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¿Qué ha sido del informe Draghi?

Algunas reflexiones un año después de su publicación

Hace poco más de un año, el expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, dio a conocer su informe “El futuro de la competitividad europea”, más conocido como “informe Draghi”. Se trata de un documento extenso, de unas 400 páginas divididas en dos partes[1], que trata de situar a la economía europea en el contexto internacional actual identificando sus problemas y planteando posibles soluciones.

El diagnóstico de Draghi es claro (y ya conocido, pues pocas novedades aporta): la economía europea crece poco; la productividad lleva décadas estancada; el ecosistema regulatorio es complejo y restrictivo. Lo cual provoca distintos resultados: empresas pequeñas con dificultades para adaptarse a los cambios en marcha y lanzarse a los mercados globales; déficit de inversión que lastra las transformaciones digital y verde; atraso tecnológico y en materia de innovación. Todo ello ha llevado a Europa a perder posiciones frente a otras áreas geográficas del mundo, significativamente Estados Unidos y China, con economías mucho más dinámicas.

Lo anterior tiene su reflejo en el capítulo de la energía, donde las vulnerabilidades y dependencias críticas de Europa se han hecho particularmente evidentes en los últimos años. La seguridad y el suministro de energía abundante y barata depende de terceros países. Los minerales y materias primas críticas para la transición energética también están en manos de otros. La fiscalidad y los costes energéticos son relativamente elevados y lastran la competitividad de las empresas. En fin, acumulamos un retraso palmario en términos de despliegue de energías renovables, donde tenemos un enorme potencial retenido, y en otros aspectos críticos como el desarrollo de redes eléctricas.

Dada esta realidad, el “informe Draghi” plantea una serie de recomendaciones, de las cuales 22 son de ámbito específicamente energético: 9 afectan al campo del gas natural, otras 9 a los mercados eléctricos y 4 son horizontales. Entre ellas se incluyen las siguientes: acelerar el despliegue de las energías renovables mediante el desarrollo de las tecnologías de almacenamiento; simplificar los procesos administrativos y fomentar los contratos de compra de energía a largo plazo (PPA y CfD, por sus siglas en inglés); impulsar la inversión en redes eléctricas; reformar la fiscalidad medioambiental con criterios de competitividad; adoptar un enfoque neutral que incluya todas las tecnologías energéticas contribuyentes a la descarbonización, incluyendo la nuclear; promover el uso de tecnologías de captura, uso y almacenamiento de carbono (CCUS, por sus siglas inglesas). El objetivo último de estas propuestas es doble: de un lado, reducir los costes energéticos y, de otro, acelerar el proceso de transición hacia una economía descarbonizada, de modo que se constituya en una verdadera palanca de crecimiento económico y de competitividad para Europa.

Un año después de la publicación del “informe Draghi”, no parece que los avances hayan sido notorios. De las 383 recomendaciones vertidas por Draghi en su informe, apenas el 11% se ha llevado a la práctica. En el tema energético, ese porcentaje se reduce prácticamente a cero[2].

En efecto, en el mes de febrero, la Comisión Europea adoptó el llamado Pacto por una Industria Limpia[3], que tiene por objeto hacer de la descarbonización un motor de crecimiento y competitividad para las industrias europeas. Como parte de él, aprobó un Plan de Acción para una Energía Asequible[4], que establece medidas orientadas a reducir los costes energéticos para los ciudadanos, las empresas y las industrias comunitarias. Más allá de esto, poco se ha hecho.

En cambio, no dejan de llamar la atención otras medidas que se han adoptado y que parecen contravenir las recomendaciones contenidas en el “informe Draghi”. Entre ellas está la flexibilización de las ayudas de Estado aprobada por la Comisión en el contexto del Pacto por una Industria Limpia. Una medida que contrasta claramente con la advertencia que hacía Mario Draghi en su informe acerca de los riesgos de las “carreras” de ayudas de Estado en términos de fragmentación y de limitación de las posibilidades de crecimiento a escala europea de las empresas. También se han comprometido cerca de 700.000 millones de euros en compras de energía a Estados Unidos como parte del acuerdo comercial bilateral alcanzado en el mes de agosto[5], lo que, de nuevo, no parece alinearse con las propuestas contenidas en el “informe Draghi” y desde luego difícilmente contribuye a reducir la elevada dependencia energética del continente europeo.

Antes de que termine el año 2025, se espera que la Comisión Europea apruebe una nueva propuesta “ómnibus” para reducir la carga regulatoria que soportan las empresas europeas y que previsiblemente incluirá la simplificación de la directiva sobre eficiencia energética y tratará, también, de alguna manera, de acelerar el despliegue de energías renovables. Adicionalmente, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, acaba de anunciar[6] la próxima aprobación de un paquete de medidas sobre redes eléctricas y el lanzamiento de una nueva iniciativa denominada “Autopistas Energéticas”. Veremos cómo se concretan ambas cosas.

En conclusión, es evidente que las circunstancias de los últimos meses no han sido las más propicias para impulsar motu proprio y de manera proactiva muchos de los cambios y reformas propuestas por Draghi. Más bien al contrario, la Unión Europea ha seguido distinguiéndose por su escasa capacidad de adaptación a los cambios en el entorno internacional, a los que simplemente ha ido reaccionando. Estaremos pendientes de nuevos avances, que iremos informando, como siempre, a través de esta sección de análisis.


[1] Ambos documentos se encuentran disponibles en este enlace: https://commission.europa.eu/topics/eu-competitiveness/draghi-report_en

[2] Datos extraídos del llamado Draghi Observatory and Implementation Index, elaborado por el think tank con sede en Bruselas EPIC (European Policy Innovation Council).

[3] https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX%3A52025DC0085

[4] https://eur-lex.europa.eu/legal-content/EN/TXT/?uri=CELEX%3A52025DC0079&qid=1741780110418

[5] “Joint Statement on a United States-European Union framework on an agreement on reciprocal, fair and balanced trade”. https://policy.trade.ec.europa.eu/news/joint-statement-united-states-european-union-framework-agreement-reciprocal-fair-and-balanced-trade-2025-08-21_en

[6] Discurso sobre el estado de la Unión de 2025 pronunciado por la presidenta Von der Leyen. https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/speech_25_2053