria que incluye secuestrar a José Antonio Ortega Lara y asesinar a todo el que se pudiera en los años de mayor y más sangrienta actividad de ETA. Al tercero, el PSN, Bildu ha dado la bienvenida en forma de abstención para permitir que una socialista navarra presida el gobierno foral, pero recordando a la siniestra militancia bildutarra que ellos tienen la llave, que son interlocutor primordial del nuevo gobierno y que nada saldrá sin su visto bueno.
No puede extrañar que un partido cuyo gobierno normalizó el golpe de Estado en Cataluña en la reunión de diciembre del año pasado entre Sánchez y Torra en el palacio de Pedralbes y ahora ha pactado con el partido del mismo Torra y del prófugo Puigdemont para hacerse con la Diputación de Barcelona, haya desarrollado tragaderas morales y políticas lo suficientemente grandes como para que por ellas quepa un pacto de abstención que deja a Bildu con el control del gobierno de Navarra. Para justificar que es a Bildu a quien la socialista Chivite deberá su presidencia, el PSN sólo puede recurrir al cinismo desde la creencia –al parecer– de que el resto de los ciudadanos son gentes de inteligencias limitadas. Porque no se puede calificar más que como un enorme ejercicio de cinismo el que se diga desde el PSN que el nuevo gobierno dejará a un lado las cuestiones identitarias –¿en qué consiste Geroa Bai y Bildu sino en la más agresiva pretensión identitaria nacionalista?– o que el nuevo gobierno quiere reflejar la pluralidad de Navarra, cuando supone ignorar al 38% de los votantes que recibió Navarra Suma.
Parece claro que este pacto en Navarra ciega toda posibilidad razonable que pudiera existir de que el Partido Popular facilite la investidura de Pedro Sánchez. Pero más importante que eso es constatar que el primer partido de España y el presidente del Gobierno en funciones carecen de ningún tipo de restricción moral y de sentido real de lealtad hacia el acervo institucional y político de nuestra democracia. Entregar la llave del gobierno navarro a Bildu, un partido que sigue sin condenar el daño causado por ETA, cuya injusticia no reconoce, es un acto de profunda deslealtad que marca una grave quiebra política del socialismo. Tal vez los socialistas creen que la demonización de su adversario legitima cualquier pacto, incluso con un partido cuya máxima autoridad política, Arnaldo Otegui, en la televisión pública se refería al terrorismo de ETA como la violencia “a la que tenían derecho”. De ser así no sólo estaríamos en un ejercicio político de oportunismo malsano, sino que asistiríamos a la desaparición de principios esenciales para la convivencia política y al desprecio a consensos constitucionales básicos, entre los que desde luego se encuentra el de no dar poder a un partido que no condena la violencia terrorista.
Con todo, Sánchez comparte su responsabilidad con el pasado más reciente de un partido que ha hecho de la alianza con los nacionalismos, incluido el secesionismo, su fórmula de gobierno. Observar a Gabriel Rufián ejercer de amigable componedor en la trifulca entre el PSOE y PODEMOS es una imagen grotesca de esta estrategia socialista que se pone en marcha, al menos, desde el pacto del Tinell, y que está presente en la negociación política con ETA en la que los socialistas se manifestaron dispuestos a hacer concesiones sin precedentes en torno a Navarra y que pasa en su momento por la “relegalización” de la marca política de ETA en forma del nuevo partido “Sortu”. Este es el PSOE que hay y conviene recordarlo antes de que los habituales Vara, Page o Díaz pongan la nota de color para adornar con expresiones patrióticas ineficaces en su partido las políticas que el PSOE de verdad practica y que se ponen de manifiesto en el “ongi etorri” de Bildu a sus nuevos socios en Navarra.