Se les ha dicho por activa y por pasiva. La oposición puso sus escaños en el Congreso y el Senado a disposición para asegurar un rápido procedimiento parlamentario de lo que proponía como un plan B jurídico que permitiera instrumentos legales más adecuados y flexibles para hacer frente a la pandemia sin tener que acudir al extremo del estado de alarma. La vicepresidenta Carmen Calvo, muleta en mano para torear al Congreso, dijo que el Gobierno se pondría a ello y Ciudadanos debió creérselo porque justificó su apoyo al Gobierno en las últimas prórrogas del estado de alarma en que, efectivamente, habría plan B. Nada de eso.
Lo único que se hizo fue atribuir a los Tribunales Superiores de las Comunidades Autónomas la decisión sobre la legalidad de las restricciones que se adoptaran en cada territorio. Se trataba de unificar la competencia judicial, pero sin reformar los instrumentos legales ni crear otros ni apurar el arsenal jurídico del que ya se dispone. Ahora ha sido el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid (TSJM) el que ha reiterado lo que ya habían dicho antes otros órganos jurisdiccionales. Las medidas impuestas a la Comunidad Autónoma por el Ministerio de Sanidad no pueden justificarse en la recomendación del Consejo Interterritorial de Sanidad porque afectan a derechos fundamentales. No se discute si esas medidas eran buenas o malas, eficaces o no, posibles o imposibles de aplicar en la práctica. No se podían imponer como se impusieron.
No hay ninguna razón –salvo la arrogancia o una patente falta de competencia– que explique por qué no se han estudiado estas reformas legales que el TSJM también pide. Este Gobierno que habla tanto de resiliencia, ignora la gobernanza –sin necesidad del prefijo co– que es eficacia, transparencia, atribución clara de responsabilidades, cooperación, verdadero sentido institucional. La gobernanza –sin el co– cuya ausencia nos ha traído desde un estado de alarma largo y estricto hasta un Gobierno que actúa con desgana y a trompicones porque ahora su prioridad es que prevalezca su relato, el que anuncia que pronto y, sobre todo, con dinero europeo gratis, todo esto será un recuerdo lejano.